Alfredo Jalife-Rahme / Bajo la Lupa
Mi próximo libro por salir, Irrupción de China en Latinoamérica: ¿oso panda o dragón?, de enfoque multidimensional, concede un lugar apropiado a las geofinanzas sin caer en el vulgar reduccionismo mercantilista (muy socorrido en nuestro medio).
El muy sesgado Diálogo interamericano (AID, por sus siglas en inglés), con sede en Washington y de corte neoliberal, publicó la penetración de la banca china en América Latina (AL) y el Caribe, cuyo autor principal es Kevin Gallagher (ver Bajo la Lupa, 11/4/12: Los nuevos bancos en la ciudad: las finanzas chinas en AL).
El presidente de AID es Michael Shifter, miembro del influyente Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés); forman parte de su consejo directivo Ernesto Zedillo y el descalificado historicida Francis Fukuyama, con una pléyade de connotados entreguistas de lo ajeno entre sus miembros.
Los bancos chinos representan la mayor tajada de ganancias bancarias globales: 21 por ciento del total global (The Banker, 1/7/11).
Según Banksdaily.com (2011), basado en capitalización de mercado, cuatro bancos chinos aparecen en los 10 primeros sitios globales: Industrial Comercial Bank of China (ICBC: lugar uno), China Construction Bank (CCB: dos), Agricultural Bank of China (cinco) y Bank of China (BOC: siete).
Hoy las geofinanzas son primordialmente asiáticas: seis principales bancos chinos cuentan con una capitalización de mercado de 801 mil millones de dólares y superan a los seis más grandes de Estados Unidos con 569 mil millones de dólares (Banksdaily.com, 20/1/12).
Gallagher, de AID –con patente sinofobia y latinofobia, sumada a una exagerada anglofilia–, ya había escrito hace dos años el libro El dragón en la recámara: China y el futuro de la industrialización de AL, en el que es muy crítico del modelo mercantilista de México, victimizado por el neoliberal Consenso de Washington, donde contrasta el desplome de la competitividad de México en la economía mundial frente al ascenso de China.
A juicio de Gallagher, las dos tendencias gemelas (sic) de pérdida de competitividad en la manufactura y la revitalización de la producción de materias primas amenazan la industrialización y la perspectiva de largo plazo de AL por carecer de innovación tecnológica, lo cual es correcto en la patética situación del México neoliberal, pero erróneo en el caso de Brasil.
Gallagher resume su propio reporte (ase.tufts.edu/gdae/Pubs/rp/Gallagher ChineseFinanceLatinAmerica.pdf) y aduce que desde 2005 China ha otorgado empréstitos por más de 75 mil millones de dólares a AL: solamente sus empréstitos por 37 mil millones de dólares en 2010 fueron mayores a los préstamos conjuntos del Banco Mundial (BM), Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el US Ex-Im. ¡Vaya dato!
El Banco de Exportaciones-Importaciones de China ofrece menores tasas de interés que su homólogo de EU, lo cual es aprovechado por Argentina, Ecuador y Venezuela, que padecen el ostracismo y exorcismo financieristas del G-7.
Expone que los bancos occidentales y chinos no se traslapan significativamente en AL debido a que otorgan diferentes (sic) empréstitos en volumen a diferentes (sic) sectores en diferentes (sic) países, cuando los bancos chinos se han enfocado en préstamos basados en recursos naturales y en los sectores de infraestructura. ¡Obvio!: la banca israelí-anglosajona es financierista especulativa, mientras la banca china es más economicista, centrada en trueques de materias primas por créditos blandos.
Asevera que los bancos chinos no imponen condiciones políticas a los gobiernos, pero requieren compras de equipamiento y algunas veces acuerdos para venta de petróleo, cuando los términos financieros de los acuerdos para la venta de petróleo parecen ser mejores para los sudamericanos (¡supersic!) ¡Que conste la semántica división geopolítica entre Sudamérica (sic) y AL, después de la deserción latinofóbica del México neoliberal!
Por cierto, CDB es uno de los tres bancos de política pública de China, responsable de magnos proyectos de infraestructura, y su tarea consiste en el desarrollo del sistema económico del mercado socialista. ¡Al revés de Banobras, uno de cuyos directores fue Calderón!
Gallagher aduce en forma controvertida que los préstamos del Chinese Development Bank (CDB) se realizan en términos más estrictos (sic) que los del BM. De dudarse: ¡no puede haber mayor emasculación financiera que la del BM! Arguye que los requerimientos ambientales de China no se comparan con los de su contraparte occidental. De milagro no inventó una correlación artificial entre empréstitos y derechos humanos.
Gallagher estima que del total de los préstamos chinos a AL, 82 por ciento son de CDB, 12 por ciento de banco China Ex–Im, y 6 por ciento de ICBC.
A mi juicio, la banca de los BRICS llena el vacío del insolvente G-7 cuando EU y Canadá rehusaron insólitamente refinanciar al FMI (lo contrario del México neoliberal, que regaló 14 mil millones de dólares).
