México, rezagado en ahorro
Altos costos, bajos salarios
Carlos Fernández-Vega / México SA
Que ahora sí va en serio eso de bancarizar al país, se dijo en la 75 convención gremial en Acapulco, y tan va en serio, según dicen, que hasta Josefina Vázquez Mota, candidata de los barones del dinero, prometió que de llegar al hueso mayor se bancarizarán los pagos y transacciones del gobierno federal al 100 por ciento. Los señores de la banca mordieron el anzuelo josefinista y a la señora brindaron tremenda ovación. Más negocios para los voraces, promete la panista, pero lo cierto es que este tema ha estado presente en cuando menos sus últimas diez cumbres, que son anuales, y la posibilidad de que este asunto finalmente se concrete es igual a la que tiene La Jefa de ganar las elecciones y llegar a Los Pinos, es decir, ninguna.
El problema de la bancarización en México comienza por un asunto con dos vertientes, igual de correlacionadas que de evidentes: por un lado el creciente costo que para la gente representa ser cliente de un banco, pues la voracidad es el sello distintivo de las instituciones financieras y, por otro, que para ser cliente se requieren excedentes, o lo que es lo mismo, ahorro, de tal suerte que si de la mano van salarios miserables con la avaricia de los barones del dinero, entonces es entendible que en diez años el tema de la bancarización nunca trascendió el discurso. Y México, esa economía de otro planeta (Gurría dixit), reporta uno de los menores índices de bancarización de América Latina.
Con información del Banco Mundial, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados documenta que México se encuentra rezagado en lo que se refiere a utilización de cuentas con el propósito de ahorrar: sólo 6.73 por ciento de la población mayor de 15 años realizó ahorros en alguna institución financiera durante el último año, mientras en los casos de Brasil y Chile los porcentajes fueron de 10.29 y 12.42 por ciento, respectivamente. Para no ir más lejos, en Haití poco más de 18 por ciento de dicha población ahorró en alguna institución financiera.
El Banco Mundial, explica el CEFP, encuentra que a nivel global alrededor de 50 por ciento de los adultos tiene una cuenta bancaria; sin embargo, en el análisis que realiza por regiones los resultados varían ampliamente. Mientras casi la totalidad de los adultos en los países desarrollados tiene una cuenta bancaria (89 por ciento del total), en las naciones subdesarrolladas dicha proporción es de apenas 41 por ciento, es decir, alrededor de 2 mil 500 millones de personas en el mundo carecen de una cuenta bancaria formal.
En el caso de México el porcentaje de hombres y mujeres mayores de 15 años que tienen una cuenta bancaria en alguna institución financiera formal es de 33.19 y 21.97 por ciento, respectivamente, lo que resulta claramente inferior al promedio mundial y se encuentra por debajo de lo que ocurre en países latinoamericanos como Brasil y Chile, cuyos porcentajes son de 61.1 y 51.02 por ciento, y 43.44 y 40.97 por ciento, en cada caso. Lo anterior permite observar que en nuestro país la exclusión financiera afecta en mayor medida a las mujeres. Los indicadores mexicanos apenas se encuentran por arriba de los de países como Bolivia, Guatemala y Honduras
El hecho de que en los países pobres la población no utilice una cuenta bancaria para ahorrar tiene que ver con el nivel de ingresos (como factor fundamental), pero además con que depositar recursos en una institución formal puede acarrear costos (de transacción, transporte, por mantener una cuenta activa, comisiones, anualidades, mínimos de ahorro, etcétera), sobre todo si los intereses que se pagan a los ahorradores no son reales (es decir, no son superiores a la inflación), sino que son penalizados. Por ello la gente no encuentra incentivos para llevar sus recursos al sector financiero. Además, como también señala el Banco Mundial, por lo común la población carece no sólo de ingresos sino de educación financiera, por lo que no conoce los posibles beneficios que podría obtener de la utilización de los servicios financieros.
