Raymundo Riva Palacio
Si la corrupción es un mal universal, ¿cómo se define qué países son más corruptos? Se puede alegar que es un problema cultural, y que está vinculada a la debilidad de las instituciones de procuración de justicia. Estas variables, que son ciertas, acompañan permanentemente a la corrupción rampante. Se pueden aplicar a México, pero no explican sin embargo por qué países con desarrollo y orígenes similares, sean menos corruptos. La respuesta –que también es universal- se encuentra en que una buena parte de la corrupción de grandes vuelos en este país, goza de impunidad.
Esta impunidad ha navegado a través de generaciones. En los 70’s, el conglomerado de la industria militar Lockheed, pagó millones de dólares en el mundo para que compraran sus equipos y no los de sus adversarios comerciales. El Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos exhibió a la multinacional y denunció sus prácticas, que provocaron que Japón pidiera más información para abrir una investigación propia, a partir de lo cual juzgó, sentenció y destituyó al primer ministro Kakuei Tanaka. Entre los sobornados había generales mexicanos, pero el gobierno de México nunca pidió ninguna evidencia a Washington ni procedió contra nadie.
Mucho más reciente, el año pasado, dos ejecutivos de Lindsay Mfg. Company y un agente de ventas, fueron sentenciados por sobornar a funcionarios mexicanos, en el primer caso donde se encarcela a responsables de corromper en los 35 años de vida de la Foreign Corrupt Act, que tuvo en las denuncias setenteras en el Senado estadounidense la placenta de su creación. El funcionario mexicano que recibió cinco millones de dólares de ellos, Néstor Moreno, estuvo a punto de ser puesto en libertad porque una jueza determinó que no era un crimen grave y alcanzaba fianza. Sigue preso porque la PGR le imputó más cargos.
Este domingo, el diario The New York Times reveló que Wal-Mart México pagó alcaldes y regidores en todo el país para acelerar permisos de construcción de sus tiendas. Wal-Mart, una corporación estadounidense, tiene aquí su mejor historia de éxito: una de cada cinco de sus tiendas -10 mil 130 en total- en 27 países, está en México. Desde que llegó en 1991, se ha desplegado de manera muy agresiva. Actualmente tiene 213 tiendas Wal-Mart, 126 Sam’s Club, 88 Superamas, mil 215 Bodegas Aurrerá, 94 Suburbias y 365 restaurantes. Para este año, la empresa anunció que crecería 12% y que abriría más tiendas en México y Centroamérica con una inversión de casi 20 mil millones de pesos.
¿Cuántas de las tiendas que han ido aniquilando a sus rivales en México fueron construidas sobre actos criminales? No se sabe, pero según el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, lo van a investigar. Declaraciones similares se han escuchado en el pasado, sin que sucediera prácticamente nada.
Pride International, por ejemplo, sobornó a funcionarios en Aduanas en 2004, y de 2001 a 2006 pagó sobornos en la industria petrolera mexicana, sin que nadie se diera casi cuenta. Siemens hizo lo mismo con funcionarios de Pemex en las refinerías, sin consecuencias para ellos. BizJet sobornó a miembros del Estado Mayor Presidencial para que le permitieran dar mantenimiento a aviones y helicópteros del gobierno federal, y las sanciones han sido mínimas, pese a que dos secretarios de Gobernación murieron en accidentes aéreos este sexenio por problemas con pilotos y equipos que supuestamente estaban bajo la vigilancia federal.
El caso de Wal-Mart en México puede ser paradigmático de lo que hemos sido y lo que queremos ser, siempre y cuando lo que queramos ser es un país donde la ley se aplica y que cuando hay un caso de corrupción, tenga consecuencias y no complicidades. Es posible, dadas las leyes mexicanas, que en caso de delito, sea del fuero común y haya prescrito, por lo que los ejecutivos de Walmart saldrían sin rasguño legal, y sólo habría una condena moral sobre la compañía. Pero sobre quiénes recibieron los sobornos, es otra historia. Los políticos que recibieron los pagos por debajo de la mesa deben pagar, y sus partidos, hacerlos rendir cuentas. Sería una buena señal que algo ha cambiado.
