Samuel García
Ayer la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner anunció la intervención inmediata y estatización del 51% de las acciones de la petrolera argentina Yacimientos Petrolíferos Fiscales, YPF; subsidiaria de la española Repsol.
La medida era inminente tal y como lo dio a conocer el diario argentino Clarín el jueves pasado cuando publicó un proyecto de ley que la Casa Rosada habría enviado al Congreso ese día y a pesar de los buenos augurios que había dado a conocer el gobierno español apenas antier.
Fernández de Kirchner lo tenía preparado, pero tenía que salvar el compromiso de la Cumbre de las Américas en Cartagena antes de dar a conocer su decisión que, sabe, provocará un nuevo cisma en las relaciones internacionales de Argentina.
Los Kirchner han caminado lenta, pero consistentemente, hacia una economía con mayor control del estado, con una política económica de claro andamiaje populista, arropada bajo el abrigo de un férreo control político. Con la estatización de YPF Cristina ha dado un paso importante y emblemático en esa dirección.
El anuncio de la intervención inmediata de YPF y el envío al Senado de una Ley de Hidrocarburos que fundamenta legalmente la expropiación del 51% de las acciones de la empresa de propiedad mayoritaria de la española Repsol (57.4%), tiene –de principio- dos motivaciones:
1. El inmediato es el financiero. Argentina aún no tiene acceso a los mercados crediticios globales y ello limita su stock de liquidez de divisas a su superávit comercial que se ha visto mermado recientemente. El gobierno enfrenta una crisis de divisas que ha sido agravada por las fuertes salidas de capitales que el año pasado ascendió a más de 21 mil millones de dólares. De allí que el gobierno argentino busque reducir los déficits comerciales bajo medidas controversiales, como el cuestionamiento al acuerdo automotriz con México. En esa línea se inscribe la importación de petrolíferos que en 2011 se duplicó alcanzando 10 mil millones de dólares y que ahora Cristina Fernández usa como principal argumento para la decisión de estatizar YPF.
2. La motivación mediata es el acento en su política de control. Los Kirchner plantearon una política económica antiliberal, mayoritariamente estatista, con una política industrial centralmente dirigida y de sustitución de importaciones y con una visión regional, alejada de Estados Unidos. La decisión de Cristina Fernández de estatizar YPF da continuidad a importantes privatizaciones anteriores como de los fondos privados de pensiones, de Aerolíneas Argentinas o de la mayor compañía local de aguas. Pero también a la línea de control e intervención que ha establecido en la oficina de estadísticas del Estado, en el directorio del banco central, en los controles impuestos al mercado cambiario o atajando los déficits comerciales incluso por la vía de la violación de los acuerdos establecidos. Con la decisión sobre YPF, Cristina Fernández camina hacia el endurecimiento de este control fortalecida por su rotundo triunfo electoral con el 51.1% de la votación en las elecciones de 2011.
La complicada situación de liquidez de divisas le dio a la presidenta argentina el motivo perfecto para decidirse a estatizar Repsol, un viejo plan de su gobierno. Sin embargo la tibieza del nuevo gobierno español y la crítica situación económica de España, fueron el caldo de cultivo que aceleró su apuesta.
Ayer la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner anunció la intervención inmediata y estatización del 51% de las acciones de la petrolera argentina Yacimientos Petrolíferos Fiscales, YPF; subsidiaria de la española Repsol.
La medida era inminente tal y como lo dio a conocer el diario argentino Clarín el jueves pasado cuando publicó un proyecto de ley que la Casa Rosada habría enviado al Congreso ese día y a pesar de los buenos augurios que había dado a conocer el gobierno español apenas antier.
Fernández de Kirchner lo tenía preparado, pero tenía que salvar el compromiso de la Cumbre de las Américas en Cartagena antes de dar a conocer su decisión que, sabe, provocará un nuevo cisma en las relaciones internacionales de Argentina.
Los Kirchner han caminado lenta, pero consistentemente, hacia una economía con mayor control del estado, con una política económica de claro andamiaje populista, arropada bajo el abrigo de un férreo control político. Con la estatización de YPF Cristina ha dado un paso importante y emblemático en esa dirección.
El anuncio de la intervención inmediata de YPF y el envío al Senado de una Ley de Hidrocarburos que fundamenta legalmente la expropiación del 51% de las acciones de la empresa de propiedad mayoritaria de la española Repsol (57.4%), tiene –de principio- dos motivaciones:
1. El inmediato es el financiero. Argentina aún no tiene acceso a los mercados crediticios globales y ello limita su stock de liquidez de divisas a su superávit comercial que se ha visto mermado recientemente. El gobierno enfrenta una crisis de divisas que ha sido agravada por las fuertes salidas de capitales que el año pasado ascendió a más de 21 mil millones de dólares. De allí que el gobierno argentino busque reducir los déficits comerciales bajo medidas controversiales, como el cuestionamiento al acuerdo automotriz con México. En esa línea se inscribe la importación de petrolíferos que en 2011 se duplicó alcanzando 10 mil millones de dólares y que ahora Cristina Fernández usa como principal argumento para la decisión de estatizar YPF.
2. La motivación mediata es el acento en su política de control. Los Kirchner plantearon una política económica antiliberal, mayoritariamente estatista, con una política industrial centralmente dirigida y de sustitución de importaciones y con una visión regional, alejada de Estados Unidos. La decisión de Cristina Fernández de estatizar YPF da continuidad a importantes privatizaciones anteriores como de los fondos privados de pensiones, de Aerolíneas Argentinas o de la mayor compañía local de aguas. Pero también a la línea de control e intervención que ha establecido en la oficina de estadísticas del Estado, en el directorio del banco central, en los controles impuestos al mercado cambiario o atajando los déficits comerciales incluso por la vía de la violación de los acuerdos establecidos. Con la decisión sobre YPF, Cristina Fernández camina hacia el endurecimiento de este control fortalecida por su rotundo triunfo electoral con el 51.1% de la votación en las elecciones de 2011.
La complicada situación de liquidez de divisas le dio a la presidenta argentina el motivo perfecto para decidirse a estatizar Repsol, un viejo plan de su gobierno. Sin embargo la tibieza del nuevo gobierno español y la crítica situación económica de España, fueron el caldo de cultivo que aceleró su apuesta.
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