Por fin, orden en el transporte

Seis años de acuerdos y desacuerdos
La medida no es suficiente

Miguel Ángel Velázquez / Ciudad Perdida


Puede ser que exista quien suponga que lo que se ha llamado la muerte de los micros se vea como un paso lógico y sencillo luego de la creación de los corredores viales y la operación del Metrobús, pero la ruta crítica para llegar a ese puerto fue una lucha que llevó más de año y medio de acuerdos y desacuerdos entre las diferentes partes.

Para el Gobierno del Distrito Federal no había duda. Desde el comienzo del sexenio se previó, aun con los altos costos que significa, torcer la ruta de un sistema de transporte obsoleto y peligroso que durante mucho tiempo se consideró un mal necesario.

El diagnóstico se realizó desde entonces y los datos reflejaron una realidad atroz. Cacicazgos, sí, aunque no se crea. Cacicazgos, inseguridad, violación flagrante y diaria de los reglamentos de tránsito e ineficiencia. No parecía haber lado sano en el trabajo de ese tipo de transporte, pero no existía alternativa.

Viajar todo el sexenio sin cambiar la ruta sería una deuda imperdonable para el gobierno de Marcelo Ebrard, pero se tenía que contar con una estrategia, con la voluntad de los dueños de los microbuses, con el interés de los constructores de camiones, y con los dineros que permitieran la sustitución de las unidades en condiciones de precio y crédito que hicieran viable la acción.

Según nos cuentan, se empezó por el final. Ningún banco quería financiar el proyecto; prestar dinero al microbusero era una negocio de muy alto riesgo que requería, por tanto, de intereses extraordinarios que irían más allá de la usura; es decir, por ahí no había camino, era inútil y la tarea parecía imposible.

El siguiente cuadro estaba armado por toda una tradición corrupta de los concesionarios de los micros, quienes en razón del servicio que prestan, más que necesarios, se convirtieron en dueños de las calles, impunes frente a los accidentes que provocan y chantajistas con el poder político, pues siempre tenían lista la amenaza de paro para operar en total anarquía y fuera de toda norma.

Y luego se tenían que salvar las condicionantes de las empresas que construyen los camiones que sustituirán a los micros, porque las unidades que ya estaban listas no cumplían a cabalidad con los requerimientos a que obligan las normas de seguridad y limpieza del ambiente que impone el Gobierno del Distrito Federal.

La pregunta era: y entonces, ¿por dónde? Se hallaron las respuestas y hace aproximadamente año y medio se echó a andar el proyecto. El corredor Reforma fue el piloto, la prueba. A decir verdad, no fue tan exitoso como se pretendía. Los camiones empezaron a circular, pero las autoridades de tránsito no lograron hacer su trabajo y el caos vial reina principalmente en el lado poniente de Paseo de la Reforma.

De cualquier manera el esquema empezó a funcionar y buena parte de los vicios que significaban los vehículos anteriores se desterraron. Los ajustes a esa situación tendrán que funcionar desde ya, y no deberán repetirse en los cuatro nuevos corredores que anunció Marcelo Ebrard el martes pasado.

Y es que la resistencia de los dueños de los vehículos, los miedos al financiamiento y la adecuación de los camiones a las normas que impone la ley en el DF se lograron resolver. El secretario de Transportes, Armando Quintero, pasó más de 18 meses metido en ese trabajo, que empieza a rendir frutos. Toca ahora a otras autoridades cumplir con el proyecto. No es posible que lo que se conoce como paraderos sigan siendo focos de infección social e inseguridad, ni se puede seguir permitiendo que los camioneros hagan de las calles que marcan las rutas su propio coto. Si eso no se compone el milagro de recomponer el sistema de transporte puede convertirse en un enorme fracaso. ¡Aguas!

De pasadita

Este domingo empiezan de manera oficial las campañas por el GDF. Miguel Ángel Mancera estará en el Monumento a la Revolución, y desde allí mostrará, asegura su equipo de campaña, qué tanto arraigo entre la gente ha logrado el ex procurador. Beatriz Paredes asegura que logrará meter en el Auditorio Nacional a los más de 10 mil que caben en ese lugar. La panista Isabel Miranda de Wallace tomará el Ángel de la Independencia (que nadie se ría) para arrancar su trabajo proselitista. Lo más divertido de todo correrá a cargo de la candidata del Partido Nueva Alianza, Rosario Guerra (muy temida por los priístas), quien comenzará su actividad proselitista con un recorrido en bicicleta, en el que estará acompañada por el señor Quadri, y luego efectuará un mitin en el ex convento de San Hipólito. No se pierda la foto.

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