¿Crece más que nunca?
Triunfalismo ramplón
Carlos Fernández-Vega / México SA
Falso como los billetes de tres pesos, pero más optimista que nunca –la cercanía de los comicios y la negra perspectiva para su partido lo obligan a sonreír más de lo acostumbrado–, el gobierno calderonista presume que la economía mexicana es sólida y crece sostenidamente. De hecho, el inquilino de Los Pinos ni parpadeó cuando días atrás se aventó la siguiente puntada: la tasa de crecimiento es la más alta desde la década de los 70 (en los hechos, en el sexenio de Calderón ha sido la más baja en los últimos ochenta años: 1.8-1.9 por ciento, si bien va, contra 6 por ciento en la década por él referida). Al mismo tiempo, prácticamente, José Angel Gurría, ex secretario de Hacienda de Ernesto Zedillo y ahora en funciones de secretario general de la OCDE, contó su propio chiste: la economía mexicana, dijo, es de otro planeta y se encuentra en otra dimensión.
Pues bien, nuestra economía sólida, creciente y extraterrestre no parece tal cuando se recuerda que por su mediocridad e incapacidad mantiene en la pobreza a la mitad de la población, y contando; que no genera empleo para sus habitantes y ha destrozado el poder adquisitivo de la población; que expulsa mano de obra o la condena a la informalidad; que no distribuye el ingreso ni la riqueza y que, en fin, cada día ofrece menos oportunidades para los más y se coloca entre los últimos lugares de crecimiento latinoamericano, cuando es obligado que se ubique entre los primeros.
Ahora, dijo Calderón, la tasa de crecimiento en México es la más alta desde los años 70, pero la estadística oficial (Inegi) lo desmiente categóricamente. Por ejemplo, la mayor tasa reportada en dicho decenio fue de 9.7 por ciento en 1979; la más elevada con el actual inquilino de Los Pinos ha sido de 5.5 por ciento en 2011; la menor para el primero de los periodos citados fue de 3.39 en 1977, mientras con el susodicho fue de -6.5 por ciento. En síntesis, en los años 70 la tasa anual promedio de crecimiento fue de 6 por ciento; entre 2007 y 2011 de 1.48 por ciento, una diferencia de cuatro tantos. Si todo va bien, el calderonato cerrará su ciclo con una tasa anual promedio de entre 1.8 y 1.9 por ciento. Nada que ver, pues.
El optimismo del inquilino de Los Pinos no es compartido por otras áreas de gobierno, como en la Cámara de Diputados, en donde su Centro de Estudios de las Finanzas Públicas advierte que los indicadores económicos dados a conocer siguen marcados por la inestabilidad e incertidumbre que prevalece en los mercados internacionales; en México el sistema de indicadores cíclicos muestra que la economía mexicana viene perdiendo dinamismo, tal como se aprecia en el indicador coincidente que se localiza en fase de desaceleración. El reporte de la actividad industrial revela que el sector de la construcción y el de las manufacturas continúan creciendo, aunque de forma moderada, misma situación se observa con la inversión fija bruta, que alcanza 24 meses consecutivos de incrementos anuales, pero su dinámica no es tan fuerte, ya que presenta signos de debilidad al reportar un menor crecimiento. Asimismo, la situación del empleo sigue siendo precaria, debido a que la informalidad continúa siendo el principal generador de empleo en el país y a que los ingresos siguen creciendo muy por debajo de la inflación.
De acuerdo con los componentes del Sistema de Indicadores Cíclicos dados a conocer por el Inegi, precisa el CEFP, en febrero de 2012 el indicador coincidente (que refleja el estado general de la economía mexicana) se ubicó en una fase de desaceleración tras situarse en 100.7 puntos y disminuir 0.01 puntos con relación al mes anterior, con lo que dicho indicador se encontró por primera vez en dicha fase después de presentar 12 meses consecutivos en fase de expansión. A su interior, los elementos del indicador coincidente se encontraron en fase de desaceleración: el indicador de la actividad económica mensual, la tasa de desocupación urbana y el indicador de la actividad industrial; mientras en fase expansiva se situaron el índice de ventas netas al por menor en los establecimientos comerciales, el número de asegurados permanentes al IMSS y las importaciones totales. Así, se podría esperar que el indicador coincidente mantenga cierta debilidad debido a que, en marzo de 2012, el indicador de la tasa de desocupación urbana se encontró en fase de desaceleración.
