Permisos: libre compraventa
Reinan corporativos españoles
Carlos Fernández-Vega / México SA
En la descarada feria de los permisos y concesiones gubernamentales que algunos llaman privatización silenciosa del sector eléctrico nacional, la mayor raja ha sido para las trasnacionales españolas Iberdrola y Unión Fenosa (ahora Gas Natural Fenosa), en ese orden, que acaparan alrededor de 70 por ciento del total de la energía generada por el capital privado –conocidos como productores independientes de energía, o PIE–, en franca violación constitucional. Lo anterior, sin embargo, no resta importancia ni utilidades a la participación de corporativos japoneses, estadunidenses, canadienses y franceses, cuando menos.
Este jugosísimo negocio (para las empresas privadas, desde luego) fue inaugurado a mediados del sexenio salinista, continuado en el zedillista, y con el acelerador a fondo en los de Fox y Calderón, quienes otorgaron, hasta ahora, 83 por ciento de tales permisos y concesiones, con lo que la generación de energía eléctrica en el país es, a estas alturas de la estrategia, mayoritariamente privada y extranjera (55 por ciento del total, como ha documentado La Jornada). De hecho, la alegre cuan ilegal liberación mercantil que ha promovido el gobierno federal de un sector constitucionalmente reservado al Estado ha fomentado el negocio de la compraventa de permisos entre las propias trasnacionales.
Un ejemplo de lo anterior es lo registrado en diciembre de 2009, cuando la feliz Comisión Federal de Electricidad informó que la empresa Gas Natural (trasnacional española) firmó un acuerdo con las empresas Mitsui y Tokyo Gas (trasnacionales japonesas) para la venta de parte de sus activos de generación eléctrica en México, que incluye las centrales de generación de ciclo combinado Río Bravo II, Río Bravo III, Río Bravo IV, Altamira II y Saltillo. Las centrales involucradas en la transacción tienen una capacidad conjunta de generación de 2 mil 233 megavatios y son las que anteriormente eran operadas por la empresa Electricitè de France (EDF, trasnacional francesa).
Como en ese entonces se reseñó en este espacio, la CFE hizo pública su felicidad, porque las trasnacionales involucradas en esta jugosa operación (mil 225 millones de dólares) tuvieron la cortesía de “avisar oportunamente a las autoridades mexicanas sobre sus negociaciones (…) para realizar esta transacción”. Con este libre mercado de compraventa entre particulares, en sólo dos años las citadas centrales de generación eléctrica cambiaron de manos francesas a españolas, y de éstas a japonesas con una rapidez y sencillez digna del juego del monopolio. De todas maneras, la trasnacional Gas Natural –ahora dueña de Fenosa, en la que participa Repsol, y que también es distribuidora y comercializadora de ese combustible, que se ha convertido en el terror de sus consumidores cautivos– seguirá teniendo presencia en el sector eléctrico mexicano con las centrales de generación de ciclo combinado que opera en nuestro país, que son Hermosillo, Naco Nogales y Tuxpan III y IV, con una capacidad conjunta de generación de mil 570 MW, así como con la entrada en operación de 500 MW adicionales en 2010. Todo lo anterior, sin alterar en lo más mínimo los maravillosos contratos, convenios, tarifas y utilidades pactados y firmados por el gobierno mexicano, mismo que no deja de decir que no tiene interés de privatizar el sector eléctrico nacional, como tampoco lo tuvo en el sector bancario.
Tres años atrás, el Comité Nacional de Estudios de la Energía exigió detener la fraudulenta privatización que se está generando en la Comisión Federal de Electricidad, que se está españolizando con la participación de Iberdrola, Abengoa, Unión Fenosa, Isolux, Dragados y Construcción, Repsol. Todas estas empresas con contratos millonarios inflados, concesiones de instalaciones de la CFE, que a pesar de la exclusividad que tiene el Estado para la generación de energía eléctrica, 38 por ciento ya la generan las transnacionales (55 por ciento en febrero de 2012). Estos consorcios se benefician de pagos multimillonarios con la complicidad de la CFE, que deja inoperantes plantas de generación propiedad de la nación, que significaron un alto costo y privaciones de la población para comprarlas, y en la actualidad la dirección de la CFE privilegia la operación de empresas privadas para endeudar aún más a la paraestatal; además, la generación eléctrica privada se encarece por consumir gas (abastecido por otra trasnacional: Gas Natural) que se suministra por medio de pagos viciados por la opacidad y la corrupción. Lejos de detener el proceso, el gobierno federal lo aceleró, y las trasnacionales de la energía eléctrica inmisericordemente le clavan el diente a los consumidores, con la venia de la CFE.
