Samuel García
Los sobornos sistemáticos en Wal-Mart de México, develadas el sábado pasado por The New York Times, efectivamente se convirtió en un escándalo. Y no era para menos cuando una empresa de ese tamaño que ha insistido y gastado millones de dólares en proyectar una imagen de ética en los negocios, de buenas prácticas corporativas y de compromiso social; se ve exhibida con prácticas recurrentes de sobornos a las autoridades municipales mexicanas para obtener licencias y permisos de construcción, y, peor que eso, que sus altos directivos hayan decidido ocultar el asunto ante las autoridades de Estados Unidos y México.
El encubrimiento de los delitos por parte de la alta jerarquía corporativa de Wal-Mart en Estados Unidos, ha sido la razón que ha desatado la furia de los críticos y de los inversionistas por sus potenciales efectos negativos para la compañía que fundó Sam Walton.
La primera reacción de los mercados bursátiles se dio con una fuerte caída en el precio de la acción que cotiza tanto en México como en Estados Unidos. Y es que -como decía ayer la afamada columna ‘Lex’ del Financial Times- los 24 millones de dólares, si bien es una cantidad grande de dinero, es pequeña de cara al daño potencial que podría causar en el gigante mundial del comercio al menudeo.
No hay que olvidar que el negocio mexicano de Wal-Mart representa una quinta parte del negocio global, pero más que eso, es un negocio que en los últimos años viene creciendo al doble que en Estados Unidos y con una media de rentabilidad envidiable. No por nada en el alto mando de Bentonville, Arkansas, se intentó ocultar a Eduardo Castro-Wright, actual vicepresidente de la firma, y director de Wal-Mart en México durante la época en la que se dieron los sobornos.
Lo que los mercados bursátiles están castigando es el potencial efecto que este asunto tendrá sobre el dinamismo del negocio de Wal-Mart en mercados como el de México, Brasil o China, que son los que ‘jalarán’ los resultados de la compañía en el futuro.
Y no se equivocan. Ayer The Washington Post dio a conocer que el departamento de Justicia de Estados Unidos ha iniciado una investigación criminal en contra de Wal-Mart por la práctica ‘sistemática de sobornos’ a las autoridades del gobierno mexicano. Por ello los analistas más experimentados ya calculan los efectos que este asunto tendrá sobre la cúpula directiva del gigante corporativo y no descartan que, muy pronto, rueden cabezas.
En contraste, en México el silencio es la respuesta generalizada de autoridades y organismos empresariales. El presidente de la Bolsa Mexicana de Valores salió a defender a la compañía por la gran cantidad de empleos que genera, el secretario de Hacienda se limitó a decir que no se tienen suficientes elementos y “una vez que los tengamos tomaremos la decisión de cómo debemos responder”, y la autoridad de regulación y supervisión del mercado de valores, CNBV, no ha dicho nada aún al respecto.
Mientras tanto, salvo el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas –que demandó la aprobación de una ley anticorrupción en México, los organismos cúpula del sector privado tampoco se expresaron al respecto, ni siquiera para condenar, en términos generales, las prácticas de corrupción en el país. Cuestión que no sorprende.
Y es que en casos como éstos, el silencio dice más que mil palabras.
Los sobornos sistemáticos en Wal-Mart de México, develadas el sábado pasado por The New York Times, efectivamente se convirtió en un escándalo. Y no era para menos cuando una empresa de ese tamaño que ha insistido y gastado millones de dólares en proyectar una imagen de ética en los negocios, de buenas prácticas corporativas y de compromiso social; se ve exhibida con prácticas recurrentes de sobornos a las autoridades municipales mexicanas para obtener licencias y permisos de construcción, y, peor que eso, que sus altos directivos hayan decidido ocultar el asunto ante las autoridades de Estados Unidos y México.
El encubrimiento de los delitos por parte de la alta jerarquía corporativa de Wal-Mart en Estados Unidos, ha sido la razón que ha desatado la furia de los críticos y de los inversionistas por sus potenciales efectos negativos para la compañía que fundó Sam Walton.
La primera reacción de los mercados bursátiles se dio con una fuerte caída en el precio de la acción que cotiza tanto en México como en Estados Unidos. Y es que -como decía ayer la afamada columna ‘Lex’ del Financial Times- los 24 millones de dólares, si bien es una cantidad grande de dinero, es pequeña de cara al daño potencial que podría causar en el gigante mundial del comercio al menudeo.
No hay que olvidar que el negocio mexicano de Wal-Mart representa una quinta parte del negocio global, pero más que eso, es un negocio que en los últimos años viene creciendo al doble que en Estados Unidos y con una media de rentabilidad envidiable. No por nada en el alto mando de Bentonville, Arkansas, se intentó ocultar a Eduardo Castro-Wright, actual vicepresidente de la firma, y director de Wal-Mart en México durante la época en la que se dieron los sobornos.
Lo que los mercados bursátiles están castigando es el potencial efecto que este asunto tendrá sobre el dinamismo del negocio de Wal-Mart en mercados como el de México, Brasil o China, que son los que ‘jalarán’ los resultados de la compañía en el futuro.
Y no se equivocan. Ayer The Washington Post dio a conocer que el departamento de Justicia de Estados Unidos ha iniciado una investigación criminal en contra de Wal-Mart por la práctica ‘sistemática de sobornos’ a las autoridades del gobierno mexicano. Por ello los analistas más experimentados ya calculan los efectos que este asunto tendrá sobre la cúpula directiva del gigante corporativo y no descartan que, muy pronto, rueden cabezas.
En contraste, en México el silencio es la respuesta generalizada de autoridades y organismos empresariales. El presidente de la Bolsa Mexicana de Valores salió a defender a la compañía por la gran cantidad de empleos que genera, el secretario de Hacienda se limitó a decir que no se tienen suficientes elementos y “una vez que los tengamos tomaremos la decisión de cómo debemos responder”, y la autoridad de regulación y supervisión del mercado de valores, CNBV, no ha dicho nada aún al respecto.
Mientras tanto, salvo el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas –que demandó la aprobación de una ley anticorrupción en México, los organismos cúpula del sector privado tampoco se expresaron al respecto, ni siquiera para condenar, en términos generales, las prácticas de corrupción en el país. Cuestión que no sorprende.
Y es que en casos como éstos, el silencio dice más que mil palabras.
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