¿Cómo en Europa?

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Para fortuna de los mexicanos, la Presidencia de la República tiene fecha de caducidad. Quienes llegan a ejercerla acceden a ella con ingenuas aspiraciones de eternidad, pero en cuanto la realidad del poder les escuece las manos -no tan limpias-, la consciencia y el corazón, en la más íntima de sus intimidades agradecen que su calvario dure seis años, aunque beban las heces del cáliz el resto de sus vidas.

Lo anterior viene a cuento porque a los presidentes de la República les cuesta más trabajo dejar el poder que conquistarlo. Sufren cuando el modelo político exige, impone una pérdida paulatina de atribuciones, de idéntica manera a como se puede mondar una cebolla. Alguno se encerró en un barco de la Armada de México con su amante, para superar el trauma; otros, como el actual, mienten porque no soportan el juicio histórico cuyo desenlace conocen, por ser ellos los protagonistas del cuento.

Hoy, con todo desparpajo, el presidente de la República sostiene que él solito, como guía único del Poder Ejecutivo, salvó a México de estar como Europa. ¿Será? ¿Habrá quien se lo crea? Pregunta: ¿Podemos compararnos con la comunidad euro en cualquiera de los ámbitos de la vida nacional?

En un afán proselitista, fuera de todo marco de la ley electoral y de su mandato constitucional, afirma que la solidez económica alcanzada en su gobierno obedece a las medidas fiscales que permitieron “salvar al país de la línea de fuego” en que viven algunas naciones de Europa; recordó que las crisis recurrentes que hemos vivido a lo largo de tres décadas, “empobrecieron singularmente a una gran cantidad de mexicanos”.

Es cierto, hubo crisis recurrentes, pero las corrigieron y conjuraron los priistas antes del panato, allí están las cifras del INEGI. En los últimos 18 años no se creció como durante el sexenio de Zedillo.

Sobre el creciente número de mexicanos en pobreza alimentaria y en pobreza extrema, sobre las muertes violentas que a diario se multiplican y de las que no existen cifras confiables; encima del amasiato político con lo peor del sindicalismo educativo; con el desempleo galopante, la informalidad económica creciente, las desapariciones forzadas y la corrupción peor que nunca, ¿nos salvó de estar como en Europa?

Durante su participación en la XVI conferencia “El futuro de los negocios en América”, organizada por la Cámara Americana de Comercio en México, agregó: “donde nos hemos enfocado es a conservar en orden las variables macroeconómicas, principalmente el déficit fiscal”. ¡Claro! ¿Qué importan los gobernados? Todos saben ya que la macroeconomía y un déficit presupuestal bajo no garantizan que haya abasto de alimento en los hogares, como tampoco un buen gobierno.

Los mexicanos han de mostrarse agradecidos, su presidente evitó que vivieran como en Europa, la de la zona euro. Deben estar contentos, porque la macroeconomía no pudo evitar esta violencia que escuece alma y razón, que reduce los ánimos de eternidad a quien gobierna.

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