Miguel Ángel Velázquez / Ciudad Perdida
Al terminar la semana, entre los diferentes grupos que apoyan la candidatura de Andrés Manuel López Obrador en el DF se creó un círculo de suspicacias por la escasa promoción del candidato en las calles de la ciudad.
¿Qué pasa con el PRD?, se preguntaban. Cualquiera de los candidatos a otros puestos de elección popular de ese organismo ha tenido mucha mayor exposición que quien se supone que arrastrará los votos hacia el casillero amarillo, pero eso no corresponde de ninguna manera a la inversión que debería hacer el organismo para afianzar la imagen de su candidato.
Tal vez por ello, el mismo fin de semana, algunos perredistas preocupados se reunieron para señalar la ausencia de propaganda de López Obrador. Se compararon, por ejemplo, los espectaculares dedicados a Peña Nieto y a Josefina Vazquez. Los resultados eran absolutantemente desfavorables, y las explicaciones, en verdad, no convencieron a nadie.
La sospecha de que desde la cúpula perredista se ha frenado el gasto empezó a dar vuelta en la cabeza de los militantes y sobre todo, en la de los candidatos que saben de la importacia de fortalecer la imagen del tabasqueño y empiezan a presionar al PRD para que se lance una campaña con toda la carne en el asador desde ya.
El asunto es que el PRD en manos del chuchismo no quiere promover a López Obrador, ni aquí ni en ninguna parte del país y, según se dice, sólo hará lo mínimo en favor del que eligieron como candidato, pero que es a todas luces su contrincante.
La situación no debería soprender a nadie. Una de las consecuencias de mantener a los chuchos en la presidencia perredista era precisamente esa: que se frenara todo lo posible y de todas formas la presencia pública de López Obrador; la otra, también ya conocida, es la de invitar a la militancia de ese grupo a no votar por AMLO.
El boicot a la candidatura es una de las formas que desde Nueva Izquierda se podrían dar en contra de López Obrador, y eso es lo que ha desatado las sospechas en todos los frentes del lopezobradorismo y empieza a endurecer las filas de Morena, que siente que las cosas no caminan con el PRD de los chuchos.
Aunque en el Morena hay ciertas discrepancias respecto al discurso de López Obrador –principalmente en aquello del perdón a Calderón, porque ellos no lo perdonan– saben, y así lo señalan, que no hay alternativas para la crisis en México, cada vez más honda, cada vez más amplia, y advierten en el candidato de las izquierdas la única puerta de salida a la situación del país.
Sin recursos económicos, pero con gran capacidad de movimiento, los diferentes grupos que integran Morena buscan arreciar sus propuestas de propaganda para incrementar la presencia de Lopez Obrador en el DF, y es probable que desde la próxima semana aumenten las reuniones, las conferencias y el contácto casa por casa de esos grupos.
Mientras, en el PRD se seguirá discutiendo, como medida dilatoria tal vez, qué hacer para fortalecer la imagen de López Obrador. El asunto es que el tiempo está encima y cada minuto de inactividad cuenta. De cualquier forma, ayer en la delegación Venustiano Carranza, en manos de los chuchos y pese a ellos, la gente llenó la explanada del edificio de la demarcación para escuchar al candidato.
De pasadita
La prohibición del gobierno de Marcelo Ebrard de que la parte más importante del Eje Central siga en manos del ambulantaje ha desatado una guerra con la gente de Alejandra Barrios. Esta parte del Centro Histórico estaba bajo el control de Rubén Juárez Barrios, hijo de Alejandra, que impuso la ley del terror no nada más entre los vendedores, con grupos de choque, sino entre los transeúntes, que no podían tomar una foto o hacer preguntas entre los vendedores porque de inmediato salían los empleados de Rubén y golpeaban, y robaban a quien se atrevía a indagar sobre las actividades en el lugar.
Pero eso no es todo: ahora resulta que el PRI busca proteger a la dinastía Barrios y postulará como candidato a diputado a Érik Rubén, nieto de Alejandra e hijo de Rubén. Por lo pronto los Barrios perdieron ya la primera batalla: los desalojaron del Eje Central, pero cerca de un millar de ellos se dieron a la tarea de torear en las calles del llamado primer cuadro, como reto al gobierno de Ebrard. La moneda está en el aire.
