David Colmenares
Ya empezaron las campañas, las promesas, los programas, pero hay temas que no deben estar ausentes de la Agenda, aunque no hayan sido considerados en las preguntas que un grupo de ciudadanos publicó. Uno de ellos es el de resolver el dilema de más centralismo como en esta Administración o Descentralización y Federalismo Fiscal. Este es un desafío que deberán afrontar y enfrentar el próximo Presidente de la República, como reconstruir nuestro agotado Pacto Fiscal para convertirlo en fortaleza, Pacto hoy abrumado por un afán centralista que poco ayuda al desarrollo económico y democrático, con una estructura recaudatoria altamente regresiva que descansa en impuestos indirectos, particularmente el IVA y los impuestos especiales y que depende en un 40 % en promedio de los ingresos petroleros. Además de una distribución de facultades impositivas que sólo dejan a las entidades federativas y municipios el 2.4 % del potencial recaudatorio y la resistencia a devolverles mejores potestades a los gobiernos subnacionales y locales, con participaciones derivadas de su adhesión al Sistema Nacional de Coordinación Fiscal, que apenas llegan al 17 % de la recaudación participable Con entidades abrumadas por los pari passus y el gasto educativo de un inexistente federalismo educativo.
En efecto, comparando con otros países miembros de la OCDE, es clara la centralización de las potestades tributarias en México. A las entidades federativas sólo les han dejado impuestos con bajo potencial recaudatorio, siendo el más notable el de nóminas –que no es un buen impuesto-, la depredada tenencia, clonada y legislada por la mayoría de las entidades federativas e impuestitos como hospedaje y anuncios-
El municipio, aunque es menos dependiente de las transferencias federales que los propio estados, recibe adicionalmente, con notables excepciones por supuesto, un trato fiscal generalmente inequitativo por parte del orden estatal, quien puentea los ingresos municipales, a veces los jinetea, no les paga completas las participaciones, los someten a esquemas de mezclas de recursos discrecionales, esto es no regulados y se les oculta información. Cada vez son menos los casos en esta situación, pero aun prevalecen fundamentalmente en el sureste.
En algunas entidades –las menos- donde por ejemplo el FEIEF se les paga con muchas dificultades, fuera de los tiempos legales y sólo con autorización especial. Otras donde hay resistencia para entregar plenamente el Catastro a los municipios –por lo menos a los que tienen mayores capacidades para ello- y les niegan padrones para mejorar el catastral.
Acabar con estas inercias centralistas, empezando por la federal que no quiere devolver facultades importantes a las entidades federativas, o que hace fórmulas para el reparto de recursos apuntadas a deteriorar las finanzas de unas para beneficiar a otras como fue el caso de 2008 con muchos “daños colaterales” , como Tabasco y Nuevo León entre otros. Cambiar esas prácticas es tarea inmediata de la próxima Administración y lo deben asumir los candidatos, entablando un nuevo diálogo federalista.
Resolver el problema de los pari passus, pero no con más endeudamiento así sea con “bonos cupón cero”, sino eliminándolos o ajustándolos a la realidad del 5-17-78, no el 50-50.
Hoy se ve una virulencia extrema entre el PRI y el PAN, acusando este último como todo el sexenio el Gobierno de ineficientes y corruptos a los gobiernos estatales y municipales, en su mayoría del PRI o el DF del PRD. Me pregunto ¿le informarían al Presidente de lo que significarían las ya comentadas reformas a las fórmulas de distribución de participaciones de 2008, esto es en los tiempos de su Gobierno?
Son temas para el debate y los compromisos, pero hay más: centralismo o federalismo, coordinación fiscal o subordinación; estructura tributaria regresiva o progresiva; ¿más estímulos negativos para la inversión?; autonomía o no al SAT; simplificación tributaria o no; regreso de facultades impositivas a las entidades federativas; transparencia fiscal y participación ciudadana, etc.
