México, paraíso de trasnacionales

Wal-Mart: sobornos vs. utilidades
Megacorrupción y tortillas duras

Carlos Fernández-Vega / México SA


Lo que el diario estadunidense The New York Times reveló un par de días atrás no sólo confirma la práctica cotidiana del gobierno mexicano, la corrupción galopante, sino que deja en claro, por si alguien dudara, el tipo de empresa trasnacional que de este país ha hecho su paraíso, el mismo que con fervor protege y promueve el actual inquilino de Los Pinos (junto con sus cuatro antecesores en el cargo), algo en lo que, por lo demás, coinciden plenamente Josefina Vázquez Mota y Enrique Peña Nieto: desmantelamiento del Estado, privatización a ultranza e inversión foránea al costo que sea y con todas las facilidades del caso (la factura, desde luego, la pagan los mexicanos).

Resulta que el rotativo publicó que Wal-Mart, por medio de su subsidiaria en México, pagó sobornos hasta por 24 millones de dólares para ganar el dominio en el mercado mexicano. La investigación identificó a Eduardo Castro-Wright, entonces director de la empresa en México, como fuerza motora detrás de los años de soborno, aunque apuntó que hubo cohechos ocasionales antes de su llegada a la compañía en 2002. La denuncia fue presentada por Sergio Cicero Zapata, ex abogado de bienes raíces de Wal-Mart, quien indicó que la firma usó los sobornos para facilitar cambios de zonas en los mapas y desvanecer objeciones ambientalistas, permisos que típicamente toman meses para su proceso mágicamente se materializaron en días. Cicero denunció que las prácticas de cohecho estimuladas por Castro-Wright eran parte de una estrategia expansiva de negocios, para construir cientos de nuevas tiendas tan rápido que sus competidores no tuvieran tiempo de reaccionar. El ex ejecutivo dio nombres, fechas y montos de los sobornos: él sabía mucho, explicó que por años fue el abogado a cargo de obtener los permisos de construcción para Wal-Mart de México. Sin embargo, The New York Times se abstuvo de divulgar los nombres de los funcionarios mexicanos sobornados, y sólo se refirió a alcaldes, concejales, oscuros planificadores urbanos o burócratas de bajo nivel que expedían permisos de construcción, pero identificó a ejecutivos de la gigante del ramo de supermercados (Notimex).

Lo anterior, sin ser novedad para nadie, deja en claro que la mayoría de los funcionarios mexicanos (de los tres niveles de gobierno) han vendido al país, y lo siguen haciendo, a cambio de tortillas duras. La ganancia, para ellos, es el volumen. Pocos son, como los Salinas de Gortari comprenderán, los gobernantes que fijan porcentaje para que a cambio otorguen permisos, vendan empresas de la nación, permitan la destrucción ecológica, avalen el saqueo, asuman deudas privadas con cargo al erario, privatizar la generación de energía eléctrica, etcétera, etcétera. Así, un bono equivalente a 10 por ciento de la transacción y/o una participación accionaria a cambio de desincorporar (léase desmantelar) la infraestructura productiva del Estado representa un mundo de dinero.

Pero sólo los funcionarios de altísimo nivel cobran esa proporción. De allí para abajo, las tortillas duras son la norma de los supuestos representantes de la nación. Lo anterior, porque de acuerdo con el citado rotativo, Wal-Mart pagó sobornos por 24 millones de dólares (alrededor de 320 millones de pesos al tipo de cambio actual), monto que la trasnacional estadunidense deja de propina cuando pide un café. Con sobornos por ese monto, en México el consorcio (recurrentemente acusado de explotación de mano de obra infantil) obtuvo hasta un banco, cortesía de Vicente Fox y Francisco Gil Díaz.

El objetivo que se fijó la trasnacional fue destinar esos 24 millones de dólares para funcionarios, como parte de una estrategia expansiva de negocios, para construir cientos de nuevas tiendas tan rápido, que sus competidores no tuvieran tiempo de reaccionar, y lo logró a plenitud. Pues bien, sólo es cuestión de echar números y ver las proporciones: con Calderón en Los Pinos, por ejemplo, Wal-Mart obtuvo ventas netas por casi un billón 470 mil millones de pesos (más de 110 mil millones de dólares, al tipo de cambio actual, en el periodo 2007-2011, o si se prefiere el equivalente a 10 por ciento del PIB mexicano), de acuerdo con su propia información financiera, de tal suerte que para lograr ese monto sólo invirtió el ¡¡¡0.00000002!!! por ciento (24 millones de dólares) de las ventas netas que reportaría en cinco años (110 mil millones de dólares).

He allí el plato de tortillas duras por las que los funcionarios de los tres niveles de gobierno venden al país, violan la ley, fomentan el saqueo y sacrifican a los mexicanos. A lo largo de tres décadas (sin que ello quiera decir que antes no había corrupción) esa ha sido la norma: gobiernos gerenciales y facilitadores, voraces consorcios multimillonarios en vías de serlo en una proporción mucho mayor, funcionarios enriquecidos de la noche a la mañana, y mexicanos cada día más pobres, y para consolidar la estrategia expansiva (Wal-Mart dixit) los supuestos representantes de los habitantes de este país han desmantelado al México que dicen representar y cuidar. Esos son los criterios de negocios e inversión que privan en los círculos gubernamentales y en los de las grandes empresas privadas (nacionales y foráneas). Y allí está el resultado.

¿Qué obtuvo Wal-Mart a cambio de sus 24 millones de dólares en sobornos? Pues bien, un incremento de 72.5 por ciento en sus ventas netas 2007-2011; 104.6 por ciento de aumento en el número de establecimientos comerciales (de mil 28 a 2 mil 87 entre 2007 y 2011) y 60 por ciento de crecimiento en sus utilidades netas, que en igual lapso se aproximaron a 90 mil millones de pesos, entre otras gracias. Todo ello sin considerar que consolida sus resultados financieros, lo que le permite pagar menos impuestos, si es que los paga, porque al cuarto trimestre de 2011 la trasnacional no había pagado (porque la ley fiscal se lo permite) 7 mil 866 millones de pesos en impuestos diferidos.

Lo mejor del caso es que en su investigación The New York Times encontró que los directivos de Wal-Mart en Estados Unidos cerraron el caso sin notificar a las autoridades estadunidenses ni a las mexicanas, y en cambio, Castro-Wright (el sobornador) fue promovido a vicepresidente de Wal-Mart en 2008. ¿Y dónde anda el gobierno mexicano en todo esto? Pues el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, informa que no tenemos suficientes elementos y una vez que los tengamos tomaremos la decisión de cómo debemos proceder.

Las rebanadas del pastel

Como bien dijo Felipe Calderón en su faraónico acto en el Auditorio Nacional (28/03/12), México es mejor que lo que era hace seis años.

Comentarios