El catarrito, ¿otra vez?

Crecimiento sin bienestar
Voto joven, el definitorio

Carlos Fernández-Vega / México SA


Como en sus mejores tiempos del catarrito –cuando decían que la crisis le hacía los mandados a la economía nacional–, los siempre felices integrantes de la famiglia financiera del sector público de nueva cuenta manifiestan su confianza en la solidez económica del país ante la sacudida global provocada por la crisis europea. Es tal la seguridad que dicen tener, que todos los días repiten el estribillo: no vamos bien, sino de maravilla. Y de tanto machacar creen que todos los demás les creen.

Los mandados que la crisis le hacía a la economía nacional (versión famiglia feliz) se tradujeron en un histórico desplome de 6.5 por ciento del producto interno bruto, el crecimiento de la pobreza, mayor desempleo y un severo retroceso social, entre tantas otras gracias. Pero allí están otra vez: vamos por el camino correcto y somos la envidia de la comunidad de naciones. Entonces, dada la enorme credibilidad que generan, hay que prepararse para otro catarrito. En vía de mientras, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, ofrece un paseo (México: los desafíos de un entorno internacional volátil) sobre la realidad económica nacional.

Así, los recientes resultados en materia social dejan en claro los retos a enfrentar por México. El incremento de la pobreza, la precarización del mercado laboral, el incremento en los precios de los alimentos, entre otros, son factores con los que día a día conviven millones de mexicanos. La necesidad imperativa de crecimiento como única manera de generación de bienestar es hoy más que nunca evidente; sin embargo, también lo es el hecho de que se necesita una mejor distribución del ingreso.

El modesto crecimiento económico limita el buen desempeño de los mercados laboral e interno, acentuando las problemáticas sociales del país. Además, la dependencia de un sector externo como motor de crecimiento parece ser hoy en día un arma de doble filo como consecuencia del escenario de incertidumbre en los mercados financieros del mundo y dadas las condiciones económicas por las cuales atraviesa Europa. Si bien el crecimiento el PIB observado durante el primer trimestre de 2012 (4.6 por ciento) aparentemente es positivo, el avance de la precariedad laboral pone en claro que no garantiza una mejora en la calidad de vida de los mexicanos, tal y como lo refleja que en el mismo periodo se haya registrado un incremento de la informalidad, el número de trabajadores sin prestaciones de salud, de aquellos que ganan entre cero y tres salarios mínimos, una caída de quienes perciben más de tres de ellos y aumento de la subocupación.

La evolución del ciclo económico contrasta con las malas condiciones del mercado laboral, de tal suerte que puede observarse que si bien el ciclo del producto interno bruto parece tener un buen desempeño, ello no se traduce en bienestar. En términos generales: se observan ciclos al alza y tendencias crecientes del PIB y de las actividades secundarias, aunque con una leve moderación de las actividades primarias y terciarias. En referencia al sector secundario, se aprecia una moderación en el crecimiento de sus componentes, situación que refleja el comportamiento de dicho sector para el primer trimestre de 2012. La evolución positiva se encuentra condicionada al dinamismo de importantes renglones como construcción y manufacturas, los cuales crecieron a tasas más moderadas en dicho periodo.

El indicador global de actividad económica (IGAE) revela una realidad menos favorable sobre la evolución económica mexicana. Los ciclos del indicador exhiben estancamiento, aspecto particularmente delicado en el caso de las actividades secundarias. En este sentido, la moderación en las tasas de crecimiento condiciona la evolución del indicador, ya que si bien éstas son positivas e importantes, principalmente para las actividades primarias, no son suficientes para garantizar un ritmo de crecimiento constante a lo largo del tiempo. La mesura en el ritmo de crecimiento de PIB y del IGAE estará condicionada por el desempeño del escenario internacional y por la resistencia del mercado interno como salvaguarda. De igual manera, la incipiente evolución de muchos de estos indicadores limita la mejora de las condiciones sociales que, como bien se ha demostrado, no sólo dependen del crecimiento económico sino de otros factores que generen sinergias y círculos virtuosos que impacten en el bienestar de la población.

En lo que respecta al ciclo de actividad industrial, hasta marzo de 2012 presentó una ligera moderación en su desempeño. Por un lado, los ciclos de manufacturas, construcción y minería muestran el mismo comportamiento que el indicador general: un menor desempeño en sus tasas de crecimiento. Por su parte, el ramo de electricidad mantiene un prolongado periodo de caída en su ciclo presente desde principios de 2011. Referente a las tendencias, se aprecia una leve moderación resultado del escenario anterior. Resulta igualmente evidente el estancamiento de la tendencia en el ramo de la construcción, dado que las tasa de variación promedio de sus componentes estructurales también son menores este año. Referente a ello, el rubro con mayor variación porcentual fue el de edificación, con 5.1 por ciento, seguido de la ingeniería civil (4.9) y finalmente la construcción especializada (3.8).

En resumen, el panorama mundial es incierto a consecuencia de la elevada especulación y bajas expectativas sobre los mercados del mundo. Como consecuencia, México se ha visto afectado principalmente a través de las bajas presentadas en la Bolsa Mexicana de Valores, al igual que la depreciación su tipo de cambio. Si bien México presenta una situación favorable dentro de sus indicadores macroeconómicos como el PIB y el IGAE, estos se han visto contrastados con el incremento de la pobreza, la precarización del mercado laboral al igual que el escenario internacional desfavorable. Lo descrito implica que el crecimiento económico no es suficiente para garantizar mayor bienestar y al mismo tiempo refleja que la expansión económica será difícil de mantener.

Las rebanadas del pastel

Relegados por años, ahora resulta que los jóvenes son el platillo fuerte de los candidatos. Los genios de la planeación electoral registraron que los ciudadanos de entre 18 y 24 años de edad (casi 14 millones de votos potenciales el próximo primero de julio) tienen la fuerza para definir el resultado de los comicios y decidir quién será el próximo inquilino de Los Pinos. Y así lo harán (¡no lo desaprovechen!), de tal suerte que quien les falle comerá boñiga a manos llenas, especialmente el que resulte electo.

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