Quesadilla azul

Pifias diarias de Josefina
EPN: exceso de propaganda
AMLO y los reacomodos

Julio Hernández López / Astillero


Josefina Vázquez Mota ha anunciado que dedicará este sábado a analizar lo que está haciendo como candidata (una estrategia perfecta, ha dicho, aunque aun estando en ese nivel máximo de excelencia considera posible mejorarla), pero ni siquiera ese paréntesis de reflexión es motivado por causas naturales sino por el hecho de que no podrá visitar Veracruz ese día, como tenía programado, a causa de la guerra entre panistas a partir de que le han tumbado la candidatura a senador a uno de los miembros de la implacable familia Yunes.

Materia para el análisis de errores tiene en demasía el equipo de la tambaleante candidata. Diariamente se produce cuando menos una pifia trascendente que hace ver la novatez o la perfidia de algunos de los miembros de su equipo central de trabajo y que abona la especie de que no es improbable el relevo de una carta tan mal jugada. Ayer mismo, por ejemplo, la dama de la sonrisa perpetua pareció decidida a echarse en contra el mayor número de voluntades vacacionistas que pudo: obstruyó el acceso a los baños y servicios en una caseta de salida carretera, molestó a comensales cuando con gran aparato de acompañantes y prensa fue a ensayar el difícil arte de comer quesadillas con naturalidad y buena cara, y se topó con mujeres abiertamente opositoras a su candidatura y partido, las que virtualmente la echaron de un establecimiento gastronómico de Tres Marías.

Una de las primeras decisiones que Vázquez Mota se ha visto obligada a tomar es la sintomática incorporación a su equipo de trabajo de miembros de los grupos de Ernesto Cordero y Santiago Creel. Lo que pueda agregar o restar el todavía senador Creel es políticamente intrascendente en estos momentos, pues ha quedado en una condición de marginalidad de la que le costará trabajo reponerse. En cambio, resultará muy significativo el papel que juegue Cordero, es decir, el propio Calderón, que es quien maneja realmente la ficha, fofa por sí misma, del ex secretario de Hacienda. Con esos añadidos, Josefina acepta que no puede por sí sola con el paquete, y acepta el tutelaje del taimado Felipe, que nunca ha impulsado genuinamente las aspiraciones de la damnificada de Tres Marías. Si la campaña repunta, será por obra y gracia del gran jefe pinolero, y si el curso parece irremontable, los hilos de la campaña estarán en manos de ese mismo jefe, por la vía del comisionado Cordero.

En el mismo Veracruz donde cruzan espadas las elites panistas, el videocandidato Peña Nieto se mueve como pez en comercial marítimo. Tiene allí el apoyo pleno del gobernador Javier Duarte, quien más de una vez se ha preguntado si hay alguna relación de orden político en el hecho de que las matanzas en su entidad, el año pasado, se desataron al mismo tiempo que él se declaraba abiertamente a favor de quien entonces apenas era precandidato. Hay quienes alientan en Duarte la tesis de que en el primer recambio de un hipotético gabinete peñanietista él podría dejar el gobierno veracruzano para entrar a ligas mayores, y en función de esa ilusión de ascenso ha puesto cuanto le ha sido posible al servicio de la candidatura copetona.

Otros afluentes económicos muestran parecida desesperación por favorecer la postulación de quien consideran que les habrá de pagar con creces las inversiones hechas hoy. De una manera escandalosa se multiplican las formas de propaganda en pro de Peña Nieto, y no sólo en los medios electrónicos (radio y televisión) sabidamente alineados con ese proyecto, sino incluso en pantallas de cine, paradores de autobuses, sistemas de video al interior de autobuses foráneos, festivales en plazas públicas, ayuda a vacacionistas y otros mecanismos de abierta promoción del ex gobernador del estado de México.

Andrés Manuel López Obrador descansa, en tanto, en su famosa finca chiapaneca de sonorísimo nombre. No es que haya mandado todo hacia ese destino fatigoso (La Chingada), como había anunciado semanas atrás que sucedería si en esta segunda ocasión no alcanza el triunfo en la contienda presidencial, sino que esos parajes le ayudan a cargar batería. Hasta ahora no ha podido remontar la ubicación que le han asignado las encuestadoras unidas, conforme a un guión que pretende circunscribir la contienda a los aspirantes del PAN y el PRI, pero tampoco ha permitido que se instale el desaliento entre sus seguidores ni que la percepción generalizada dé por verdad bíblica los manejos interesados de los manejadores de una presunta opinión pública.

Podría decirse, incluso, que frente al diario desvanecimiento de la candidata de blanco y azul, y el evidente exceso de intereses voraces que financian la apabullante propaganda a favor del de tres colores, la oportunidad de López Obrador estaría en condiciones de crecer y avanzar. Vázquez Mota, Calderón y el PAN se fijaron como meta colocar a la primera en una presunta superioridad por decreto respecto al tabasqueño, pero si la campeona del Gym y las Quesadillas Azules no levanta, será insostenible pretender que ella va en un segundo lugar en las encuestas.

Si Josefina se desfonda y AMLO queda ahora como segundo lugar evidente en la carrera regulada por las encuestadoras, el grado de competencia podría volverse peligroso para la dupla PAN-PRI. Por ello es que a los estrategas de Los Pinos les urge definir si Josefina sigue siendo viable o es necesario hacerla a un lado para presentar una nueva opción, que refresque el alicaído ambiente de los panistas y permita continuar con el pacto del bipartidismo pripánico que permita repartirse el pastel entre los dos bandos bien entendidos y hacer a un lado al incómodo aspirante de izquierda. Tiempo de reflexión y redefinición. De sacrificios y esperanzas de resurrección.

Y, mientras Estados Unidos afina su programa de trabajo en México mediante la Iniciativa Mérida, durante treinta meses dedicados a la prevención del crimen y la violencia, más allá de los resultados electorales nativos, ¡feliz fin de semana!

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