Por su parte, el indicador adelantado (cuya función es la de anticipar la posible trayectoria del estado general de la economía) se colocó, en febrero de 2012, en la fase de expansión al presentar un valor de 100.53 puntos y ampliarse 0.20 puntos respecto al mes anterior. Además, el Inegi señaló que, con información oportuna, para marzo de 2012 dicho indicador se situó también en fase de expansión al registrar un valor de 100.72 puntos y aumentar 0.19 puntos respecto al mes anterior; su quinto mes consecutivo en dicha fase después de haber presentado siete meses sucesivos en desaceleración. De acuerdo con el citado instituto, la economía mexicana continúa en fase de expansión, pero no se indica qué tan robusta sea cuando viene perdiendo dinamismo, como se aprecia en el indicador coincidente.
Un elemento primordial que muestra la solidez económica nacional es el empleo, y sobre el particular el CEFP, con base en las cifras del propio Inegi, señala que nadie puede presumir que el sector formal continúe siendo el principal generador de oportunidades, pues sólo en el primer trimestre de 2012 casi 763 mil mexicanos adicionales se ocuparon en la informalidad, sector en el que sobreviven alrededor de 14 millones de personas. Los resultados trimestrales de la ENOE siguen confirmando la precarización del empleo nacional. De esta manera, al mismo tiempo que muchas personas se encuentran buscando trabajo, sólo está disponible un número reducido de plazas en el sector formal, provocando menores ingresos y mayor informalidad. Por ello, la tasa de desocupación sigue sin regresar a los niveles previos a la crisis.
Las rebanadas del pastel
El burro hablando de orejas: hago votos para que en todas las fuerzas políticas, sus candidatas y candidatos, prevalezca precisamente la tolerancia, la razón y la apertura, y que verdaderamente la democracia sea con base en el diálogo, el argumento y el contra argumento y no con base en el insulto o el odio o la expresión soez, a las que ha llegado a incurrir precisamente una parte de la sociedad, no ahora sino en lo que fue una parte de los primeros actos de esta administración (sic y recontra sic del actual inquilino de Los Pinos, quien si algo promovió como candidato fue el insulto, el odio y la expresión soez).
Triunfalismo ramplón
Carlos Fernández-Vega / México SA
Falso como los billetes de tres pesos, pero más optimista que nunca –la cercanía de los comicios y la negra perspectiva para su partido lo obligan a sonreír más de lo acostumbrado–, el gobierno calderonista presume que la economía mexicana es sólida y crece sostenidamente. De hecho, el inquilino de Los Pinos ni parpadeó cuando días atrás se aventó la siguiente puntada: la tasa de crecimiento es la más alta desde la década de los 70 (en los hechos, en el sexenio de Calderón ha sido la más baja en los últimos ochenta años: 1.8-1.9 por ciento, si bien va, contra 6 por ciento en la década por él referida). Al mismo tiempo, prácticamente, José Angel Gurría, ex secretario de Hacienda de Ernesto Zedillo y ahora en funciones de secretario general de la OCDE, contó su propio chiste: la economía mexicana, dijo, es de otro planeta y se encuentra en otra dimensión.
Pues bien, nuestra economía sólida, creciente y extraterrestre no parece tal cuando se recuerda que por su mediocridad e incapacidad mantiene en la pobreza a la mitad de la población, y contando; que no genera empleo para sus habitantes y ha destrozado el poder adquisitivo de la población; que expulsa mano de obra o la condena a la informalidad; que no distribuye el ingreso ni la riqueza y que, en fin, cada día ofrece menos oportunidades para los más y se coloca entre los últimos lugares de crecimiento latinoamericano, cuando es obligado que se ubique entre los primeros.
Ahora, dijo Calderón, la tasa de crecimiento en México es la más alta desde los años 70, pero la estadística oficial (Inegi) lo desmiente categóricamente. Por ejemplo, la mayor tasa reportada en dicho decenio fue de 9.7 por ciento en 1979; la más elevada con el actual inquilino de Los Pinos ha sido de 5.5 por ciento en 2011; la menor para el primero de los periodos citados fue de 3.39 en 1977, mientras con el susodicho fue de -6.5 por ciento. En síntesis, en los años 70 la tasa anual promedio de crecimiento fue de 6 por ciento; entre 2007 y 2011 de 1.48 por ciento, una diferencia de cuatro tantos. Si todo va bien, el calderonato cerrará su ciclo con una tasa anual promedio de entre 1.8 y 1.9 por ciento. Nada que ver, pues.