Si la corrupción es un mal universal, ¿cómo se define qué países son más corruptos? Se puede alegar que es un problema cultural, y que está vinculada a la debilidad de las instituciones de procuración de justicia. Estas variables, que son ciertas, acompañan permanentemente a la corrupción rampante. Se pueden aplicar a México, pero no explican sin embargo por qué países con desarrollo y orígenes similares, sean menos corruptos. La respuesta –que también es universal- se encuentra en que una buena parte de la corrupción de grandes vuelos en este país, goza de impunidad.
Esta impunidad ha navegado a través de generaciones. En los 70’s, el conglomerado de la industria militar Lockheed, pagó millones de dólares en el mundo para que compraran sus equipos y no los de sus adversarios comerciales. El Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos exhibió a la multinacional y denunció sus prácticas, que provocaron que Japón pidiera más información para abrir una investigación propia, a partir de lo cual juzgó, sentenció y destituyó al primer ministro Kakuei Tanaka. Entre los sobornados había generales mexicanos, pero el gobierno de México nunca pidió ninguna evidencia a Washington ni procedió contra nadie.
Mucho más reciente, el año pasado, dos ejecutivos de Lindsay Mfg. Company y un agente de ventas, fueron sentenciados por sobornar a funcionarios mexicanos, en el primer caso donde se encarcela a responsables de corromper en los 35 años de vida de la Foreign Corrupt Act, que tuvo en las denuncias setenteras en el Senado estadounidense la placenta de su creación. El funcionario mexicano que recibió cinco millones de dólares de ellos, Néstor Moreno, estuvo a punto de ser puesto en libertad porque una jueza determinó que no era un crimen grave y alcanzaba fianza. Sigue preso porque la PGR le imputó más cargos.
Este domingo, el diario The New York Times reveló que Wal-Mart México pagó alcaldes y regidores en todo el país para acelerar permisos de construcción de sus tiendas. Wal-Mart, una corporación estadounidense, tiene aquí su mejor historia de éxito: una de cada cinco de sus tiendas -10 mil 130 en total- en 27 países, está en México. Desde que llegó en 1991, se ha desplegado de manera muy agresiva. Actualmente tiene 213 tiendas Wal-Mart, 126 Sam’s Club, 88 Superamas, mil 215 Bodegas Aurrerá, 94 Suburbias y 365 restaurantes. Para este año, la empresa anunció que crecería 12% y que abriría más tiendas en México y Centroamérica con una inversión de casi 20 mil millones de pesos.
¿Cuántas de las tiendas que han ido aniquilando a sus rivales en México fueron construidas sobre actos criminales? No se sabe, pero según el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, lo van a investigar. Declaraciones similares se han escuchado en el pasado, sin que sucediera prácticamente nada.
Pride International, por ejemplo, sobornó a funcionarios en Aduanas en 2004, y de 2001 a 2006 pagó sobornos en la industria petrolera mexicana, sin que nadie se diera casi cuenta. Siemens hizo lo mismo con funcionarios de Pemex en las refinerías, sin consecuencias para ellos. BizJet sobornó a miembros del Estado Mayor Presidencial para que le permitieran dar mantenimiento a aviones y helicópteros del gobierno federal, y las sanciones han sido mínimas, pese a que dos secretarios de Gobernación murieron en accidentes aéreos este sexenio por problemas con pilotos y equipos que supuestamente estaban bajo la vigilancia federal.
El caso de Wal-Mart en México puede ser paradigmático de lo que hemos sido y lo que queremos ser, siempre y cuando lo que queramos ser es un país donde la ley se aplica y que cuando hay un caso de corrupción, tenga consecuencias y no complicidades. Es posible, dadas las leyes mexicanas, que en caso de delito, sea del fuero común y haya prescrito, por lo que los ejecutivos de Walmart saldrían sin rasguño legal, y sólo habría una condena moral sobre la compañía. Pero sobre quiénes recibieron los sobornos, es otra historia. Los políticos que recibieron los pagos por debajo de la mesa deben pagar, y sus partidos, hacerlos rendir cuentas. Sería una buena señal que algo ha cambiado.
Comentarios