Nueva catarsis antipriísta y antitelevisiva inunda la plaza pública
Del Twitter al Zócalo en favor de López Obrador
Jóvenes y viejos convergen en un acto de apoyo sin la presencia del candidato
Alonso Urrutia
La Jornada
Setenta años durmiendo. Doce años soñando... Yo ya desperté. Del Twitter a la plaza pública, al Zócalo capitalino, que un día después de la catarsis antipriísta se vuelve a llenar al conjuro de Andrés Manuel López Obrador. Extraño mitin en tiempos de campaña sin políticos, incluso sin la presencia personal del tabasqueño, cuya imagen se reproduce por miles en la diversidad de la imaginación popular o en consignas.
El poder de las redes sociales atrajo a miles de jóvenes que evocaron al viernes negro de la Universidad Iberoamericana como detonante del viraje de la campaña y han vuelto a la calle en favor de López Obrador.
“Gracias Ibero, por ese viernes negro”, en alusión a la fracasada incursión de Enrique Peña Nieto en los recintos universitarios. Un día que parece haber despertado a los jóvenes que este domingo, en una suerte de deja vu, congrega a universitarios y politécnicos en la plaza pública, como en aquellos años del 68.
Y en esa lógica el repudio al PRI y su candidato presidencial es generalizado, tanto como la expresión de hartazgo contra Televisa. Han pasado los años desde que El Tigre (Emilio Azcárraga Milmo) confesó la condición de soldado del PRI de él y su empresa, aunque en la lógica colectiva actual Televisa es ya un general que impone sus candidatos. No a Televisa, es una recurrente consigna.
Los emblemáticos goyas coexisten con los huélums y la adhesión de los uameros. Todos ellos corean una estrambótica consigna: “Ibero, aguanta, el Poli se levanta”. En la lógica del antipriísmo y el lopezobradorismo, todo parece caber.
Las imágenes del tabasqueño dominan la escena: López Obrador relajado y sonriente, rubricado en la pancarta con La verdad nos hará libres. Un rostro adusto del tabasqueño, enmarcado en otra manta que acredita el apoyo del IPN; una caricatura de López Obrador, herencia del desdichado año que para sus simpatizantes fue 2006, o una pancarta donde aparece el ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula con López Obrador. El candidato está por todas partes, pero no aparece una sola bandera de los partidos que lo respaldan.
Universitarios que con la irreverencia de la juventud corean: Yo no vine por mi torta, vine por mis huevos, que en voces femeninas alcanza mayor estruendo el mediodía del domingo. Es apenas uno de tantos, como el estribillo: Hay que estudiar, hay que estudiar, porque si no estudias como Peña acabarás.
En 2006, Estephanie Hernández cursaba la primaria y ahora cumplirá 18 años justamente tres días antes de la elección y ya anticipa su voto. Una de sus amigas se apresura a enseñar su credencial de elector para acreditar que no faltarán a esa cita. Ambas apenas terminaban prescolar cuando el PRI salió del poder, en los albores de este milenio.
A la distancia, los viejos sonríen complacidos. Es un encuentro de generaciones. Los ancianos suplen el desparpajo de los jóvenes con la cuasi veneración con que ven a López Obrador. Soportan el calor, la muchedumbre, el jolgorio en que está convertido este domingo el Zócalo.
Al pie del asta bandera, con el sol a plomo, Ángel Guerra aguanta ya tres horas de concentración, sentado en una minúscula silla: ¿Desde cuándo estoy con López Obrador? Ufff, desde antes de 2006.En su camisa cuelga algo que parece un escapulario amarillento, como suelen ser esos símbolos religiosos de tanto uso, pero en realidad es una pequeña fotografía de López Obrador con la banda tricolor de presidente legítimo. Resalta orgulloso: Aquí estuvimos cuando rindió protesta...
A su lado, su esposa Margarita, de 82 años de edad, y Cristina Caudillo, de 77 años, quien narra su caminar por estas veredas de los movimientos populares. Se confiesa izquierdista de pura cepa, desde tiempos de don Heberto, con el PMT. Luego vino el ingeniero (Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano) y ahora López Obrador.
