Economía y migajas

¿Mayor crecimiento?
Saldo del calderonato

Carlos Fernández-Vega / México SA


Para alegrar el panorama electoral, el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, tuvo a bien notificar a los habitantes de este país que la situación mejora día con día, pues dada la dinámica observada en los indicadores (internos) más recientes, así como el cambio en la expectativa sobre el crecimiento de Estados Unidos (el organismo a su cargo) ajusta al alza la previsión sobre la tasa de crecimiento del PIB de México para 2012, la que ahora es de entre 3.25 y 4.25 por ciento, es decir, apenas un cuarto de punto porcentual por arriba de la estimación previa.

Se supone que la divulgada por el ex secretario de Hacienda forma parte del racimo de buenas noticias que por estas fechas divulga el aparato propagandístico del régimen, las cuales, sin duda alguna, motivan alegría entre los mexicanos. Qué bueno, pero en el balance del calderonato ¿cuál sería el efecto real si el vaticinio de Carstens, en su cota más alta, se convirtiera en realidad? Pues que en el sexenio del actual inquilino de Los Pinos el promedio anual de crecimiento económico pasaría de 1.8 a 1.9 por ciento, con lo que, de cualquier forma, en el prometido gobierno de para vivir mejor los mexicanos habrán vivido mucho peor que en los tres sexenios precedentes.

De hecho el –por poco tiempo más, felizmente– inquilino de la residencia oficial sólo podría presumir –y a él le gusta mucho hacerlo– que sus logros económicos (con o sin revisión del Banco de México) son ligeramente mayores a los reportados por Miguel de la Madrid (1982-1988), el artífice de la primera década perdida para México, de tal suerte que el diablo se compararía con el chamuco. En el Banco de México están muy contentos por la referida dinámica, pero el hecho es que, por ejemplo, 12 millones adicionales de pobres (hasta el cierre de 2010) –con ganas, y muchas, de que al cierre sexenal esa cifra se incremente a 15 millones– en el gobierno de para vivir mejor no invitan a compartir la alegría de Agustín Carstens y analistas que lo acompañan.

No cabe duda que tan raquítico es el comportamiento económico nacional, que unas cuantas migajas (un cuarto de punto porcentual en la perspectiva de crecimiento) provocan alegría entre la clase gobernante, y en especial entre la famiglia financiera del sector público. Así es: al país y a sus habitantes les urge una tasa anual de crecimiento no menor a 6 por ciento sostenido para comenzar a salir del hoyo, pero en el referido circuito están locos de contento porque con Calderón en Los Pinos se alcanzaría una tasa de entre 1.8 y 1.9 por ciento anual. Según su creencia, unas cuantas migajas y el bombardeo del aparato propagandístico resultan más que suficientes para convencer a propios y a extraños de que el país está en jauja.

Con todo y revisión al alza por parte del Banco de México (considerando su cota más elevada), en el sexenio de Felipe Calderón la economía crecería 21 por ciento menos que en el de Vicente Fox, lo que ya es decir; 84 por ciento por abajo con respecto al periodo gubernamental de Ernesto Zedillo y 105, también por debajo, en comparación con el Carlos Salinas. Notorias diferencias, aunque de cualquier suerte ninguna es para presumir, porque los tres tristes personajes que precedieron al michoacano en Los Pinos ni siquiera se acercaron a la tasa mínima de crecimiento requerida por el país (6 por ciento anual). Pero no todo está perdido, pues el actual inquilino de la residencia oficial puede presumir que su logro económico es mucho mayor al de Miguel de la Madrid: entre 1.8 y 1.9 por ciento del primero, contra 0.34 por ciento del segundo, aunque éste pudo argüir que ése fue el costo de iniciar el giro de 180 grados en política económica.

La numeralia anterior resume lo exitoso que ha sido el modelito económico impuesto a los mexicanos tres décadas atrás, un esquema defendido a capa y espada por cinco gobiernos neoliberales al hilo, que siempre han facturado el festín a los más desprotegidos de este país. Treinta años de insistir en que vamos por el rumbo correcto. (De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox y Calderón dixit), para que el balance sea verdaderamente espeluznante: 2.3 por ciento de crecimiento anual promedio, y más de la mitad de la población en la pobreza y la indigencia. Demasiada terquedad por parte de la clase gobernante para reincidir, y demasiado masoquismo de los mexicanos si una vez más lo permiten.

Pero la felicidad del Banco de México no se limita a las razones de mayor crecimiento económico. No. También influye en su ánimo (positivamente, desde luego) la estimación 2012 en materia de empleo formal: entre 540 mil y 640 mil plazas adicionales a lo largo del año, con lo que, en el mejor de los casos, sólo uno de cada dos mexicanos en edad y condición de laborar lograría colarse al cada vez reducido inventario de trabajadores con prestaciones de ley. Para 2013 el cálculo se reduce a 500-600 mil, de tal suerte que también ese año –en la mejor expectativa– el 50 por ciento de la fuerza laboral quedaría condenado a la informalidad.

No obstante su entusiasmo, el Banco de México advierte que si bien el número de trabajadores asegurados en el IMSS continúa aumentando, diversos indicadores del mercado laboral apuntan a que sigue existiendo lasitud en él. En particular, las tasas de desocupación, de ocupación en el sector informal y de subocupación se mantienen en niveles superiores a los registrados antes de la crisis iniciada en 2008. Asimismo, los indicadores asociados a la destrucción de empleos, así como de duración del desempleo, permanecen en niveles elevados aun cuando han mostrado una ligera recuperación. Las condiciones del mercado laboral han contribuido a que los aumentos salariales hayan sido moderados durante el trimestre que se reporta (primero de 2012). Esto, aunado a una creciente productividad media del trabajo, ha conducido a que los costos unitarios de la mano de obra continúen presentando una tendencia decreciente. Así, dichos costos no se han constituido en un factor generador de presiones sobre el nivel general de precios.

Las rebanadas del pastel

Insisten el FMI y la mafia que gobierna Europa: maten a los griegos para que Grecia pueda superar la crisis. Y los españoles en lista de espera, aunque Rajoy se ha adelantado… Parece que alguien le ha cobrado a Ricardo Salinas Pliego por su voracidad: el precio de las acciones de Elektra va de mal en peor, y sólo ayer se desplomó cerca de 11 por ciento, para acumular una caída de 55 por ciento en los dos últimos meses.

Comentarios