En octubre de 2007 la trasnacional Gas Natural Fenosa anunció (en Barcelona, no en México) su incorporación al mercado mexicano de generación eléctrica: compró cinco plantas de ciclo combinado y un gasoducto de las trasnacionales EDF (francesa) y Mitsubishi (japonesa), con lo que se convirtió en el segundo operador privado de generación eléctrica, y el único con dos jugosas vertientes del negocio energético en el país: gas y electricidad. Por la adquisición de cinco plantas habría pagado alrededor de mil 450 millones de dólares; dos años después, por la venta de sólo dos, obtendría mil 225 millones de billetes verdes. La española Iberdrola es la número uno en México en generación eléctrica independiente, y su nuevo juguete es la energía eólica, de la que también es la reina de la fiesta (cuenta con tres parques eólicos: La Ventosa, Bee Ni Stipa y la Venta III). En su informe 2011 este consorcio notifica que su capacidad instalada en México asciende a 4 mil 968 MW y su producción supera los 38 mil GWh. Todo ello, en el año referido, le dejó módicos ingresos superiores a 23 mil millones de pesos.
Y en autoabastecimiento de energía eléctrica brillan las grandes empresas, nacionales y foráneas, que operan en México: Cemex, Apasco, Motorola, Telmex, Grupo México (Pasta de Conchos), Peñoles, Altos Hornos, Arcelor-Mittal, Femsa, Ternium, Kimberly Clark, Liverpool, El Palacio de Hierro, Bimbo y sus subsidiarias Marinela, Tía Rosa y Barcel, Nestlé, Soriana, Cargill, Ford, Cinemex, Costco, Gamesa y Sabritas (subsidiaria de Pepsico), Wal-Mart, Bayer, Grupo Posadas (de Gastón Azcárraga; ¿recuerdan Mexicana de Aviación?), por citar sólo unas cuantas, todas pertenecientes a los mismos de siempre.
He allí al sector eléctrico nacional, mientras los consumidores pagan la voluminosa factura.
Las rebanadas del pastel
Que Josefina es la jefa. Pobrecita, porque en todas partes se escuchan las carcajadas de Calderón y demás fauna de Los Pinos.
Reinan corporativos españoles
Carlos Fernández-Vega / México SA
En la descarada feria de los permisos y concesiones gubernamentales que algunos llaman privatización silenciosa del sector eléctrico nacional, la mayor raja ha sido para las trasnacionales españolas Iberdrola y Unión Fenosa (ahora Gas Natural Fenosa), en ese orden, que acaparan alrededor de 70 por ciento del total de la energía generada por el capital privado –conocidos como productores independientes de energía, o PIE–, en franca violación constitucional. Lo anterior, sin embargo, no resta importancia ni utilidades a la participación de corporativos japoneses, estadunidenses, canadienses y franceses, cuando menos.
Este jugosísimo negocio (para las empresas privadas, desde luego) fue inaugurado a mediados del sexenio salinista, continuado en el zedillista, y con el acelerador a fondo en los de Fox y Calderón, quienes otorgaron, hasta ahora, 83 por ciento de tales permisos y concesiones, con lo que la generación de energía eléctrica en el país es, a estas alturas de la estrategia, mayoritariamente privada y extranjera (55 por ciento del total, como ha documentado La Jornada). De hecho, la alegre cuan ilegal liberación mercantil que ha promovido el gobierno federal de un sector constitucionalmente reservado al Estado ha fomentado el negocio de la compraventa de permisos entre las propias trasnacionales.
Un ejemplo de lo anterior es lo registrado en diciembre de 2009, cuando la feliz Comisión Federal de Electricidad informó que la empresa Gas Natural (trasnacional española) firmó un acuerdo con las empresas Mitsui y Tokyo Gas (trasnacionales japonesas) para la venta de parte de sus activos de generación eléctrica en México, que incluye las centrales de generación de ciclo combinado Río Bravo II, Río Bravo III, Río Bravo IV, Altamira II y Saltillo. Las centrales involucradas en la transacción tienen una capacidad conjunta de generación de 2 mil 233 megavatios y son las que anteriormente eran operadas por la empresa Electricitè de France (EDF, trasnacional francesa).
