Fausto Pretelín
Con la expropiación del 51% de las acciones de la petrolera YPF, la presidenta argentina Cristina Kirchner empotra en su país la visión chavista que la región bolivariana debe tener: “nacional y popular”. Argentina se queda con el mayor yacimiento petrolero descubierto en el país, Vaca Muerta (al suroeste del país) pero se enfrentará a nuevos enemigos más allá de España, la Unión Europea, el G-20 y las calificadoras de riesgo-país (nodos de la globalización).
Son infalibles los pretextos a los que los políticos acuden cuando toman la decisión de expropiar: lloran y emocionan a la gente. José López Portillo lloró en tribuna del Congreso en los momentos en que dio a conocer la noticia de que le quitaría a los empresarios la banca. Cristina Kirchner cerró su discurso en el que dio a conocer la expropiación de YPF recordando a su esposo, el expresidente Néstor Kirchner, al decir que él siempre soñó con recuperar la empresa energética. Sus ojos acuosos emocionaron a toda una nación.
La razón de quitarse a los españoles de encima (Repsol) no puede interpretarse de forma simplista como un conflicto de intereses económicos entre un país y una empresa global. Como tampoco se debe de interpretar como una estrategia de la presidenta para ajustar asuntos internos. En realidad son dos razones de peso por las que la presidenta tomó la decisión:
La región chavista dio un vuelco en materia de recepción de inversión extranjera en 2006 con el ascenso de Evo Morales como presidente de Bolivia quien por default convirtió a los extranjeros como enemigos de toda la nación. Hugo Chávez, dos años después, expropió el banco Santander. En ese mismo año, el presidente Néstor Kirchner estatizó a la empresa Aerolíneas Argentinas después de una huelga detonada por los sindicatos. Con la decisión de Cristina Kirchner de sacar a la empresa española Repsol del cuerpo accionario de YPF, cimbró las estructuras empresariales de Movistar, Endesa, BBVA, Santander y Aguas de Barcelona.
En mayo de 2011 Cristina Kirchner declaró: “Estamos muy pero muy contentos con este hallazgo”. Se refería a Vaca Muerta, la gigantesca formación de hidrocarburos no convencionales descubierta en el suroeste de Argentina por YPF. Repsol explicó que los 927 millones de barriles equivalentes a lo hallado en Vaca Muerta, representan un volumen similar a las reservas de YPF. Verdadero salvamento del declive energético argentino cuya cifra ronde en los tres mil millones de dólares.
La globalización es la suma de nodos por los que transita el comercio internacional. Cristina Kirchner decidió eliminarlos (para su país). Si el político piensa a corto plazo, los empresarios lo hacen a largo plazo. No es difícil pronosticar que los niveles de comercio argentino con la Unión Europea y Estados Unidos caerán súbitamente. Los perjudicados serán los argentinos.
El peor castigo lo impone el tiempo. Si la decisión la hubiera tomado en el siglo pasado, Cristina Kirchner, hubiera salido en hombros de la sala donde dio a conocer la noticia. El problema de la globalización es el efecto red. La Unión Europea, a través de su gobierno (Comisión Europea) ya prepara la respuesta que dará, acorde a la posición del presidente español Mariano Rajoy. Desde que éste asumió la presidencia decidió que sus embajadas se convertirían en tanques comerciales, es decir, que el énfasis diplomático durante su gobierno sería el comercial. Puede o no gustar tal decisión, sin embargo, representa un claro mensaje de Rajoy.
Cristina Kirchner decidió que el Estado tenía que quedarse con los derechos de transmisión del futbol. Lo hizo. Pagó una fortuna (a través de hacienda) para decir: Futbol para todos y gratis. Ahora, decide cancelar las negociaciones con Repsol para quedarse con la explotación de Vaca Muerta a costa de un precio elevado: la confianza.
Con la expropiación del 51% de las acciones de la petrolera YPF, la presidenta argentina Cristina Kirchner empotra en su país la visión chavista que la región bolivariana debe tener: “nacional y popular”. Argentina se queda con el mayor yacimiento petrolero descubierto en el país, Vaca Muerta (al suroeste del país) pero se enfrentará a nuevos enemigos más allá de España, la Unión Europea, el G-20 y las calificadoras de riesgo-país (nodos de la globalización).
Son infalibles los pretextos a los que los políticos acuden cuando toman la decisión de expropiar: lloran y emocionan a la gente. José López Portillo lloró en tribuna del Congreso en los momentos en que dio a conocer la noticia de que le quitaría a los empresarios la banca. Cristina Kirchner cerró su discurso en el que dio a conocer la expropiación de YPF recordando a su esposo, el expresidente Néstor Kirchner, al decir que él siempre soñó con recuperar la empresa energética. Sus ojos acuosos emocionaron a toda una nación.
La razón de quitarse a los españoles de encima (Repsol) no puede interpretarse de forma simplista como un conflicto de intereses económicos entre un país y una empresa global. Como tampoco se debe de interpretar como una estrategia de la presidenta para ajustar asuntos internos. En realidad son dos razones de peso por las que la presidenta tomó la decisión:
La región chavista dio un vuelco en materia de recepción de inversión extranjera en 2006 con el ascenso de Evo Morales como presidente de Bolivia quien por default convirtió a los extranjeros como enemigos de toda la nación. Hugo Chávez, dos años después, expropió el banco Santander. En ese mismo año, el presidente Néstor Kirchner estatizó a la empresa Aerolíneas Argentinas después de una huelga detonada por los sindicatos. Con la decisión de Cristina Kirchner de sacar a la empresa española Repsol del cuerpo accionario de YPF, cimbró las estructuras empresariales de Movistar, Endesa, BBVA, Santander y Aguas de Barcelona.
En mayo de 2011 Cristina Kirchner declaró: “Estamos muy pero muy contentos con este hallazgo”. Se refería a Vaca Muerta, la gigantesca formación de hidrocarburos no convencionales descubierta en el suroeste de Argentina por YPF. Repsol explicó que los 927 millones de barriles equivalentes a lo hallado en Vaca Muerta, representan un volumen similar a las reservas de YPF. Verdadero salvamento del declive energético argentino cuya cifra ronde en los tres mil millones de dólares.
La globalización es la suma de nodos por los que transita el comercio internacional. Cristina Kirchner decidió eliminarlos (para su país). Si el político piensa a corto plazo, los empresarios lo hacen a largo plazo. No es difícil pronosticar que los niveles de comercio argentino con la Unión Europea y Estados Unidos caerán súbitamente. Los perjudicados serán los argentinos.
El peor castigo lo impone el tiempo. Si la decisión la hubiera tomado en el siglo pasado, Cristina Kirchner, hubiera salido en hombros de la sala donde dio a conocer la noticia. El problema de la globalización es el efecto red. La Unión Europea, a través de su gobierno (Comisión Europea) ya prepara la respuesta que dará, acorde a la posición del presidente español Mariano Rajoy. Desde que éste asumió la presidencia decidió que sus embajadas se convertirían en tanques comerciales, es decir, que el énfasis diplomático durante su gobierno sería el comercial. Puede o no gustar tal decisión, sin embargo, representa un claro mensaje de Rajoy.
Cristina Kirchner decidió que el Estado tenía que quedarse con los derechos de transmisión del futbol. Lo hizo. Pagó una fortuna (a través de hacienda) para decir: Futbol para todos y gratis. Ahora, decide cancelar las negociaciones con Repsol para quedarse con la explotación de Vaca Muerta a costa de un precio elevado: la confianza.
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