El optimismo del inquilino de Los Pinos no es compartido por otras áreas de gobierno, como en la Cámara de Diputados, en donde su Centro de Estudios de las Finanzas Públicas advierte que los indicadores económicos dados a conocer siguen marcados por la inestabilidad e incertidumbre que prevalece en los mercados internacionales; en México el sistema de indicadores cíclicos muestra que la economía mexicana viene perdiendo dinamismo, tal como se aprecia en el indicador coincidente que se localiza en fase de desaceleración. El reporte de la actividad industrial revela que el sector de la construcción y el de las manufacturas continúan creciendo, aunque de forma moderada, misma situación se observa con la inversión fija bruta, que alcanza 24 meses consecutivos de incrementos anuales, pero su dinámica no es tan fuerte, ya que presenta signos de debilidad al reportar un menor crecimiento. Asimismo, la situación del empleo sigue siendo precaria, debido a que la informalidad continúa siendo el principal generador de empleo en el país y a que los ingresos siguen creciendo muy por debajo de la inflación.
De acuerdo con los componentes del Sistema de Indicadores Cíclicos dados a conocer por el Inegi, precisa el CEFP, en febrero de 2012 el indicador coincidente (que refleja el estado general de la economía mexicana) se ubicó en una fase de desaceleración tras situarse en 100.7 puntos y disminuir 0.01 puntos con relación al mes anterior, con lo que dicho indicador se encontró por primera vez en dicha fase después de presentar 12 meses consecutivos en fase de expansión. A su interior, los elementos del indicador coincidente se encontraron en fase de desaceleración: el indicador de la actividad económica mensual, la tasa de desocupación urbana y el indicador de la actividad industrial; mientras en fase expansiva se situaron el índice de ventas netas al por menor en los establecimientos comerciales, el número de asegurados permanentes al IMSS y las importaciones totales. Así, se podría esperar que el indicador coincidente mantenga cierta debilidad debido a que, en marzo de 2012, el indicador de la tasa de desocupación urbana se encontró en fase de desaceleración.
Por su parte, el indicador adelantado (cuya función es la de anticipar la posible trayectoria del estado general de la economía) se colocó, en febrero de 2012, en la fase de expansión al presentar un valor de 100.53 puntos y ampliarse 0.20 puntos respecto al mes anterior. Además, el Inegi señaló que, con información oportuna, para marzo de 2012 dicho indicador se situó también en fase de expansión al registrar un valor de 100.72 puntos y aumentar 0.19 puntos respecto al mes anterior; su quinto mes consecutivo en dicha fase después de haber presentado siete meses sucesivos en desaceleración. De acuerdo con el citado instituto, la economía mexicana continúa en fase de expansión, pero no se indica qué tan robusta sea cuando viene perdiendo dinamismo, como se aprecia en el indicador coincidente.
Un elemento primordial que muestra la solidez económica nacional es el empleo, y sobre el particular el CEFP, con base en las cifras del propio Inegi, señala que nadie puede presumir que el sector formal continúe siendo el principal generador de oportunidades, pues sólo en el primer trimestre de 2012 casi 763 mil mexicanos adicionales se ocuparon en la informalidad, sector en el que sobreviven alrededor de 14 millones de personas. Los resultados trimestrales de la ENOE siguen confirmando la precarización del empleo nacional. De esta manera, al mismo tiempo que muchas personas se encuentran buscando trabajo, sólo está disponible un número reducido de plazas en el sector formal, provocando menores ingresos y mayor informalidad. Por ello, la tasa de desocupación sigue sin regresar a los niveles previos a la crisis.
Las rebanadas del pastel
El burro hablando de orejas: hago votos para que en todas las fuerzas políticas, sus candidatas y candidatos, prevalezca precisamente la tolerancia, la razón y la apertura, y que verdaderamente la democracia sea con base en el diálogo, el argumento y el contra argumento y no con base en el insulto o el odio o la expresión soez, a las que ha llegado a incurrir precisamente una parte de la sociedad, no ahora sino en lo que fue una parte de los primeros actos de esta administración (sic y recontra sic del actual inquilino de Los Pinos, quien si algo promovió como candidato fue el insulto, el odio y la expresión soez).
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