Reclamo a la providencia

Francisco Rodriguez / Índice Político

Del “haiga sido como haiga sido”, Felipe Calderón pasó al “me puso La Providencia”. En Washington, hace un par de días, Calderón recurrió a la explicación milagrosa de su llegada a Los Pinos, ante un auditorio reunido en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

Y es que, con respecto a su guerra en contra de la delincuencia organizada, el michoacano dijo, textual: “Es probable que mucha gente se acuerde de estos años por la violencia, la delincuencia, los crímenes. Pero yo creo que la vida, o la providencia, llámelo como quiera, decide colocar a la gente acertada en el momento adecuado”

De la presidencia imperial, a la presidencia providencial.

Habrá que reclamar entonces a la providencia ya no tan sólo por estos últimos años de pesadilla –violencia, muertes, pobreza, corrupción--, incluso con más energía por esta suerte de “sobrexcitación” --cual define el psicoanalista social José Antonio Lara Peinado-- del ocupante de Los Pinos.

“Conforme se acerca el fin de este lamentable sexenio –me escribe Lara Peinado--, se pueden observar una serie de rasgos que debieran de hacernos pensar bien nuestro voto para las elecciones venideras.

“Esto viene a cuento en tanto estos casi seis años de gobierno con Calderón nos permiten ver cómo sujetos con una marcada inmadurez psíquica y con poder, muestran seria afectación en su intelecto, su afecto y su voluntad.

“Lo más preocupante aún es que la realidad queda distorsionada para estos sujetos, lejos de mostrar prudencia y autocrítica, estos sujetos se sobrexcitan.

“A medida que llega el fin de esta Administración, Calderón muestra con más fuerza sus deseos agresivos, la voracidad oral de sus últimos discursos, confirma que el análisis que hice del ‘hijo desobediente’ hace ya algunos años es certero.

“Se comprueba pues que Calderón es un sujeto atrapado en sus propias tendencias asociales y primitivas, su gobierno no es sino un ejemplo de la externalización de sus impulsos sádicos.

“Esta persona buscó vía el poder vencer su infantil estructura psíquica, por eso aparece sobrexcitado en sus discursos.

“Mucho cuidado debemos de tener a la hora de ejercer nuestro voto. Fundamental es saber quiénes son en verdad los que aspiran al poder, en aras de no cometer nuevamente el mismo error”, aconseja el psicoanalista social.

Sobrexcitado, se ve, pero también cada vez más fuera de sí. Creyendo ya sus mentiras. Alardeando en el extranjero lo que aquí todos sabemos no es verdad.

Ahora, por ejemplo, que dizque la migración a Estados Unidos ha disminuido a “cero” por la creación de “oportunidades de empleo –que no empleos--, oportunidades de educación –que no educación-- para los jóvenes, servicios de salud y del cuidado de la salud para toda la Nación”.

De verdad está mal el señor Calderón. Empeora cada vez más. Ya hasta se cree los discursos que otros preparan para que él los lea.

Hay muchas, miles de razones para reclamarle a la providencia.

La primera, nuestra propia locura que permitió que este personaje enfermo ocupara Los Pinos para nuestro mal.

Dicen que el poder enloquece. Pero habría que agregar que también hay enfermos de locura que se hacen del poder, debido a que la sociedad misma –también loca-- se los permite.

No es una excusa para Calderón, pero Hitler se encaramó al poder porque había una realidad social que le era propicia. Casi igual a él, pero con la diferencia de que en el 2006 la sociedad fue manipulada con aquello del “peligro para México”. Y eso también habría que reclamarle a la providencia.

De no haber estado ávida de escuchar discursos como los de Hitler, la sociedad alemana de la década de los 30’s del siglo anterior jamás habría permitido que un enfermo mental condenara al holocausto a miles de judíos y los llevara a una guerra que finalmente perderían.

De no haber estado manipulada por spots y rumores como los divulgados por Antonio Solá –cerebro de las campañas de Calderón y Vázquez Mota--, la sociedad mexicana jamás habría permitido que un enfermo condenara al país a seis años de violencia, muerte, pobreza, corrupción.

Y en el caso de Hitler, como en el de Calderón, personalmente no creo que haya intervenido la providencia.
Más bien, a nosotros, a México, nos abandonó la providencia.

Índice Flamígero: ¿El tiempo lo cura todo? A esta enferma y fallida Administración ya sólo le quedan 220 días para seguir haciéndonos la vida de cuadritos.

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