Raymundo Riva Palacio
Si las elecciones presidenciales se determinaran a través de los ojos de la prensa, Enrique Peña Nieto será entronizado en Los Pinos y el PRI estará de regreso en la Presidencia. Lo que opina la mayoría de quienes viven en la República de las Opiniones a partir de las encuestas de preferencias electorales, dan prácticamente por concluida la elección y lo único que se mantiene en la incertidumbre es si Andrés Manuel López Obrador desbanca a Josefina Vázquez Mota y el PAN, después de 12 años en el poder, es arrumbado al tercer lugar nacional. Sin embargo, un buen consejo es que aún no hagan apuestas.
Todas las casas encuestadoras dan el triunfo a Peña Nieto, aunque los márgenes de su victoria varían de una manera sorprendente, que oscila entre el 30 y el 51%, con Vázquez Mota en el segundo lugar por un margen menos esquizofrénico, que va de 24 a 30%, seguida de López Obrador con rangos de 19 a 23% y Gabriel Quadri, de Nueva Alianza, de 0 a 2%. La encuesta más cerrada es la que presentó este lunes María de las Heras de Demotecnia y UNONoticias, donde el priista tiene una ventaja de ocho puntos sobre la panista. “No son pocos”, escribió De las Heras en 24 HORAS, “pero de ninguna manera llegan a ser la aplanadora que aseguran otros encuestadores”.
De acuerdo con el estudio de De las Heras, la ventaja de Peña Nieto es de cuatro millones de votos –cada punto porcentual representa aproximadamente 500 mil votos en el padrón electoral-, que es una ventaja inferior a los cinco millones 426 mil 39 votos que obtuvo la misma coalición PRI-Partido Verde en las elecciones federales de 2009. En estos tres años, la coalición es la única que ha perdido apoyo, pese al arrastre de Peña Nieto, con una caída de 4.74% de la votación. En cambio, Vázquez Mota y el PAN se encuentran prácticamente con la misma votación (28.01% en 2009 contra 30.6% hoy en día), mientras López Obrador y la coalición PRD-PT-Movimiento Ciudadano, tiene una recuperación significativa de 8.88%.
Pese a los datos más cerrados, Peña Nieto podría seguir con su estrategia actual de administrar la ventaja y llegar con un buen margen de diferencia a la Presidencia. Sería suficiente ventaja para neutralizar un conflicto postelectoral con el PAN, y tan amplia la ventaja sobre López Obrador, que sería un suicidio tratar de arrebatarle en tribunales la victoria. Este escenario se daría si las campañas presidenciales no cambian la dinámica actual y si las nuevas estrategias del PAN y la izquierda son insuficientes para horadar el teflón de Peña Nieto, que parecería que nada le afecta, lo que no sucederá.
El PAN comenzó desde hace unos días una estrategia de confrontación donde cuestionan la principal fortaleza de Peña Nieto: cumple lo que promete. La exhibición de decenas de obras que ofreció cumplir durante su campaña para la gubernatura del estado de México que no se terminaron, lo ha descolocado. Peña Nieto y el PRI están cometiendo errores –muestran que sintieron el golpe-, al negar primero que fuera cierto, y después caer en el juego del PAN al socializar la denuncia y potenciar el conocimiento nacional de las obras inconclusas.
La izquierda comenzará mañana, con el coordinador de la campaña de López Obrador, Ricardo Monreal, iniciando la denuncia de la saturación de espectaculares de Peña Nieto en todo el país. El tema es de altísima relevancia, pues si se llegara a documentar que el candidato se excedió en los topes de campaña, podría entrar en un torbellino legal en el Tribunal Electoral. Funcionarios del PRI habían confiado que tenían contratados cuatro mil espectaculares, con lo que arrancaron con enorme fuerza su campaña de tierra. Según fuentes de la izquierda, Monreal tiene documentados nueve mil de ellos.
Los opositores a Peña Nieto están decididos a detener al priista, con la posibilidad de que si logran que el mensaje penetre, la elección presidencial pueda cerrarse. Las encuestas reflejan un número inusitado de “indecisos”, que rebasa por siete a 15 puntos los máximos históricos. Esa anomalía permite la hipótesis que al menos la mitad de los indecisos no lo son, sino que están ocultando su voto por inhibición.
Si esto es así, se puede argumentar que no son votantes de Peña Nieto, sino de otro candidato que no se puede determinar. No se puede declarar en este momento al ganador de la elección, más allá de lo que la opinión política en este país ya sentenció. Peña Nieto sí se encamina a la victoria, pero la política es de variables. Si todas se mantienen como hasta ahora, el PRI regresará a la Presidencia. Pero si Peña Nieto, su equipo y el PRI siguen cometiendo errores, como los de estos días, las variables pueden operar en su contra y hacer que la elección presidencial gane competencia y regrese a la incertidumbre.