Sin la infraestructura propia de un mitin, con un camión de la Central del Pueblo donde se pretendía presentar una obra de teatro, se improvisa un templete, aunque centenares deambulan por todo el Zócalo con AMLO como consigna. Desde el camión, el escritor Paco Ignacio Taibo II encamina los ánimos de la concentración, la expresión chilanga de la jornada mundial de apoyo a López Obrador: Nos dicen que en Australia ya se manifestaron, en Italia, en Alemania, en China. En las redes sociales comienzan a aparecer las fotografías de las diversas ciudades en el mundo con muestras de apoyo.
Presente en la plaza, la también escritora Elena Poniatowska recibe una muestra colectiva de afecto con ocasión de sus 80 años de vida, por la cual escucha una improvisada interpretación de Las mañanitas. Sonriente, agradece el gesto y ya de salida se muestra conmovida por la pasión de los jóvenes en favor del movimiento de López Obrador.
En determinado momento en la plaza se propone un boicot a Televisa el 26 y 27 de mayo, para no ver sus canales. Luego se expone a la asamblea el preocupante caso de asedio a la periodista Carmen Aristegui para que, acto seguido, se repruebe la candidatura de Alejandro Puente, dirigente de la Canitec por parte del movimiento que respalda a López Obrador. La voz del orador sugiere lo vergonzoso de semejante candidatura, que desata el grito de la masa, sentencia inapelable: ¡fuera, fuera!, que termina por transformarse en un ¡Carmen, Carmen!
Taibo II ofrece un balance al final del acto: La suma de jóvenes es muy espectacular.
Y mientras los oradores lanzan discursos, la masa que asiste sigue su expresión libre. Una gran pancarta con la galería del horror de PRI-PAN, con fotos que van del movimiento estudiantil del 68 a la guerra de Calderón. En el Zócalo, la manifestación concluye, pero un nutrido grupo invierte el orden e inicia una marcha hacia el Ángel de la Independencia.
Del Twitter al Zócalo en favor de López Obrador
Jóvenes y viejos convergen en un acto de apoyo sin la presencia del candidato
Alonso Urrutia
La Jornada
Setenta años durmiendo. Doce años soñando... Yo ya desperté. Del Twitter a la plaza pública, al Zócalo capitalino, que un día después de la catarsis antipriísta se vuelve a llenar al conjuro de Andrés Manuel López Obrador. Extraño mitin en tiempos de campaña sin políticos, incluso sin la presencia personal del tabasqueño, cuya imagen se reproduce por miles en la diversidad de la imaginación popular o en consignas.
El poder de las redes sociales atrajo a miles de jóvenes que evocaron al viernes negro de la Universidad Iberoamericana como detonante del viraje de la campaña y han vuelto a la calle en favor de López Obrador.
“Gracias Ibero, por ese viernes negro”, en alusión a la fracasada incursión de Enrique Peña Nieto en los recintos universitarios. Un día que parece haber despertado a los jóvenes que este domingo, en una suerte de deja vu, congrega a universitarios y politécnicos en la plaza pública, como en aquellos años del 68.
Y en esa lógica el repudio al PRI y su candidato presidencial es generalizado, tanto como la expresión de hartazgo contra Televisa. Han pasado los años desde que El Tigre (Emilio Azcárraga Milmo) confesó la condición de soldado del PRI de él y su empresa, aunque en la lógica colectiva actual Televisa es ya un general que impone sus candidatos. No a Televisa, es una recurrente consigna.
Los emblemáticos goyas coexisten con los huélums y la adhesión de los uameros. Todos ellos corean una estrambótica consigna: “Ibero, aguanta, el Poli se levanta”. En la lógica del antipriísmo y el lopezobradorismo, todo parece caber.
