Salvador García Soto
Después de semanas de un arranque anticlimático y predecible, las campañas presidenciales han entrado, en el último mes de proselitismo, en una ruta de mayor disputa, entre las que se observa una forma inédita de competencia entre los candidatos: la movilización real de grupos a favor y en contra de los contrincantes que salen a las calles a expresarse y están provocando tensión en las campañas.
Es como si el viejo modelo del acarreo y la movilización inducida –propia de la política mexicana y practicada por todos los partidos políticos– comenzara a ser ineficiente y diera paso a una nueva forma de movimientos mucho más representativos, ya no solo de los militantes y simpatizantes partidistas que van por la torta, el subsidio o de plano el pago a las campañas, sino también por ciudadanos que se mueven más por convicciones.
Ayer fue un buen ejemplo de ese fenómeno que se está dando en estas campañas cuando en un mitin de Enrique Peña Nieto irrumpió un grupo de jóvenes estudiantes que se decían integrantes del movimiento “#Yo soy el 132”, y desplegaron mantas gigantes en contra del candidato priista, al que obligaron incluso a interrumpir su mensaje. A las consignas antipeñistas de este grupo que irrumpió en la plaza de Zacatecas, la respuesta de los priistas fueron gritos de apoyo a su candidato. “Con Peña somos más”, gritaban los priistas, mientras los que portaban las mantas coreaban también sus proclamas, llegando incluso a
los jaloneos.
Por la tarde, tras ese incidente en Zacatecas, se anunciaban nuevas ¨Brigadas juveniles por la paz¨ del PRI que se movilizarán contra los estudiantes que persiguen a Peña en sus mítines y también mujeres del PRI marchaban en Guanajuato ¨por la paz¨. Parece que a partir de ahora veremos en las campañas, duelos de grupos a favor y en contra de los candidatos que buscarán, con el riesgo de subir la tensión y el enfrentamiento, ver quién grita más fuerte o quien opaca al otro con sus expresiones.
Todo lo positivo que puede tener esta nueva forma de expresión que aflora en estas campañas, grupos organizados de ciudadanos que salen a las calles y a las plazas a manifestar lo que piensan, en lugar del tradicional acarreo electoral, se puede pervertir si se utiliza esta forma de movilización social en las campañas como actos de provocación o si los aludidos en las protestas –en este caso los priistas—responden con intolerancia y violencia a las movilizaciones.
Ojalá que la prudencia y la tolerancia prevalezcan de uno y otro lado: de quienes, legítimamente se organizan y se manifiestan en contra de un sistema o de un candidato que representa lo que ellos no quieren, pero también del lado de quienes son blanco de ese rechazo y que defienden, con la misma legitimidad, su derecho a apoyar a su candidato. La intolerancia y la agresión no le convienen a ninguno de esos grupos y tampoco le convienen al país.
Si de lo que se trata es de expresarse, todos tienen el derecho a hacerlo; si lo que se busca es influir para que el electorado decida por uno u otro candidato o defender un proyecto, eso puede y debe hacerse pacíficamente. Esperemos que detrás de estas nuevas expresiones, frescas, importantes y necesarias en la política mexicana, solo se asomen nuevas formas de manifestación y organización política de los ciudadanos, y que esto no termine en una confrontación envenenada que ahonde la crispación y la violencia.
NOTAS INDISCRETAS… Poco qué comentar del primer debate de los candidatos al GDF. Todos se cuidaron de más y no hubo confrontación ni escarceos verbales. Salvo Rosario Guerra que llamó “candidata golondrina” a Beatriz Paredes y cuestionó que realmente esté haciendo campaña por la ciudad, el resto fueron menciones sin mayor jiribilla entre los candidatos que se centraron en propuestas sobre la ciudad sustentable, agua y movilidad en la ciudad. Un debate que no tendrá mayor impacto… Los dados mandan. Escalera doble. Inicia semana.