Si las elecciones presidenciales se determinaran a través de los ojos de la prensa, Enrique Peña Nieto será entronizado en Los Pinos y el PRI estará de regreso en la Presidencia. Lo que opina la mayoría de quienes viven en la República de las Opiniones a partir de las encuestas de preferencias electorales, dan prácticamente por concluida la elección y lo único que se mantiene en la incertidumbre es si Andrés Manuel López Obrador desbanca a Josefina Vázquez Mota y el PAN, después de 12 años en el poder, es arrumbado al tercer lugar nacional. Sin embargo, un buen consejo es que aún no hagan apuestas.
Todas las casas encuestadoras dan el triunfo a Peña Nieto, aunque los márgenes de su victoria varían de una manera sorprendente, que oscila entre el 30 y el 51%, con Vázquez Mota en el segundo lugar por un margen menos esquizofrénico, que va de 24 a 30%, seguida de López Obrador con rangos de 19 a 23% y Gabriel Quadri, de Nueva Alianza, de 0 a 2%. La encuesta más cerrada es la que presentó este lunes María de las Heras de Demotecnia y UNONoticias, donde el priista tiene una ventaja de ocho puntos sobre la panista. “No son pocos”, escribió De las Heras en 24 HORAS, “pero de ninguna manera llegan a ser la aplanadora que aseguran otros encuestadores”.
De acuerdo con el estudio de De las Heras, la ventaja de Peña Nieto es de cuatro millones de votos –cada punto porcentual representa aproximadamente 500 mil votos en el padrón electoral-, que es una ventaja inferior a los cinco millones 426 mil 39 votos que obtuvo la misma coalición PRI-Partido Verde en las elecciones federales de 2009. En estos tres años, la coalición es la única que ha perdido apoyo, pese al arrastre de Peña Nieto, con una caída de 4.74% de la votación. En cambio, Vázquez Mota y el PAN se encuentran prácticamente con la misma votación (28.01% en 2009 contra 30.6% hoy en día), mientras López Obrador y la coalición PRD-PT-Movimiento Ciudadano, tiene una recuperación significativa de 8.88%.
Pese a los datos más cerrados, Peña Nieto podría seguir con su estrategia actual de administrar la ventaja y llegar con un buen margen de diferencia a la Presidencia. Sería suficiente ventaja para neutralizar un conflicto postelectoral con el PAN, y tan amplia la ventaja sobre López Obrador, que sería un suicidio tratar de arrebatarle en tribunales la victoria. Este escenario se daría si las campañas presidenciales no cambian la dinámica actual y si las nuevas estrategias del PAN y la izquierda son insuficientes para horadar el teflón de Peña Nieto, que parecería que nada le afecta, lo que no sucederá.
El PAN comenzó desde hace unos días una estrategia de confrontación donde cuestionan la principal fortaleza de Peña Nieto: cumple lo que promete. La exhibición de decenas de obras que ofreció cumplir durante su campaña para la gubernatura del estado de México que no se terminaron, lo ha descolocado. Peña Nieto y el PRI están cometiendo errores –muestran que sintieron el golpe-, al negar primero que fuera cierto, y después caer en el juego del PAN al socializar la denuncia y potenciar el conocimiento nacional de las obras inconclusas.
La izquierda comenzará mañana, con el coordinador de la campaña de López Obrador, Ricardo Monreal, iniciando la denuncia de la saturación de espectaculares de Peña Nieto en todo el país. El tema es de altísima relevancia, pues si se llegara a documentar que el candidato se excedió en los topes de campaña, podría entrar en un torbellino legal en el Tribunal Electoral. Funcionarios del PRI habían confiado que tenían contratados cuatro mil espectaculares, con lo que arrancaron con enorme fuerza su campaña de tierra. Según fuentes de la izquierda, Monreal tiene documentados nueve mil de ellos.
Los opositores a Peña Nieto están decididos a detener al priista, con la posibilidad de que si logran que el mensaje penetre, la elección presidencial pueda cerrarse. Las encuestas reflejan un número inusitado de “indecisos”, que rebasa por siete a 15 puntos los máximos históricos. Esa anomalía permite la hipótesis que al menos la mitad de los indecisos no lo son, sino que están ocultando su voto por inhibición.
Si esto es así, se puede argumentar que no son votantes de Peña Nieto, sino de otro candidato que no se puede determinar. No se puede declarar en este momento al ganador de la elección, más allá de lo que la opinión política en este país ya sentenció. Peña Nieto sí se encamina a la victoria, pero la política es de variables. Si todas se mantienen como hasta ahora, el PRI regresará a la Presidencia. Pero si Peña Nieto, su equipo y el PRI siguen cometiendo errores, como los de estos días, las variables pueden operar en su contra y hacer que la elección presidencial gane competencia y regrese a la incertidumbre.
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