Ya empezaron las campañas, las promesas, los programas, pero hay temas que no deben estar ausentes de la Agenda, aunque no hayan sido considerados en las preguntas que un grupo de ciudadanos publicó. Uno de ellos es el de resolver el dilema de más centralismo como en esta Administración o Descentralización y Federalismo Fiscal. Este es un desafío que deberán afrontar y enfrentar el próximo Presidente de la República, como reconstruir nuestro agotado Pacto Fiscal para convertirlo en fortaleza, Pacto hoy abrumado por un afán centralista que poco ayuda al desarrollo económico y democrático, con una estructura recaudatoria altamente regresiva que descansa en impuestos indirectos, particularmente el IVA y los impuestos especiales y que depende en un 40 % en promedio de los ingresos petroleros. Además de una distribución de facultades impositivas que sólo dejan a las entidades federativas y municipios el 2.4 % del potencial recaudatorio y la resistencia a devolverles mejores potestades a los gobiernos subnacionales y locales, con participaciones derivadas de su adhesión al Sistema Nacional de Coordinación Fiscal, que apenas llegan al 17 % de la recaudación participable Con entidades abrumadas por los pari passus y el gasto educativo de un inexistente federalismo educativo.
En efecto, comparando con otros países miembros de la OCDE, es clara la centralización de las potestades tributarias en México. A las entidades federativas sólo les han dejado impuestos con bajo potencial recaudatorio, siendo el más notable el de nóminas –que no es un buen impuesto-, la depredada tenencia, clonada y legislada por la mayoría de las entidades federativas e impuestitos como hospedaje y anuncios-
El municipio, aunque es menos dependiente de las transferencias federales que los propio estados, recibe adicionalmente, con notables excepciones por supuesto, un trato fiscal generalmente inequitativo por parte del orden estatal, quien puentea los ingresos municipales, a veces los jinetea, no les paga completas las participaciones, los someten a esquemas de mezclas de recursos discrecionales, esto es no regulados y se les oculta información. Cada vez son menos los casos en esta situación, pero aun prevalecen fundamentalmente en el sureste.
En algunas entidades –las menos- donde por ejemplo el FEIEF se les paga con muchas dificultades, fuera de los tiempos legales y sólo con autorización especial. Otras donde hay resistencia para entregar plenamente el Catastro a los municipios –por lo menos a los que tienen mayores capacidades para ello- y les niegan padrones para mejorar el catastral.
Acabar con estas inercias centralistas, empezando por la federal que no quiere devolver facultades importantes a las entidades federativas, o que hace fórmulas para el reparto de recursos apuntadas a deteriorar las finanzas de unas para beneficiar a otras como fue el caso de 2008 con muchos “daños colaterales” , como Tabasco y Nuevo León entre otros. Cambiar esas prácticas es tarea inmediata de la próxima Administración y lo deben asumir los candidatos, entablando un nuevo diálogo federalista.
Resolver el problema de los pari passus, pero no con más endeudamiento así sea con “bonos cupón cero”, sino eliminándolos o ajustándolos a la realidad del 5-17-78, no el 50-50.
Hoy se ve una virulencia extrema entre el PRI y el PAN, acusando este último como todo el sexenio el Gobierno de ineficientes y corruptos a los gobiernos estatales y municipales, en su mayoría del PRI o el DF del PRD. Me pregunto ¿le informarían al Presidente de lo que significarían las ya comentadas reformas a las fórmulas de distribución de participaciones de 2008, esto es en los tiempos de su Gobierno?
Son temas para el debate y los compromisos, pero hay más: centralismo o federalismo, coordinación fiscal o subordinación; estructura tributaria regresiva o progresiva; ¿más estímulos negativos para la inversión?; autonomía o no al SAT; simplificación tributaria o no; regreso de facultades impositivas a las entidades federativas; transparencia fiscal y participación ciudadana, etc.
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