Así, más allá de la inexistencia de excedentes, el nivel educativo ayuda a explicar las importantes discrepancias en el uso de los servicios financieros entre países ricos y pobres. En las economías en desarrollo, los adultos con educación preparatoria (o mayor) reportan tener el doble de cuentas que aquellos con educación primaria (o menor). La edad es otro de los factores que explica el nivel de acceso a los servicios financieros, y el Banco Mundial reporta que la población entre 25 y 64 años es el sector donde esencialmente se encuentran las cuentas bancarias. En el mundo, 29 por ciento de los ahorradores no utiliza al sistema financiero para ahorrar y prefiere los clubs de crédito (que en México se conocen como tandas) para ahorrar, y este porcentaje es de más de 50 por ciento en algunas economías en desarrollo.
Al igual que en los casos citados, México se encuentra rezagado en el contexto latinoamericano respecto del otorgamiento de créditos. El porcentaje de la población que reportó haber recibido crédito de alguna institución financiera durante el último año fue de apenas 7.56 por ciento, mientras en Bolivia y República Dominicana dicho porcentaje fue de 16.62 y 13.89 por ciento, respectivamente (el caso de Bolivia es reflejo de la importancia que tienen las uniones de crédito y micro financieras en su sector rural). En otras economías regionales como Brasil y Chile los porcentajes de la población que obtuvo crédito durante el último año fueron 6.33 y 7.78 por ciento, en cada caso.
Otros renglones importantes en los que México se encuentra rezagado comparado con el promedio de América Latina son: la población con tarjeta de débito (22 contra 29 por ciento en la región); la población con tarjeta de crédito (13 contra 18 por ciento); población femenina que dispone de una cuenta en una institución financiera formal (22 contra 35 por ciento) y población que ahorró en alguna institución financiera durante el año anterior (siete contra 10 por ciento). Además, 56 por ciento de los municipios del país carecen de sucursales bancarias, y 50 por ciento de cajeros automáticos.
Las rebanadas del pastel
Entonces, México está peligrosamente rezagado en materia bancaria, pero las instituciones financieras que operan aquí –extranjeras en su mayoría– se embolsaron 548 mil millones de pesos en utilidades netas (hasta marzo de 2012, que es el corte de caja más reciente) en los dos sexenios panistas, 80 por ciento de las cuales se quedaron en seis bancos de 42 autorizados.
Altos costos, bajos salarios
Carlos Fernández-Vega / México SA
Que ahora sí va en serio eso de bancarizar al país, se dijo en la 75 convención gremial en Acapulco, y tan va en serio, según dicen, que hasta Josefina Vázquez Mota, candidata de los barones del dinero, prometió que de llegar al hueso mayor se bancarizarán los pagos y transacciones del gobierno federal al 100 por ciento. Los señores de la banca mordieron el anzuelo josefinista y a la señora brindaron tremenda ovación. Más negocios para los voraces, promete la panista, pero lo cierto es que este tema ha estado presente en cuando menos sus últimas diez cumbres, que son anuales, y la posibilidad de que este asunto finalmente se concrete es igual a la que tiene La Jefa de ganar las elecciones y llegar a Los Pinos, es decir, ninguna.
El problema de la bancarización en México comienza por un asunto con dos vertientes, igual de correlacionadas que de evidentes: por un lado el creciente costo que para la gente representa ser cliente de un banco, pues la voracidad es el sello distintivo de las instituciones financieras y, por otro, que para ser cliente se requieren excedentes, o lo que es lo mismo, ahorro, de tal suerte que si de la mano van salarios miserables con la avaricia de los barones del dinero, entonces es entendible que en diez años el tema de la bancarización nunca trascendió el discurso. Y México, esa economía de otro planeta (Gurría dixit), reporta uno de los menores índices de bancarización de América Latina.
Con información del Banco Mundial, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados documenta que México se encuentra rezagado en lo que se refiere a utilización de cuentas con el propósito de ahorrar: sólo 6.73 por ciento de la población mayor de 15 años realizó ahorros en alguna institución financiera durante el último año, mientras en los casos de Brasil y Chile los porcentajes fueron de 10.29 y 12.42 por ciento, respectivamente. Para no ir más lejos, en Haití poco más de 18 por ciento de dicha población ahorró en alguna institución financiera.