Las imágenes del tabasqueño dominan la escena: López Obrador relajado y sonriente, rubricado en la pancarta con La verdad nos hará libres. Un rostro adusto del tabasqueño, enmarcado en otra manta que acredita el apoyo del IPN; una caricatura de López Obrador, herencia del desdichado año que para sus simpatizantes fue 2006, o una pancarta donde aparece el ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula con López Obrador. El candidato está por todas partes, pero no aparece una sola bandera de los partidos que lo respaldan.
Universitarios que con la irreverencia de la juventud corean: Yo no vine por mi torta, vine por mis huevos, que en voces femeninas alcanza mayor estruendo el mediodía del domingo. Es apenas uno de tantos, como el estribillo: Hay que estudiar, hay que estudiar, porque si no estudias como Peña acabarás.
En 2006, Estephanie Hernández cursaba la primaria y ahora cumplirá 18 años justamente tres días antes de la elección y ya anticipa su voto. Una de sus amigas se apresura a enseñar su credencial de elector para acreditar que no faltarán a esa cita. Ambas apenas terminaban prescolar cuando el PRI salió del poder, en los albores de este milenio.
A la distancia, los viejos sonríen complacidos. Es un encuentro de generaciones. Los ancianos suplen el desparpajo de los jóvenes con la cuasi veneración con que ven a López Obrador. Soportan el calor, la muchedumbre, el jolgorio en que está convertido este domingo el Zócalo.
Al pie del asta bandera, con el sol a plomo, Ángel Guerra aguanta ya tres horas de concentración, sentado en una minúscula silla: ¿Desde cuándo estoy con López Obrador? Ufff, desde antes de 2006.En su camisa cuelga algo que parece un escapulario amarillento, como suelen ser esos símbolos religiosos de tanto uso, pero en realidad es una pequeña fotografía de López Obrador con la banda tricolor de presidente legítimo. Resalta orgulloso: Aquí estuvimos cuando rindió protesta...
A su lado, su esposa Margarita, de 82 años de edad, y Cristina Caudillo, de 77 años, quien narra su caminar por estas veredas de los movimientos populares. Se confiesa izquierdista de pura cepa, desde tiempos de don Heberto, con el PMT. Luego vino el ingeniero (Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano) y ahora López Obrador.
Sin la infraestructura propia de un mitin, con un camión de la Central del Pueblo donde se pretendía presentar una obra de teatro, se improvisa un templete, aunque centenares deambulan por todo el Zócalo con AMLO como consigna. Desde el camión, el escritor Paco Ignacio Taibo II encamina los ánimos de la concentración, la expresión chilanga de la jornada mundial de apoyo a López Obrador: Nos dicen que en Australia ya se manifestaron, en Italia, en Alemania, en China. En las redes sociales comienzan a aparecer las fotografías de las diversas ciudades en el mundo con muestras de apoyo.
Presente en la plaza, la también escritora Elena Poniatowska recibe una muestra colectiva de afecto con ocasión de sus 80 años de vida, por la cual escucha una improvisada interpretación de Las mañanitas. Sonriente, agradece el gesto y ya de salida se muestra conmovida por la pasión de los jóvenes en favor del movimiento de López Obrador.
En determinado momento en la plaza se propone un boicot a Televisa el 26 y 27 de mayo, para no ver sus canales. Luego se expone a la asamblea el preocupante caso de asedio a la periodista Carmen Aristegui para que, acto seguido, se repruebe la candidatura de Alejandro Puente, dirigente de la Canitec por parte del movimiento que respalda a López Obrador. La voz del orador sugiere lo vergonzoso de semejante candidatura, que desata el grito de la masa, sentencia inapelable: ¡fuera, fuera!, que termina por transformarse en un ¡Carmen, Carmen!
Taibo II ofrece un balance al final del acto: La suma de jóvenes es muy espectacular.
Y mientras los oradores lanzan discursos, la masa que asiste sigue su expresión libre. Una gran pancarta con la galería del horror de PRI-PAN, con fotos que van del movimiento estudiantil del 68 a la guerra de Calderón. En el Zócalo, la manifestación concluye, pero un nutrido grupo invierte el orden e inicia una marcha hacia el Ángel de la Independencia.
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