No a los idiotas

Ricardo Alemán

Aquí hemos cuestionado, severamente, decisiones adoptadas por el IFE que, en su momento, nos han parecido equivocadas, parciales, excesivas y hasta abusivas.

Hemos dicho, por ejemplo, que el actual árbitro de la contienda está lejos de sus dos antecedentes; que en no pocas ocasiones ha pretendido ser la figura central de la contienda electoral, más allá de los partidos y los verdaderos actores estelares de la democracia y de la elección federal, que son los ciudadanos.

Hemos motejado a los consejeros como “sacerdotes”, porque han dado muestras de mesianismo e iluminismo, además de que compartimos, lo que muchos ciudadanos creen: que todo el IFE, pero especialente sus consejeros, son una suerte de “casta divina” de privilegiados de la burocracia nacional, que ofende por su gasto escandaloso.

Sin embargo, hoy debemos reconocer que el IFE cometió uno de los grandes aciertos de la elección presidencial de 2012: desechó la solicitud del PRI para retirar de la radio y la televisión el spot del PAN, en donde los azules señalan que el candidato del tricolor, Enrique Peña Nieto, es un mentiroso, ya que no cumplió algunos de los 600 compromisos que prometió como candidato al gobierno mexiquense.

Y claro, aún falta que el PRI recurra al Tribunal Electoral, y que esa instancia ratifique o rectifique la decisión del IFE —respecto al spot de las obras no cumplidas de Enrique Peña Nieto—, pero por lo pronto vale señalar que el árbitro de la contienda regaló a los ciudadanos un saludable acierto. ¿Por qué?

Por la razón elemental de que, al negarse a la censura del spot del PAN, sobre los supuestos o reales incumplimientos de Enrique Peña Nieto, los consejeros del IFE dejan en manos de los ciudadanos —y de los potenciales electores— la decisión final para calificar como cierta o no la versión de los estrategas de Acción Nacional, en el sentido de que Peña Nieto cumplió o no sus compromisos como candidato al gobierno mexiquense.

Es decir, que además de que el IFE habría cumplido el espíritu de la nueva ley electoral, prefirió ser garante de algunos derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos: el derecho a decidir si le cree o no a los partidos políticos, y la libertad de determinar cuándo le mienten y cuándo lo engañan.

En pocas palabras, que el IFE dejó de concebir a los ciudadanos y potenciales electores como un montón de idiotas incapaces de discernir cuándo en un spot o un partido político pretende engañarlo o no, y cuándo una campaña publicitaria es cierta, mentirosa, engañabobos o, de plano, digna de ciudadanos estúpidos.

Y es que, en el fondo, los ciudadanos mexicanos —en tanto electores de una democracia en consolidación— no requieren de “pilmama”, tampoco de quienes cuiden la castidad de los ojos y los oídos de los ciudadanos, ante las guerras perversas propias de una contienda electoral.

Es cierto que el candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, pudiera ser un verdadero mentiroso, que no cumplió a cabalidad buena parte de los compromisos que prometió a los mexiquenses cuando fue candidato a gobernador. Pero determinar la veracidad o no de esa advertencia que utiliza el PAN como herramienta de campaña no le incumbe al IFE sino que es un derecho exclusivo de los ciudadanos.

Por el contrario, pudiera ser cierto que el PAN trata de engañar a los ciudadanos y potenciales electores, con un montaje mentiroso sobre la veracidad o no del contenido de su spot sobre Peña Nieto. En ese caso, también es derecho exclusivo de los ciudadanos juzgar, evaluar, sancionar y/o aplaudir el mensaje del PAN. Y en el extremo, es responsabilidad exclusiva de los electores sancionar a un partido mentiroso o que intenta engañar a los ciudadanos.

Si Peña Nieto miente, los electores, sin la ayuda del IFE, castigarán al candidato presidencial del PRI en las urnas. Si el PAN emplea un mensaje tramposo y mentiroso sin más argumento que recuperar preferencias, a costa de debilitar la imagen de Peña Nieto, los electores mexicanos —en su mayoría— son capaces de detectar esa mentira y de sancionar con su voto al partido que los trata de engañar.

En resumen, que es de aplaudir que el IFE haya decidido mantener el spot de que Peña Nieto miente, porque el priista puede engañar a los electores, pero no engañará a todos todo el tiempo, en tanto que el PAN tampoco podrá sorprender a todos los ciudadanos todo el tiempo. Por lo pronto, hoy el IFE no considera a los ciudadanos y electores como idiotas. Los trata como ciudadanos. Y eso, sin duda, merece un aplauso.

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