Raymundo Riva Palacio
La sentencia de Luis Miguel Dena a seis años de prisión –condena apeladará- por haber espiado al ex director de Conaculta Sergio Vela, es una Caja de Pandora. Dena y ocho personas más fueron procesadas por cuatro años como resultado de una denuncia de espionaje del senador Manlio Fabio Beltrones, un caso donde filtraciones salidas de la PGR identificaron también como víctimas a políticos, líderes sindicales y artistas. Estos presuntos delitos fueron inexistentes; por el espionaje a Vela –que no acusó a nadie-, sólo Dena, pues el resto fue exonerado.
Este episodio no involucra únicamente a Dena, que fue delegado del Cisen en cuatro entidades, su director de Inteligencia y coordinador de inteligencia de la Policía Federal en el sexenio pasado, sino que mete directamente a Eduardo Medina Mora, director del servicio de inteligencia civil y procurador general, quien ordenó investigar a Beltrones en 2004, y procesar la acusación del senador en 2008 y del Cisen en 2009 como abogado de la nación, y contextualiza el espionaje en la lucha de poder y la sucesión presidencial.
Dena decidió salir a la arena pública como parte de su defensa jurídica. La investigación sobre Beltrones en 2005, dice, buscaba saber todo sobre ARegional, la consultoría creada en 2000 por los hoy senador y diputado Luis Alberto Cano Vélez, para asesorar financiera y económicamente al gobierno federal, y a estatales y municipales. El expediente sobre ARegional no arrojó ilegalidades, pero Medina Mora preparó una ficha sobre su conflicto de interés, porque en ese momento Beltrones era diputado y se abría la posibilidad de que usara su influencia para obtener contratos, para filtrarla a la prensa.
En ese momento el foco de interés estaba en otro estadio. Santiago Creel, secretario de Gobernación, aspiraba a la Presidencia, y Medina Mora, de acuerdo con Dena, lo ayudó. Para allanar el camino a la candidatura, suspendió una investigación del Cisen sobre los hijos de Marta Sahagún, esposa del presidente Vicente Fox, e investigó una unidad de inteligencia de TV Azteca, mientras prepararan en Bucareli la entrega de casinos a Televisa. Es decir, de acuerdo a lo expresado por Dena, el Cisen, que debía ser un órgano apartidista y de servicio único al Estado Mexicano, comenzó a ser utilizado con fines partidistas y para servicios personales.
Creel perdió la candidatura, pero Medina Mora entró al nuevo gobierno como procurador. El presidente Felipe Calderón designó como director del Cisen a Guillermo Valdés, sin experiencia en el área de inteligencia pero leal con su amigo, y el uso de la inteligencia con fines políticos se acentuó. En junio de 2008 Beltrones hizo la denuncia de espionaje político en su contra, y responsabilizó a los órganos del Estado. En vísperas de la elección federal en julio de 2009, la PGR filtró a la prensa que Beltrones no era el único político espiado, sino también varios actores centrales en aquél proceso. Sin embargo, lo más importante fue que vincularan esa red de espionaje al entonces gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto.
Ya eran las grandes figuras del PRI, y la insinuación del espionaje procedente del estado de México supuestamente buscaba enfrentarlos. No se sabe si ese episodio jugó un rol en el distanciamiento entre Peña Nieto y Beltrones y la lucha ratonera en la que se enfrascaron sus subalternos, hoy en día superada. Dena fue contratado en esos años por un organismo policial mexiquense para hacerles mapas de riesgo, pero nada más. La PGR nunca pudo probar que espiara a Beltrones o a otros políticos, y menos por órdenes de Toluca.
El caso en su contra fue armado por el entonces director de Contrainteligencia del Cisen, Joaquín Arenal, bajo las órdenes de Valdés. En el expediente, el Cisen tampoco aportó pruebas documentales o grabaciones aseguradas a Dena sobre los políticos. Arenal fue removido a la delegación del Cisen en el Distrito Federal cuando salió Valdés, y tres meses después de la designación de Jaime Domingo López Buitrón al frente del cisne, como apodan internamente al organismo, renunció. Este caso demuestra porqué la burra es arisca: el Cisen sí se ha utilizado, en gobiernos panistas, como vehículos de desinformación y descrédito público.
