Jorge Fernández Menéndez
Para Valeria y Federico,
por la llegada de Raquel.
Hace varias semanas decíamos en este espacio que la candidata Josefina Vázquez Mota tenía que nuclear en torno suyo, si realmente quería disputarle la candidatura presidencial a Enrique Peña Nieto, a todo el PAN, y que además de las fuerzas del calderonismo, tenía que convocar a Diego Fernández de Cevallos y a Vicente Fox.
La candidata blanquiazul ha intentado hacerlo. El Jefe Diego ya ha aparecido en algunos actos, todavía no del ámbito nacional, pero sí con Josefina y con Isabel Miranda en el DF y todo indica que se involucrará en la alicaída campaña de Isabel para la capital del país. Los cambios que se han producido en el equipo de Josefina tienen un mensaje claro: sumar al calderonismo a la campaña y tratar de acabar con las divisiones surgidas en el proceso interno. Plasmado además un claro mensaje de confrontación con Peña Nieto, la lógica de esa campaña se logró rectificar.
Pero el tema Fox ha sido imposible de superar: los mismos días en que Josefina y el PAN se lanzaban de lleno a confrontarse con Peña Nieto y el PRI, el ex Presidente declaraba que sólo un milagro podría impedir el triunfo del mexiquense, que a su vez le agradecía públicamente la declaración. Al día siguiente de que Felipe Calderón lograba un acuerdo en la Cumbre de Cartagena para establecer un sistema de lucha antidrogas continental por medio de la OEA, Fox volvía a pedir que se legalizaran las drogas y se acabara con la actual estrategia. Creo que nadie ha sido más insistente en la crítica a Calderón en estos días que su antecesor Vicente Fox.
En esto hay, no me cabe duda, un espacio de confrontación personal entre el ex mandatario y el actual; una distancia que nació desde la precampaña panista en 2005 y se amplió cuando el presidente Calderón llegó al poder. Puede argumentar Fox que no fue tomado en cuenta por su sucesor, pero la verdad es que tampoco fue, ni remotamente, perseguido en estos seis años. Puede argumentar que no ha tenido apoyo del gobierno federal para el Centro Fox, pero la verdad es que el Centro sigue funcionando por los aportes y los patrocinadores que se lograron desde el sexenio pasado. Puede argumentar que su gente no ha tenido posiciones en las listas panistas, pero tampoco se puede obviar que uno de sus principales operadores, Manuel Espino, acaba de ser actor principal en una publicación infame en contra del presidente Felipe Calderón, sin que el hecho mereciera ni un comentario de Vicente Fox.
Nadie le quita a Fox su popularidad de antaño ni el reconocimiento histórico por el papel que jugó hace 12 años cuando logró, en una elección histórica, derrotar al PRI. Creo que los resultados de su gobierno, sobre todo en el ámbito de los cambios que el país requería, y en la seguridad, estuvieron bastante por debajo de su triunfo electoral. Pero la popularidad no se la quita nadie. No sé si Josefina se reunió o no con Fox, pero resulta evidente que el ex Presidente no está interesado en apoyar ni su campaña ni a su partido en este proceso.
Hay quienes aseguran que lo que sucede es que Fox está mucho más interesado en articular y promocionar su futuro programa de televisión en Estados Unidos, destinado al público latinoamericano, donde entrevistará, el mismo Fox, a distintas personalidades de la región. Hay quienes aseguran que el acuerdo con el PRI pasa por el Centro Fox, que ha sido apoyado financieramente por muchos gobernadores priistas. Hay quienes sostienen que un cateo ordenado por la PGR en ese Centro, hace unos meses, por un proceso penal, fue determinante para la ruptura final entre el presidente Calderón y Vicente Fox.
Y todo eso es muy probable. Pero creo que en el fondo el foxismo lo que está intentando hacer es otra cosa: se trata de esperar (e impulsar) la derrota de Josefina y del PAN para arreglar cuentas con el calderonismo y los actuales dirigentes del partido; tratar de quedarse nuevamente con él pasadas las elecciones y convertirse en el interlocutor panista (o neopanista) de una hipotética administración de Peña Nieto. Es una jugada arriesgada y que tiene alguna posibilidad de concreción, pero que también puede terminar en el desastre para Vicente Fox entre otras razones porque implica propiciar la derrota de su partido en las elecciones y prácticamente impulsar las condenas políticas o penales del presidente Calderón en el futuro.
Me parece una lógica demasiado mezquina, pero no se necesita ningún milagro para comprenderla.