Después de semanas de un arranque anticlimático y predecible, las campañas presidenciales han entrado, en el último mes de proselitismo, en una ruta de mayor disputa, entre las que se observa una forma inédita de competencia entre los candidatos: la movilización real de grupos a favor y en contra de los contrincantes que salen a las calles a expresarse y están provocando tensión en las campañas.
Es como si el viejo modelo del acarreo y la movilización inducida –propia de la política mexicana y practicada por todos los partidos políticos– comenzara a ser ineficiente y diera paso a una nueva forma de movimientos mucho más representativos, ya no solo de los militantes y simpatizantes partidistas que van por la torta, el subsidio o de plano el pago a las campañas, sino también por ciudadanos que se mueven más por convicciones.
Ayer fue un buen ejemplo de ese fenómeno que se está dando en estas campañas cuando en un mitin de Enrique Peña Nieto irrumpió un grupo de jóvenes estudiantes que se decían integrantes del movimiento “#Yo soy el 132”, y desplegaron mantas gigantes en contra del candidato priista, al que obligaron incluso a interrumpir su mensaje. A las consignas antipeñistas de este grupo que irrumpió en la plaza de Zacatecas, la respuesta de los priistas fueron gritos de apoyo a su candidato. “Con Peña somos más”, gritaban los priistas, mientras los que portaban las mantas coreaban también sus proclamas, llegando incluso a
los jaloneos.
Por la tarde, tras ese incidente en Zacatecas, se anunciaban nuevas ¨Brigadas juveniles por la paz¨ del PRI que se movilizarán contra los estudiantes que persiguen a Peña en sus mítines y también mujeres del PRI marchaban en Guanajuato ¨por la paz¨. Parece que a partir de ahora veremos en las campañas, duelos de grupos a favor y en contra de los candidatos que buscarán, con el riesgo de subir la tensión y el enfrentamiento, ver quién grita más fuerte o quien opaca al otro con sus expresiones.
Todo lo positivo que puede tener esta nueva forma de expresión que aflora en estas campañas, grupos organizados de ciudadanos que salen a las calles y a las plazas a manifestar lo que piensan, en lugar del tradicional acarreo electoral, se puede pervertir si se utiliza esta forma de movilización social en las campañas como actos de provocación o si los aludidos en las protestas –en este caso los priistas—responden con intolerancia y violencia a las movilizaciones.
Ojalá que la prudencia y la tolerancia prevalezcan de uno y otro lado: de quienes, legítimamente se organizan y se manifiestan en contra de un sistema o de un candidato que representa lo que ellos no quieren, pero también del lado de quienes son blanco de ese rechazo y que defienden, con la misma legitimidad, su derecho a apoyar a su candidato. La intolerancia y la agresión no le convienen a ninguno de esos grupos y tampoco le convienen al país.
Si de lo que se trata es de expresarse, todos tienen el derecho a hacerlo; si lo que se busca es influir para que el electorado decida por uno u otro candidato o defender un proyecto, eso puede y debe hacerse pacíficamente. Esperemos que detrás de estas nuevas expresiones, frescas, importantes y necesarias en la política mexicana, solo se asomen nuevas formas de manifestación y organización política de los ciudadanos, y que esto no termine en una confrontación envenenada que ahonde la crispación y la violencia.
NOTAS INDISCRETAS… Poco qué comentar del primer debate de los candidatos al GDF. Todos se cuidaron de más y no hubo confrontación ni escarceos verbales. Salvo Rosario Guerra que llamó “candidata golondrina” a Beatriz Paredes y cuestionó que realmente esté haciendo campaña por la ciudad, el resto fueron menciones sin mayor jiribilla entre los candidatos que se centraron en propuestas sobre la ciudad sustentable, agua y movilidad en la ciudad. Un debate que no tendrá mayor impacto… Los dados mandan. Escalera doble. Inicia semana.
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