Como en ese entonces se reseñó en este espacio, la CFE hizo pública su felicidad, porque las trasnacionales involucradas en esta jugosa operación (mil 225 millones de dólares) tuvieron la cortesía de “avisar oportunamente a las autoridades mexicanas sobre sus negociaciones (…) para realizar esta transacción”. Con este libre mercado de compraventa entre particulares, en sólo dos años las citadas centrales de generación eléctrica cambiaron de manos francesas a españolas, y de éstas a japonesas con una rapidez y sencillez digna del juego del monopolio. De todas maneras, la trasnacional Gas Natural –ahora dueña de Fenosa, en la que participa Repsol, y que también es distribuidora y comercializadora de ese combustible, que se ha convertido en el terror de sus consumidores cautivos– seguirá teniendo presencia en el sector eléctrico mexicano con las centrales de generación de ciclo combinado que opera en nuestro país, que son Hermosillo, Naco Nogales y Tuxpan III y IV, con una capacidad conjunta de generación de mil 570 MW, así como con la entrada en operación de 500 MW adicionales en 2010. Todo lo anterior, sin alterar en lo más mínimo los maravillosos contratos, convenios, tarifas y utilidades pactados y firmados por el gobierno mexicano, mismo que no deja de decir que no tiene interés de privatizar el sector eléctrico nacional, como tampoco lo tuvo en el sector bancario.
Tres años atrás, el Comité Nacional de Estudios de la Energía exigió detener la fraudulenta privatización que se está generando en la Comisión Federal de Electricidad, que se está españolizando con la participación de Iberdrola, Abengoa, Unión Fenosa, Isolux, Dragados y Construcción, Repsol. Todas estas empresas con contratos millonarios inflados, concesiones de instalaciones de la CFE, que a pesar de la exclusividad que tiene el Estado para la generación de energía eléctrica, 38 por ciento ya la generan las transnacionales (55 por ciento en febrero de 2012). Estos consorcios se benefician de pagos multimillonarios con la complicidad de la CFE, que deja inoperantes plantas de generación propiedad de la nación, que significaron un alto costo y privaciones de la población para comprarlas, y en la actualidad la dirección de la CFE privilegia la operación de empresas privadas para endeudar aún más a la paraestatal; además, la generación eléctrica privada se encarece por consumir gas (abastecido por otra trasnacional: Gas Natural) que se suministra por medio de pagos viciados por la opacidad y la corrupción. Lejos de detener el proceso, el gobierno federal lo aceleró, y las trasnacionales de la energía eléctrica inmisericordemente le clavan el diente a los consumidores, con la venia de la CFE.
En octubre de 2007 la trasnacional Gas Natural Fenosa anunció (en Barcelona, no en México) su incorporación al mercado mexicano de generación eléctrica: compró cinco plantas de ciclo combinado y un gasoducto de las trasnacionales EDF (francesa) y Mitsubishi (japonesa), con lo que se convirtió en el segundo operador privado de generación eléctrica, y el único con dos jugosas vertientes del negocio energético en el país: gas y electricidad. Por la adquisición de cinco plantas habría pagado alrededor de mil 450 millones de dólares; dos años después, por la venta de sólo dos, obtendría mil 225 millones de billetes verdes. La española Iberdrola es la número uno en México en generación eléctrica independiente, y su nuevo juguete es la energía eólica, de la que también es la reina de la fiesta (cuenta con tres parques eólicos: La Ventosa, Bee Ni Stipa y la Venta III). En su informe 2011 este consorcio notifica que su capacidad instalada en México asciende a 4 mil 968 MW y su producción supera los 38 mil GWh. Todo ello, en el año referido, le dejó módicos ingresos superiores a 23 mil millones de pesos.
Y en autoabastecimiento de energía eléctrica brillan las grandes empresas, nacionales y foráneas, que operan en México: Cemex, Apasco, Motorola, Telmex, Grupo México (Pasta de Conchos), Peñoles, Altos Hornos, Arcelor-Mittal, Femsa, Ternium, Kimberly Clark, Liverpool, El Palacio de Hierro, Bimbo y sus subsidiarias Marinela, Tía Rosa y Barcel, Nestlé, Soriana, Cargill, Ford, Cinemex, Costco, Gamesa y Sabritas (subsidiaria de Pepsico), Wal-Mart, Bayer, Grupo Posadas (de Gastón Azcárraga; ¿recuerdan Mexicana de Aviación?), por citar sólo unas cuantas, todas pertenecientes a los mismos de siempre.
He allí al sector eléctrico nacional, mientras los consumidores pagan la voluminosa factura.
Las rebanadas del pastel
Que Josefina es la jefa. Pobrecita, porque en todas partes se escuchan las carcajadas de Calderón y demás fauna de Los Pinos.
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