¿Corrección o expolio fiscal?

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

José López Portillo -que fue el más grande- previno sobre el peligro de que México se convirtiese en un país de cínicos. En esas está la nación, en esas están los funcionarios públicos, muchos legisladores, casi todos los ministros, magistrados y jueces del Poder Judicial de la Federación. Se encubren unos a otros, mienten para justificar lo que no hicieron o hacen mal contra esa sociedad a la que constitucionalmente juraron defender.

Afirma Ernesto Revilla, pulcro y pudibundo funcionario del SAT, que la recaudación fiscal fue la mayor en 30 años, y ¿cómo no podría serlo, si para lograrlo sujetan al expolio a los contribuyentes cautivos?

No es un aserto gratuito. Un profesional de ingresos medios, que debe extender sus recibos fiscales para cobrar sus servicios, de inmediato ha de enterar, mes a mes, el IVA y el ISR de manera provisional; posteriormente, el 30 de abril de cada año, ha de presentar su declaración anual, donde recibe un apretón hacendario, y otro mayor al exigírsele el IETU, con la promesa de que habrá una revisión y un regreso por el posible pago excedente de la tributación.

Sólo de esa manera pueden atreverse a afirmar que obtuvieron la mayor recaudación en 30 años, lo que de inmediato obliga a pensar cómo se puede mentir con tanto desparpajo y además continuar “mamando” del presupuesto.

No es difícil lograrlo. La literatura ayuda a comprender el comportamiento de los poderosos y la mansedumbre de los gobernados. En un texto de Javier Marías encuentro: “Ya no estamos en aquellos tiempos en que todo debía juzgarse o por lo menos saberse; hoy son incontables los crímenes que jamás se resuelven ni se castigan porque se ignora quién los puede cometer -son tantos que no hay suficientes ojos para mirar en derredor- y rara vez se encuentra a alguien a quien sentar en un banquillo con un poco de verosimilitud: atentados terroristas, asesinatos de mujeres en Guatemala o en Ciudad Juárez, ajustes de cuentas entre traficantes, matanzas indiscriminadas en África, bombardeos sobre civiles por parte de esos aviones nuestros sin piloto y por tanto sin rostro… Son aún más incontables aquellos de los que nadie se ocupa y que ni siquiera son investigados, se ve como tarea ilusa y se archivan nada más suceder; y todavía más los que no dejan rastro, los que no están registrados, los jamás descubiertos, los desconocidos”.

Dentro de estos últimos incluiría los crímenes fiscales, porque matan con lentitud, son esa muerte oculta que despoja poco a poco de la capacidad de ahorro, de la posibilidad de vivir con dignidad, de ver a la familia a los ojos y sin vergüenza porque puede proveérsele de sustento, educación, salud.

El gobierno actual además de empobrecer a los mexicanos, les arrebató su dignidad. No, señor presidente de la República, no es corrección fiscal, como usted lo llama, se trata de un asalto en despoblado.

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