José Cárdenas
El debate entre los candidatos a la Jefatura de Gobierno del DF fue cualquier cosa menos eso.
Parecía como si las candidatas (las tres alegres comadres) ya estuvieran resignadas a la victoria de Miguel Ángel Mancera y trataran de lograr, como victoria moral, la incorporación de alguna de sus ideas en el programa definitivo del próximo gobierno de la Ciudad de México. Miguel Ángel Mancera no propuso proyectos… más bien mostró las nuevas reglas del juego de su inminente gobierno.
Calles para jugar; compactación del entorno urbano; ejes para el desarrollo urbanístico en tres vertientes; planes de agua; proyectos para la basura. Todo planeado. Todo con renders. Todo elaborado y terminado; documentos, datos para refutar, como el análisis del CIDE, la calificación de la deuda capitalina. Ni un hilo suelto.
Miguel Ángel lució seguro, sencillo, afable... hasta jovial.
Beatriz Paredes se vio con la solidez de su empaque político. “Yo ya he gobernado” —les dijo a los tres—. Conocedora, culta… tan dueña de la escena que hasta parecía desinteresada… displicente en su condición de leyenda de bronce.
La guapa Rosario Guerra no sabía a quién hablarle, si a sus desconocidos partidarios o a la dirigencia de su nuevo partido. Se le sintió como María Candelaria que no salía de Xochimilco… y cuando lo hizo fue para reprocharle a Beatriz haberla abandonado en manos de la canalla golpeadora del PRI chilango. Rosario acusó a Beatriz de venir del rancho a la capital, cada seis años, como golondrina, sólo a limosnear el voto. “Te aliaste con la mafia” —le dijo, airada—.
La señora Isabel Miranda de Wallace tampoco se sentía a gusto. A veces hablaba como ciudadana contra las estorbosas manifestaciones, a veces como militante neopanista con exhortaciones a votar por Josefina… y en otros momentos, como empresaria harta de tanta corrupción y burocracia. Casi al final, cuando escuchó propuestas como las suyas, en torno a los lugares comunes, dijo con sabiduría tras dos horas largas de aburrimiento: “Al final vamos a llegar a lo mismo”.
El debate del candidato y las tres candidatas al GDF fue insípido, innecesario e intrascendente.
Ni un ápice se moverán las encuestas. Las señoras no parecían contendientes ni adversarias de Mancera, parecían maestras en un examen final. Sólo les falto aplaudirle al ex procurador.
…y la nota del día, un back screen horrible donde se alternaban enormes paisajes de Xochimilco, el Palacio Nacional y otros sitios pintorescos de la Nueva Gran Tenochtitlán. –¿La Ciudad con Miguel Ángel?
…una ambientación digna de fin de cursos en la primaria nocturna “Hijos del Ejército”. O algo así.
MONJE LOCO: Algo raro le pasa a Josefina. –¿Por fin habrá entendido que está en campaña? Pinita se quitó el rebozo. Ya van tres días, tres, que ataca sin piedad a Peña Nieto. Empezó tibia… dijo que el candidato del PRI terminará por deslindarse de sí mismo (con relación al caso Yarrington y Romero Deschamps). Luego exigió que Humberto Moreira regrese… pero el dinero que se robó. Venía agarrando vuelo. Ya envalentonada parafraseó a Peña Nieto cuando éste dijo que en el PRI ya no caben los corruptos, y añadió: ¡Claro que ya no caben, porque ya está lleno! ¡Aleluya! Si Josefina quiere presenciar el hundimiento del PRITANIC, le urge encontrar un nuevo iceberg… más adecuado.
El debate entre los candidatos a la Jefatura de Gobierno del DF fue cualquier cosa menos eso.
Parecía como si las candidatas (las tres alegres comadres) ya estuvieran resignadas a la victoria de Miguel Ángel Mancera y trataran de lograr, como victoria moral, la incorporación de alguna de sus ideas en el programa definitivo del próximo gobierno de la Ciudad de México. Miguel Ángel Mancera no propuso proyectos… más bien mostró las nuevas reglas del juego de su inminente gobierno.
Calles para jugar; compactación del entorno urbano; ejes para el desarrollo urbanístico en tres vertientes; planes de agua; proyectos para la basura. Todo planeado. Todo con renders. Todo elaborado y terminado; documentos, datos para refutar, como el análisis del CIDE, la calificación de la deuda capitalina. Ni un hilo suelto.
Miguel Ángel lució seguro, sencillo, afable... hasta jovial.
Beatriz Paredes se vio con la solidez de su empaque político. “Yo ya he gobernado” —les dijo a los tres—. Conocedora, culta… tan dueña de la escena que hasta parecía desinteresada… displicente en su condición de leyenda de bronce.
La guapa Rosario Guerra no sabía a quién hablarle, si a sus desconocidos partidarios o a la dirigencia de su nuevo partido. Se le sintió como María Candelaria que no salía de Xochimilco… y cuando lo hizo fue para reprocharle a Beatriz haberla abandonado en manos de la canalla golpeadora del PRI chilango. Rosario acusó a Beatriz de venir del rancho a la capital, cada seis años, como golondrina, sólo a limosnear el voto. “Te aliaste con la mafia” —le dijo, airada—.
La señora Isabel Miranda de Wallace tampoco se sentía a gusto. A veces hablaba como ciudadana contra las estorbosas manifestaciones, a veces como militante neopanista con exhortaciones a votar por Josefina… y en otros momentos, como empresaria harta de tanta corrupción y burocracia. Casi al final, cuando escuchó propuestas como las suyas, en torno a los lugares comunes, dijo con sabiduría tras dos horas largas de aburrimiento: “Al final vamos a llegar a lo mismo”.
El debate del candidato y las tres candidatas al GDF fue insípido, innecesario e intrascendente.
Ni un ápice se moverán las encuestas. Las señoras no parecían contendientes ni adversarias de Mancera, parecían maestras en un examen final. Sólo les falto aplaudirle al ex procurador.
…y la nota del día, un back screen horrible donde se alternaban enormes paisajes de Xochimilco, el Palacio Nacional y otros sitios pintorescos de la Nueva Gran Tenochtitlán. –¿La Ciudad con Miguel Ángel?
…una ambientación digna de fin de cursos en la primaria nocturna “Hijos del Ejército”. O algo así.
MONJE LOCO: Algo raro le pasa a Josefina. –¿Por fin habrá entendido que está en campaña? Pinita se quitó el rebozo. Ya van tres días, tres, que ataca sin piedad a Peña Nieto. Empezó tibia… dijo que el candidato del PRI terminará por deslindarse de sí mismo (con relación al caso Yarrington y Romero Deschamps). Luego exigió que Humberto Moreira regrese… pero el dinero que se robó. Venía agarrando vuelo. Ya envalentonada parafraseó a Peña Nieto cuando éste dijo que en el PRI ya no caben los corruptos, y añadió: ¡Claro que ya no caben, porque ya está lleno! ¡Aleluya! Si Josefina quiere presenciar el hundimiento del PRITANIC, le urge encontrar un nuevo iceberg… más adecuado.
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