El Banco Mundial, explica el CEFP, encuentra que a nivel global alrededor de 50 por ciento de los adultos tiene una cuenta bancaria; sin embargo, en el análisis que realiza por regiones los resultados varían ampliamente. Mientras casi la totalidad de los adultos en los países desarrollados tiene una cuenta bancaria (89 por ciento del total), en las naciones subdesarrolladas dicha proporción es de apenas 41 por ciento, es decir, alrededor de 2 mil 500 millones de personas en el mundo carecen de una cuenta bancaria formal.
En el caso de México el porcentaje de hombres y mujeres mayores de 15 años que tienen una cuenta bancaria en alguna institución financiera formal es de 33.19 y 21.97 por ciento, respectivamente, lo que resulta claramente inferior al promedio mundial y se encuentra por debajo de lo que ocurre en países latinoamericanos como Brasil y Chile, cuyos porcentajes son de 61.1 y 51.02 por ciento, y 43.44 y 40.97 por ciento, en cada caso. Lo anterior permite observar que en nuestro país la exclusión financiera afecta en mayor medida a las mujeres. Los indicadores mexicanos apenas se encuentran por arriba de los de países como Bolivia, Guatemala y Honduras
El hecho de que en los países pobres la población no utilice una cuenta bancaria para ahorrar tiene que ver con el nivel de ingresos (como factor fundamental), pero además con que depositar recursos en una institución formal puede acarrear costos (de transacción, transporte, por mantener una cuenta activa, comisiones, anualidades, mínimos de ahorro, etcétera), sobre todo si los intereses que se pagan a los ahorradores no son reales (es decir, no son superiores a la inflación), sino que son penalizados. Por ello la gente no encuentra incentivos para llevar sus recursos al sector financiero. Además, como también señala el Banco Mundial, por lo común la población carece no sólo de ingresos sino de educación financiera, por lo que no conoce los posibles beneficios que podría obtener de la utilización de los servicios financieros.
Así, más allá de la inexistencia de excedentes, el nivel educativo ayuda a explicar las importantes discrepancias en el uso de los servicios financieros entre países ricos y pobres. En las economías en desarrollo, los adultos con educación preparatoria (o mayor) reportan tener el doble de cuentas que aquellos con educación primaria (o menor). La edad es otro de los factores que explica el nivel de acceso a los servicios financieros, y el Banco Mundial reporta que la población entre 25 y 64 años es el sector donde esencialmente se encuentran las cuentas bancarias. En el mundo, 29 por ciento de los ahorradores no utiliza al sistema financiero para ahorrar y prefiere los clubs de crédito (que en México se conocen como tandas) para ahorrar, y este porcentaje es de más de 50 por ciento en algunas economías en desarrollo.
Al igual que en los casos citados, México se encuentra rezagado en el contexto latinoamericano respecto del otorgamiento de créditos. El porcentaje de la población que reportó haber recibido crédito de alguna institución financiera durante el último año fue de apenas 7.56 por ciento, mientras en Bolivia y República Dominicana dicho porcentaje fue de 16.62 y 13.89 por ciento, respectivamente (el caso de Bolivia es reflejo de la importancia que tienen las uniones de crédito y micro financieras en su sector rural). En otras economías regionales como Brasil y Chile los porcentajes de la población que obtuvo crédito durante el último año fueron 6.33 y 7.78 por ciento, en cada caso.
Otros renglones importantes en los que México se encuentra rezagado comparado con el promedio de América Latina son: la población con tarjeta de débito (22 contra 29 por ciento en la región); la población con tarjeta de crédito (13 contra 18 por ciento); población femenina que dispone de una cuenta en una institución financiera formal (22 contra 35 por ciento) y población que ahorró en alguna institución financiera durante el año anterior (siete contra 10 por ciento). Además, 56 por ciento de los municipios del país carecen de sucursales bancarias, y 50 por ciento de cajeros automáticos.
Las rebanadas del pastel
Entonces, México está peligrosamente rezagado en materia bancaria, pero las instituciones financieras que operan aquí –extranjeras en su mayoría– se embolsaron 548 mil millones de pesos en utilidades netas (hasta marzo de 2012, que es el corte de caja más reciente) en los dos sexenios panistas, 80 por ciento de las cuales se quedaron en seis bancos de 42 autorizados.
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