Mariano Rajoy y sus circunstancias malditas

Fausto Pretelín

Las rachas, en estadística, multiplican el número de eventos con rasgos similares. Mariano Rajoy perdió dos elecciones frente a Zapatero pero la primera de ellas la iba a ganar. Estuvo a 72 horas de hacerlo. Una mentira de Aznar cambió su destino. El 11 de marzo de 2004 un grupo terrorista de perfil islámico voló carros de tren en la estación de Atocha, en Madrid. Aznar empujó a Rajoy al despeñadero al afirmar que ETA había sido el autor de los múltiples crímenes.

Rajoy tuvo que esperar ocho años para ser presidente. Una buena noticia para él y su partido, el conservador PP (Partido Popular). No pasaron ni 72 horas cuando la prima de riesgo española se distanciaba de la menos riesgosa, la alemana. Las promesas de campaña volaron por los aires y los ajustes macros comenzaron a paralizar, aun más, a la economía española.

Rajoy tomó la decisión de aplicar recortes de gasto en donde había prometido no hacerlo. Los entes económicos no vieron con buenos ojos las decisiones debido a la recesión. La fórmula poco ortodoxa, recortar gasto durante la cresta de desempleo (22% de la población económicamente activa y un 40%, en particular con los jóvenes) resulta ser una jugada de alto riesgo. La prima de riesgo española siguió subiendo. Rajoy se atrincheró (escondió) y no se expuso ante los medios de comunicación. Fueron los ministros los que iniciaron una campaña de convencimiento. Lo mismo frente a la Comisión Europea que en el itinerante gobierno del G20; de Washington a Londres y de China a la India.

Los primeros cien días de Gobierno, Rajoy los “celebra” con una huelga parcial. Los sindicatos, molestos por una nueva ley laboral que incentiva los despidos, salen a las calles a protestar. No solo eso, amenazan con regresar el primer día de mayo.

Por lo que se refiere a la bolsa de valores madrileña…la peor del mundo. La confianza de los inversionistas está por los suelos frente a la duda de que, si las instituciones supranacionales van o no, a intervenir a España.

De manera pedagógica, el presidente Sarkozy soporta sus promesas (económicas) de campaña señalando a los franceses que no quiere que Francia se contagie de España.

De manera tangencial, la familia real española, reconocida por su discreción, comienza a poner nervioso a Rajoy. La trama Urdangarin revienta la confianza en el primer círculo del rey Juan Carlos. Con malos manejos empresariales disfrazados de nepotismo, el yerno del rey, Iñaki Urdangarin, se hace millonario a través de una fundación. La tensión sube, y por si fuera poco, el ánimo senil descontrolado, provoca que el rey viaje a África para cazar elefantes.

Pero faltaba lo peor. Al menos, la crisis económica no tomó por sorpresa a Rajoy. Desde Argentina, la presidenta Kirchner decidió expulsar a Repsol de YPF. Ondeando la bandera peronista, Cristina Kirchner decidió aliarse a la estrategia que gusta a Evo Morales. “Vamos por todo”, fue su lema de campaña. Argentina para los argentinos.

Desde que inició su gobierno, Rajoy decidió fortalecer a su cuerpo diplomático en materia de negocios. Adicionalmente, decidió dar un vuelco a los radios de interés heredados por Zapatero. El presidente socialista no se acercó a Latinoamérica para potencializar las inversiones. La maldición le hace una mala broma a Rajoy. Paradójicamente es en Latinoamérica donde se recrudece la hostilidad hacia España…en materia económica.

En el momento en que las fuerzas mediáticas debilitan a la clase política, el rol de un líder político se reduce a generar confianza. Rajoy es un operador político pero no es un líder. No ha logrado revertir el ambiente adverso que tiene frente a él. Se ha convertido en un presidente maldito.

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