Narcotráfico: traición de Obama

Carlos Ramírez / Indicador Político

Apenas dos días después de que el presidente Barack Obama aceptó que la demanda de droga del consumo estadounidense determinaba la oferta y que el tema del narco está ligado a las armas y al dinero de EU hacia América Latina, la Casa Blanca le corrigió la plana y anunció una nueva estrategia basada sólo en disminuir el consumo en jóvenes.

Como suele ocurrir con los presidentes de los EU que carecen de experiencia de poder y que creen que son el poder, Obama ya conoció quién realmente manda en Washington: el stablishment político, el gobierno invisible del poder. En su visita a México en 1979, el presidente Carter había aceptado la argumentación mexicana del presidente López Portillo sobre el gasoducto, pero en el discurso oficial el estadounidense dijo lo contrario. Ante el reclamo del mexicano, Carter se justificó:
--Casa Blanca dice…

Obama se encontró ya en la misma situación de Carter: reconocer la culpabilidad de los EU en el esquema globalizado de la producción-transformación-transporte-ingreso a los EU de la droga, pero la Casa Blanca tomó la verdadera decisión: desentenderse de la responsabilidad en el tráfico de drogas y comprometerse sólo a bajar el consumo de drogas entre los jóvenes en un 15%. Es decir: Obama discursea, pero Casa Blanca decide.
Y a pesar de haber elogiado recientemente lo que llamó la “valentía” del presidente Calderón para combatir a los cárteles que se apoderaron de espacios territoriales de la soberanía del Estado mexicano, ahora la Casa Blanca salió con la política de rechazar “la falsa opción entre una “guerra contra las drogas” (las comillas dentro de las comillas es del documento oficial de la Casa Blanca) centrada en la obligatoriedad al aplicar la ley, por un lado, y por el otro la noción extrema de la legalización de las drogas”. Ahí se localiza la traición de Obama porque se desliga de la estrategia mexicana que ha ayudado a disminuir el suministro de drogas a los EU, aunque en la lógica de que la baja en la oferta de las drogas desestabiliza el mercado de consumo estadounidense.

Asimismo se trata de una traición de Obama a sus compromisos sociales: información oficial de la Casa Blanca señala que alrededor de mil ciudades de la Unión Americana tienen fuertes mercados de compra-venta de droga al menudeo y que esos mercados están controlados por cinco cárteles mexicanos, además de que alrededor de 30 millones de estadounidenses son consumidores de droga. Pero al final, resulta que el consumo de droga masivo se da entre las clases pobres que acuden a las drogas o estallan la violencia, lo que convierte a las drogas en un mecanismo de control social de masas.

La nueva estrategia para el control de drogas de la Casa Blanca --texto íntegro en HYPERLINK “http://www.whitehouse.gov/sites/default/files/ondcp/2012_ndcs.pdf--” tiene siete objetivos contradictorios. Uno de ellos es vital para entender la lógica de la política sobre drogas de la Casa Blanca, independientemente de las declaraciones que haga el presidente Obama: deja entrever un abandono del gobierno de los EU del concepto de integralidad en el tema del narco --importación, producción y consumo-- al señalar el objetivo de “romper el ciclo de drogas, crimen, delincuencia y el encarcelamiento”, lo que señalaría una legalización de facto del consumo de drogas al asumirlo como enfermedad y no como delito.

Al considerar como opción falsa una “guerra contra las drogas centrada en la obligatoriedad de la ley”, la Casa Blanca --al margen de lo que ingenuamente piensa y diga el presidente Obama-- otorga su beneplácito para el funcionamiento cuasilegal de los cárteles de la droga no sólo en México, sino dentro de los EU, donde el mercado de droga al menudeo de mil ciudades se maneja por cárteles mexicanos y las pandillas violentas también de mexicanos desde las cárceles.
Aquí es donde se ubica otra incongruencia del gobierno de los EU --Obama al margen--, porque también de hecho otorga el consentimiento para que el consumo de drogas siga bajo el control del crimen organizado y no reflexiona sobre la legalización que daría el control a las autoridades sanitarias.

De ahí que la nueva estrategia de control de drogas de la Casa Blanca para el 2012 sea la misma del 2010: sólo disminuir al 2015 el consumo en jóvenes en un 15% del total de 30 millones. Con ello, la Casa Blanca se desentiende de la droga como un problema de globalización de mercados y decide atacar el consumo y no el tráfico, a pesar de que peligrosamente algunas instancias del gobierno de los EU hayan comenzado a hablar de narcoterrorismo.

La “nueva” estrategia de los EU contra las drogas se olvida de tres de los puntos fundamentales que tienen que ver con el tráfico internacional de drogas: el lavado de dinero del narco que hasta ahora ha beneficiado al sistema financiero estadounidense, el circuito internacional del mercado del narco y la presencia creciente de los cárteles de la droga en los EU con todo y su violencia, sobre todo el Cártel del Pacífico de Joaquín “El Chapo” Guzmán, que ya ha sido bien recibido por la élite financiera estadounidense --beneficios del narcolavado en bancos de los EU-- al ser incluido en el cártel de los más ricos de Forbes.

Los países donde se siembra y trasiega droga tienen dos opciones: mantener su ofensiva integral contra los cárteles que disputan territorios de la soberanía del Estado, o sólo combatir la siembra y consumo local y dejar pasar libremente toda la droga que quieran hacia los EU. Peligrosamente la Casa Blanca redefinió unilateralmente su política antidrogas como una estrategia de relección de Obama, porque no agita los avisperos del narco que están instalados en mil ciudades de los EU y con ello busca conseguir votos de los consumidores.

El modelo antidrogas de la Casa Blanca --al margen de lo que piense y diga el presidente Obama-- ayuda a entender la decisión del gobierno de Calderón: aquí se evita la instalación del crimen organizado como poder soberano en territorios del Estado y en los EU se entregan más de mil ciudades a los cárteles que dominan el mercado de venta y consumo al menudeo de drogas.

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