Al terminar la semana, entre los diferentes grupos que apoyan la candidatura de Andrés Manuel López Obrador en el DF se creó un círculo de suspicacias por la escasa promoción del candidato en las calles de la ciudad.
¿Qué pasa con el PRD?, se preguntaban. Cualquiera de los candidatos a otros puestos de elección popular de ese organismo ha tenido mucha mayor exposición que quien se supone que arrastrará los votos hacia el casillero amarillo, pero eso no corresponde de ninguna manera a la inversión que debería hacer el organismo para afianzar la imagen de su candidato.
Tal vez por ello, el mismo fin de semana, algunos perredistas preocupados se reunieron para señalar la ausencia de propaganda de López Obrador. Se compararon, por ejemplo, los espectaculares dedicados a Peña Nieto y a Josefina Vazquez. Los resultados eran absolutantemente desfavorables, y las explicaciones, en verdad, no convencieron a nadie.
La sospecha de que desde la cúpula perredista se ha frenado el gasto empezó a dar vuelta en la cabeza de los militantes y sobre todo, en la de los candidatos que saben de la importacia de fortalecer la imagen del tabasqueño y empiezan a presionar al PRD para que se lance una campaña con toda la carne en el asador desde ya.
El asunto es que el PRD en manos del chuchismo no quiere promover a López Obrador, ni aquí ni en ninguna parte del país y, según se dice, sólo hará lo mínimo en favor del que eligieron como candidato, pero que es a todas luces su contrincante.
La situación no debería soprender a nadie. Una de las consecuencias de mantener a los chuchos en la presidencia perredista era precisamente esa: que se frenara todo lo posible y de todas formas la presencia pública de López Obrador; la otra, también ya conocida, es la de invitar a la militancia de ese grupo a no votar por AMLO.
El boicot a la candidatura es una de las formas que desde Nueva Izquierda se podrían dar en contra de López Obrador, y eso es lo que ha desatado las sospechas en todos los frentes del lopezobradorismo y empieza a endurecer las filas de Morena, que siente que las cosas no caminan con el PRD de los chuchos.
Aunque en el Morena hay ciertas discrepancias respecto al discurso de López Obrador –principalmente en aquello del perdón a Calderón, porque ellos no lo perdonan– saben, y así lo señalan, que no hay alternativas para la crisis en México, cada vez más honda, cada vez más amplia, y advierten en el candidato de las izquierdas la única puerta de salida a la situación del país.
Sin recursos económicos, pero con gran capacidad de movimiento, los diferentes grupos que integran Morena buscan arreciar sus propuestas de propaganda para incrementar la presencia de Lopez Obrador en el DF, y es probable que desde la próxima semana aumenten las reuniones, las conferencias y el contácto casa por casa de esos grupos.
Mientras, en el PRD se seguirá discutiendo, como medida dilatoria tal vez, qué hacer para fortalecer la imagen de López Obrador. El asunto es que el tiempo está encima y cada minuto de inactividad cuenta. De cualquier forma, ayer en la delegación Venustiano Carranza, en manos de los chuchos y pese a ellos, la gente llenó la explanada del edificio de la demarcación para escuchar al candidato.
De pasadita
La prohibición del gobierno de Marcelo Ebrard de que la parte más importante del Eje Central siga en manos del ambulantaje ha desatado una guerra con la gente de Alejandra Barrios. Esta parte del Centro Histórico estaba bajo el control de Rubén Juárez Barrios, hijo de Alejandra, que impuso la ley del terror no nada más entre los vendedores, con grupos de choque, sino entre los transeúntes, que no podían tomar una foto o hacer preguntas entre los vendedores porque de inmediato salían los empleados de Rubén y golpeaban, y robaban a quien se atrevía a indagar sobre las actividades en el lugar.
Pero eso no es todo: ahora resulta que el PRI busca proteger a la dinastía Barrios y postulará como candidato a diputado a Érik Rubén, nieto de Alejandra e hijo de Rubén. Por lo pronto los Barrios perdieron ya la primera batalla: los desalojaron del Eje Central, pero cerca de un millar de ellos se dieron a la tarea de torear en las calles del llamado primer cuadro, como reto al gobierno de Ebrard. La moneda está en el aire.
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