Eduardo Ibarra Aguirre
Fueron suficientes 24 horas para que Leonardo Valdés Zurita produjera un viraje en sus opiniones de considerar atinadamente como un "reto a la autoridad electoral" y un “mal mensaje” que apuesta a la democracia de “baja intensidad”, la decisión de Tv Azteca de no garantizar la transmisión del debate entre candidatos presidenciales, pues al momento de votar la propuesta de cuatro partidos políticos para que el Instituto Federal Electoral solicitara a la Secretaría de Gobernación que ordenara la transmisión en cadena nacional, el consejero presidente encabezó a los que la rechazaron.
Sólo los consejeros Lorenzo Córdova y Alfredo Figueroa votaron en contra de dejar a los concesionarios de un bien público la decisión de transmitir o no el debate, y ahora el Consejo General limitará sus buenos oficios a hacer llamados como el de Macarita Elizondo: “… convocamos a las (concesionarias) que aún no lo han hecho para que transmitan los debates en vivo”. La consejera puede esperar sentada para que no se canse, la más que previsible, tradicional respuesta arrogante de Ricardo Benjamín Salinas.
El historiador Enrique Krauze lo explicó muy bien. Salinas Pliego “Declaró que uno de sus canales transmitirá un partido de futbol a la hora del debate y anunció que publicará los ratings comparativos. Es una burla a la frágil democracia mexicana y un arrogante: ‘¡Al pueblo, pan y circo!’, porque el circo es propiedad privada del señor Salinas. Debemos recordarle que no lo es: en México, la televisión privada es una concesión pública, que por definición debe servir al interés público. Ese interés, en este caso, es evidente: en México pueden verse cientos de partidos de futbol (con sus respectivos debates) al año, pero para la elección presidencial 2012 tendremos sólo dos debates. Y es del más alto interés público que lleguen al mayor número de ciudadanos”.
Mientras disímbolas voces y plumas de la academia y los medios de comunicación, trabajadores de la cultura y dirigentes sociales ajenos por completo al partidarismo político orgánico, se pronuncian por una “transmisión en cadena nacional” del debate del domingo 6 a las 20 horas, destacadamente José Woldenberg, otrora presidente del IFE, el gobierno de Felpe Calderón, en voz del secretario de Gobernación, expresó su pleno respaldo al IFE para “salvaguardar las libertades y los derechos” de todos los mexicanos para “vivir y desarrollarse con tranquilidad y armonía”, ejerciendo siempre sus “derechos de elegir, como marca la Constitución”.
Llama mucho la atención el disciplinado frente de los hombres y las mujeres del Revolucionario Institucional y Enrique Peña en torno a un caro tema que pretenden presentar como de libertad de expresión del concesionario Ricardo Salinas y de los televidentes frente a la solicitud de la cadena nacional para el debate, y contraponerlos artificialmente.
Manlio Fabio Beltrones, líder de los senadores priístas, no tuvo recato y abiertamente defendió desde Cancún, Quintana Roo: Puesto que “Las televisoras y radiodifusoras ya cumplen con difundir en tiempo oficial los mensajes de los candidatos y partidos políticos”, ellos (Tv Azteca) “no tienen ninguna obligación de transmitir el debate”.
Ninguno de los priístas con arrebatos de demócratas tardíos, explica a la ciudadanía a la que le solicitan el voto qué tanto influye en esta conducta el interés porque no sean demasiados los televidentes que constaten con voz e imagen las conocidas pero aún sobrevaloradas limitaciones intelectuales de Peña Nieto para debatir con sus dos contrincantes, pues el tercero como es sabido corresponde a las mezquinas necesidades de la todopoderosa del magisterio.
Fueron suficientes 24 horas para que Leonardo Valdés Zurita produjera un viraje en sus opiniones de considerar atinadamente como un "reto a la autoridad electoral" y un “mal mensaje” que apuesta a la democracia de “baja intensidad”, la decisión de Tv Azteca de no garantizar la transmisión del debate entre candidatos presidenciales, pues al momento de votar la propuesta de cuatro partidos políticos para que el Instituto Federal Electoral solicitara a la Secretaría de Gobernación que ordenara la transmisión en cadena nacional, el consejero presidente encabezó a los que la rechazaron.
Sólo los consejeros Lorenzo Córdova y Alfredo Figueroa votaron en contra de dejar a los concesionarios de un bien público la decisión de transmitir o no el debate, y ahora el Consejo General limitará sus buenos oficios a hacer llamados como el de Macarita Elizondo: “… convocamos a las (concesionarias) que aún no lo han hecho para que transmitan los debates en vivo”. La consejera puede esperar sentada para que no se canse, la más que previsible, tradicional respuesta arrogante de Ricardo Benjamín Salinas.
El historiador Enrique Krauze lo explicó muy bien. Salinas Pliego “Declaró que uno de sus canales transmitirá un partido de futbol a la hora del debate y anunció que publicará los ratings comparativos. Es una burla a la frágil democracia mexicana y un arrogante: ‘¡Al pueblo, pan y circo!’, porque el circo es propiedad privada del señor Salinas. Debemos recordarle que no lo es: en México, la televisión privada es una concesión pública, que por definición debe servir al interés público. Ese interés, en este caso, es evidente: en México pueden verse cientos de partidos de futbol (con sus respectivos debates) al año, pero para la elección presidencial 2012 tendremos sólo dos debates. Y es del más alto interés público que lleguen al mayor número de ciudadanos”.
Mientras disímbolas voces y plumas de la academia y los medios de comunicación, trabajadores de la cultura y dirigentes sociales ajenos por completo al partidarismo político orgánico, se pronuncian por una “transmisión en cadena nacional” del debate del domingo 6 a las 20 horas, destacadamente José Woldenberg, otrora presidente del IFE, el gobierno de Felpe Calderón, en voz del secretario de Gobernación, expresó su pleno respaldo al IFE para “salvaguardar las libertades y los derechos” de todos los mexicanos para “vivir y desarrollarse con tranquilidad y armonía”, ejerciendo siempre sus “derechos de elegir, como marca la Constitución”.
Llama mucho la atención el disciplinado frente de los hombres y las mujeres del Revolucionario Institucional y Enrique Peña en torno a un caro tema que pretenden presentar como de libertad de expresión del concesionario Ricardo Salinas y de los televidentes frente a la solicitud de la cadena nacional para el debate, y contraponerlos artificialmente.
Manlio Fabio Beltrones, líder de los senadores priístas, no tuvo recato y abiertamente defendió desde Cancún, Quintana Roo: Puesto que “Las televisoras y radiodifusoras ya cumplen con difundir en tiempo oficial los mensajes de los candidatos y partidos políticos”, ellos (Tv Azteca) “no tienen ninguna obligación de transmitir el debate”.
Ninguno de los priístas con arrebatos de demócratas tardíos, explica a la ciudadanía a la que le solicitan el voto qué tanto influye en esta conducta el interés porque no sean demasiados los televidentes que constaten con voz e imagen las conocidas pero aún sobrevaloradas limitaciones intelectuales de Peña Nieto para debatir con sus dos contrincantes, pues el tercero como es sabido corresponde a las mezquinas necesidades de la todopoderosa del magisterio.
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