AMLO y Zedillo

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Una querida y respetada lectora se muestra inconforme con mi aserto sobre la poca o nula confiabilidad que se pueda tener en AMLO. Su filípica telefónica me dejó momentáneamente mudo, porque soy interlocutor de ver a los ojos, porque me expreso mejor por escrito que en el diálogo.

El caso de AMLO se cuece aparte, porque -como todo político que anda tras el poder- engaña a la sociedad y a sus correligionarios sin el menor rubor, como sin vergüenza alguna estableció una temprana complicidad -quizá desde 1995- con Ernesto Zedillo, quien a través de Esteban Moctezuma Barragán le hizo llegar las cajas de los gastos de campaña de Roberto Madrazo a la gubernatura de Tabasco, consciente -EZ- de estar entregando las pruebas de lo “invertido” por CSG para hacerlo Presidente de la República; después Zedillo denunció su triunfo como una elección inequitativa.

Pero el priismo de AMLO viene de antes, de cuando fue subordinado de Enrique González Pedrero, con quien aprendió cómo negociar con el poder, pues el entonces director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM canjeó el honroso puesto académico por una senaduría, que a la postre se convirtió en la gubernatura de Tabasco. La negociación fue en Guadalajara, Jalisco, durante la primera etapa de la jira de LEA. Allí me lo contó.

Sus marchas de Villahermosa al DF tuvieron, siempre, un doble propósito: crecer él mismo como líder político, y hacer brillar a Manuel Camacho Solís como un hábil negociador y firme aspirante a suceder a CSG, a quien AMLO terminó despreciando porque algo le incumplió.

En el proyecto zedillista de entregar al país a los intereses políticos y económicos de EEUU a través de la alternancia, se incluyó dejar en manos de AMLO al DF, pues de otra manera cómo entender que en contra de toda norma legal electoral, Ernesto Zedillo ordenara darle el registro sin cumplir con los requisitos.

No hay pruebas tangibles de que haya ganado las elecciones de 2006, pero en el escenario que lo convierte en víctima de un magno fraude electoral, su respuesta fue excesiva; si el PAN se empeñó en dividir al país, con su reacción y el bloqueo a Reforma ensanchó esa división. El momento no estaba como para una violencia desbordada ni para tomar las armas, esa versión por él propalada no es verificable. Los movimientos armados que hoy deambulan por ciertas zonas de México, responden a una política empobrecedora, no a un fraude que le impidió a AMLO llegar a Los Pinos.

Mostró su talante e inteligencia con una réplica EPN en el debate: Usted entregó los segundos pisos a la IP, los cobran; los del DF los pagué yo. No, don Andrés Manuel, los pagan los contribuyentes, es dinero fiscal; en el Estado de México los pagarán sólo los automovilistas que quieran usarlos.

EPN llegará aunque usted no quiera, a pesar de las contumaces traiciones de Ernesto Zedillo a México.

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