La sentencia de Luis Miguel Dena a seis años de prisión –condena apeladará- por haber espiado al ex director de Conaculta Sergio Vela, es una Caja de Pandora. Dena y ocho personas más fueron procesadas por cuatro años como resultado de una denuncia de espionaje del senador Manlio Fabio Beltrones, un caso donde filtraciones salidas de la PGR identificaron también como víctimas a políticos, líderes sindicales y artistas. Estos presuntos delitos fueron inexistentes; por el espionaje a Vela –que no acusó a nadie-, sólo Dena, pues el resto fue exonerado.
Este episodio no involucra únicamente a Dena, que fue delegado del Cisen en cuatro entidades, su director de Inteligencia y coordinador de inteligencia de la Policía Federal en el sexenio pasado, sino que mete directamente a Eduardo Medina Mora, director del servicio de inteligencia civil y procurador general, quien ordenó investigar a Beltrones en 2004, y procesar la acusación del senador en 2008 y del Cisen en 2009 como abogado de la nación, y contextualiza el espionaje en la lucha de poder y la sucesión presidencial.
Dena decidió salir a la arena pública como parte de su defensa jurídica. La investigación sobre Beltrones en 2005, dice, buscaba saber todo sobre ARegional, la consultoría creada en 2000 por los hoy senador y diputado Luis Alberto Cano Vélez, para asesorar financiera y económicamente al gobierno federal, y a estatales y municipales. El expediente sobre ARegional no arrojó ilegalidades, pero Medina Mora preparó una ficha sobre su conflicto de interés, porque en ese momento Beltrones era diputado y se abría la posibilidad de que usara su influencia para obtener contratos, para filtrarla a la prensa.
En ese momento el foco de interés estaba en otro estadio. Santiago Creel, secretario de Gobernación, aspiraba a la Presidencia, y Medina Mora, de acuerdo con Dena, lo ayudó. Para allanar el camino a la candidatura, suspendió una investigación del Cisen sobre los hijos de Marta Sahagún, esposa del presidente Vicente Fox, e investigó una unidad de inteligencia de TV Azteca, mientras prepararan en Bucareli la entrega de casinos a Televisa. Es decir, de acuerdo a lo expresado por Dena, el Cisen, que debía ser un órgano apartidista y de servicio único al Estado Mexicano, comenzó a ser utilizado con fines partidistas y para servicios personales.
Creel perdió la candidatura, pero Medina Mora entró al nuevo gobierno como procurador. El presidente Felipe Calderón designó como director del Cisen a Guillermo Valdés, sin experiencia en el área de inteligencia pero leal con su amigo, y el uso de la inteligencia con fines políticos se acentuó. En junio de 2008 Beltrones hizo la denuncia de espionaje político en su contra, y responsabilizó a los órganos del Estado. En vísperas de la elección federal en julio de 2009, la PGR filtró a la prensa que Beltrones no era el único político espiado, sino también varios actores centrales en aquél proceso. Sin embargo, lo más importante fue que vincularan esa red de espionaje al entonces gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto.
Ya eran las grandes figuras del PRI, y la insinuación del espionaje procedente del estado de México supuestamente buscaba enfrentarlos. No se sabe si ese episodio jugó un rol en el distanciamiento entre Peña Nieto y Beltrones y la lucha ratonera en la que se enfrascaron sus subalternos, hoy en día superada. Dena fue contratado en esos años por un organismo policial mexiquense para hacerles mapas de riesgo, pero nada más. La PGR nunca pudo probar que espiara a Beltrones o a otros políticos, y menos por órdenes de Toluca.
El caso en su contra fue armado por el entonces director de Contrainteligencia del Cisen, Joaquín Arenal, bajo las órdenes de Valdés. En el expediente, el Cisen tampoco aportó pruebas documentales o grabaciones aseguradas a Dena sobre los políticos. Arenal fue removido a la delegación del Cisen en el Distrito Federal cuando salió Valdés, y tres meses después de la designación de Jaime Domingo López Buitrón al frente del cisne, como apodan internamente al organismo, renunció. Este caso demuestra porqué la burra es arisca: el Cisen sí se ha utilizado, en gobiernos panistas, como vehículos de desinformación y descrédito público.
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