Para Valeria y Federico,
por la llegada de Raquel.
Hace varias semanas decíamos en este espacio que la candidata Josefina Vázquez Mota tenía que nuclear en torno suyo, si realmente quería disputarle la candidatura presidencial a Enrique Peña Nieto, a todo el PAN, y que además de las fuerzas del calderonismo, tenía que convocar a Diego Fernández de Cevallos y a Vicente Fox.
La candidata blanquiazul ha intentado hacerlo. El Jefe Diego ya ha aparecido en algunos actos, todavía no del ámbito nacional, pero sí con Josefina y con Isabel Miranda en el DF y todo indica que se involucrará en la alicaída campaña de Isabel para la capital del país. Los cambios que se han producido en el equipo de Josefina tienen un mensaje claro: sumar al calderonismo a la campaña y tratar de acabar con las divisiones surgidas en el proceso interno. Plasmado además un claro mensaje de confrontación con Peña Nieto, la lógica de esa campaña se logró rectificar.
Pero el tema Fox ha sido imposible de superar: los mismos días en que Josefina y el PAN se lanzaban de lleno a confrontarse con Peña Nieto y el PRI, el ex Presidente declaraba que sólo un milagro podría impedir el triunfo del mexiquense, que a su vez le agradecía públicamente la declaración. Al día siguiente de que Felipe Calderón lograba un acuerdo en la Cumbre de Cartagena para establecer un sistema de lucha antidrogas continental por medio de la OEA, Fox volvía a pedir que se legalizaran las drogas y se acabara con la actual estrategia. Creo que nadie ha sido más insistente en la crítica a Calderón en estos días que su antecesor Vicente Fox.
En esto hay, no me cabe duda, un espacio de confrontación personal entre el ex mandatario y el actual; una distancia que nació desde la precampaña panista en 2005 y se amplió cuando el presidente Calderón llegó al poder. Puede argumentar Fox que no fue tomado en cuenta por su sucesor, pero la verdad es que tampoco fue, ni remotamente, perseguido en estos seis años. Puede argumentar que no ha tenido apoyo del gobierno federal para el Centro Fox, pero la verdad es que el Centro sigue funcionando por los aportes y los patrocinadores que se lograron desde el sexenio pasado. Puede argumentar que su gente no ha tenido posiciones en las listas panistas, pero tampoco se puede obviar que uno de sus principales operadores, Manuel Espino, acaba de ser actor principal en una publicación infame en contra del presidente Felipe Calderón, sin que el hecho mereciera ni un comentario de Vicente Fox.
Nadie le quita a Fox su popularidad de antaño ni el reconocimiento histórico por el papel que jugó hace 12 años cuando logró, en una elección histórica, derrotar al PRI. Creo que los resultados de su gobierno, sobre todo en el ámbito de los cambios que el país requería, y en la seguridad, estuvieron bastante por debajo de su triunfo electoral. Pero la popularidad no se la quita nadie. No sé si Josefina se reunió o no con Fox, pero resulta evidente que el ex Presidente no está interesado en apoyar ni su campaña ni a su partido en este proceso.
Hay quienes aseguran que lo que sucede es que Fox está mucho más interesado en articular y promocionar su futuro programa de televisión en Estados Unidos, destinado al público latinoamericano, donde entrevistará, el mismo Fox, a distintas personalidades de la región. Hay quienes aseguran que el acuerdo con el PRI pasa por el Centro Fox, que ha sido apoyado financieramente por muchos gobernadores priistas. Hay quienes sostienen que un cateo ordenado por la PGR en ese Centro, hace unos meses, por un proceso penal, fue determinante para la ruptura final entre el presidente Calderón y Vicente Fox.
Y todo eso es muy probable. Pero creo que en el fondo el foxismo lo que está intentando hacer es otra cosa: se trata de esperar (e impulsar) la derrota de Josefina y del PAN para arreglar cuentas con el calderonismo y los actuales dirigentes del partido; tratar de quedarse nuevamente con él pasadas las elecciones y convertirse en el interlocutor panista (o neopanista) de una hipotética administración de Peña Nieto. Es una jugada arriesgada y que tiene alguna posibilidad de concreción, pero que también puede terminar en el desastre para Vicente Fox entre otras razones porque implica propiciar la derrota de su partido en las elecciones y prácticamente impulsar las condenas políticas o penales del presidente Calderón en el futuro.
Me parece una lógica demasiado mezquina, pero no se necesita ningún milagro para comprenderla.
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