Gallagher explaya que los préstamos a AL no vienen aparejados de las condicionantes de las instituciones financieras internacionales y de Occidente, por lo que pueden obtener mayor financiamiento para sus proyectos industriales y de infraestructura que buscan mejorar su desarrollo de largo plazo en lugar de las modas (¡supersic!) del desarrollo occidental. ¡Sin duda!
Fustiga que AL paga un alto premio por los préstamos de China, ya que la mayoría de los empréstitos chinos por petróleo están vinculados a precio de mercado y no a su volumen cuando, además, el costo del financiamiento chino está vinculado a colaborar con las empresas y contratistas chinos. ¿No es lo que ha hecho Occidente desde 1492?
Los mayores empréstitos de China en el periodo 2005-11 van dirigidos en primer lugar a Venezuela, por 38 mil 500 millones de dólares (¡petróleo manda!); Brasil, 11 mil 731 millones de dólares (segundo: prácticamente todo a Petrobras: 10 mil millones); Argentina (tercero: 10 mil millones para su sistema ferroviario) y Ecuador (cuarto: 6 mil 304 millones de dólares, ¡hidrocarburos hablan!)
Resalta la soledad geofinanciera de la sinofobia del México neoliberal (exacerbada en la etapa entreguista del PAN), con unos raquíticos mil millones de dólares.
Lo interesante radica en que los empréstitos de los bancos chinos a AL se dispararon en forma exponencial a partir de 2007. Ya para 2010 China aportaba 37 mil millones de dólares frente a 14 mil millones del BM, 12 mil millones del BID y mil millones de dólares del US Ex–Im. ¡En solamente tres años las finanzas chinas en AL pasaron de mil millones de dólares a un acumulado de 75 mil millones!
Según The Financial Times (17/1/11), AL constituye hoy la mayor porción de los créditos chinos en el extranjero (¡supersic!): del total de préstamos chinos durante 2009-2010 por 110 mil millones de dólares, más de la mitad fueron otorgados a AL, cuyas 2/3 partes fueron en forma de préstamos por petróleo (¡supersic!)
Los propagandistas de los multimedia israelí anglosajones, así como sus instrumentos académicos muy sesgados, como AID –obscenamente sinófobo y latinófobo–, pretenden colocar a las inversiones chinas y sus financiamientos en AL con el rostro del dragón. De los propios países de AL dependerá que su rostro se parezca más al oso panda. No hay que repetir los mismos errores.
Mi próximo libro por salir, Irrupción de China en Latinoamérica: ¿oso panda o dragón?, de enfoque multidimensional, concede un lugar apropiado a las geofinanzas sin caer en el vulgar reduccionismo mercantilista (muy socorrido en nuestro medio).
El muy sesgado Diálogo interamericano (AID, por sus siglas en inglés), con sede en Washington y de corte neoliberal, publicó la penetración de la banca china en América Latina (AL) y el Caribe, cuyo autor principal es Kevin Gallagher (ver Bajo la Lupa, 11/4/12: Los nuevos bancos en la ciudad: las finanzas chinas en AL).
El presidente de AID es Michael Shifter, miembro del influyente Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés); forman parte de su consejo directivo Ernesto Zedillo y el descalificado historicida Francis Fukuyama, con una pléyade de connotados entreguistas de lo ajeno entre sus miembros.
Los bancos chinos representan la mayor tajada de ganancias bancarias globales: 21 por ciento del total global (The Banker, 1/7/11).
Según Banksdaily.com (2011), basado en capitalización de mercado, cuatro bancos chinos aparecen en los 10 primeros sitios globales: Industrial Comercial Bank of China (ICBC: lugar uno), China Construction Bank (CCB: dos), Agricultural Bank of China (cinco) y Bank of China (BOC: siete).
Hoy las geofinanzas son primordialmente asiáticas: seis principales bancos chinos cuentan con una capitalización de mercado de 801 mil millones de dólares y superan a los seis más grandes de Estados Unidos con 569 mil millones de dólares (Banksdaily.com, 20/1/12).
Gallagher, de AID –con patente sinofobia y latinofobia, sumada a una exagerada anglofilia–, ya había escrito hace dos años el libro El dragón en la recámara: China y el futuro de la industrialización de AL, en el que es muy crítico del modelo mercantilista de México, victimizado por el neoliberal Consenso de Washington, donde contrasta el desplome de la competitividad de México en la economía mundial frente al ascenso de China.
A juicio de Gallagher, las dos tendencias gemelas (sic) de pérdida de competitividad en la manufactura y la revitalización de la producción de materias primas amenazan la industrialización y la perspectiva de largo plazo de AL por carecer de innovación tecnológica, lo cual es correcto en la patética situación del México neoliberal, pero erróneo en el caso de Brasil.
Gallagher resume su propio reporte (ase.tufts.edu/gdae/Pubs/rp/Gallagher ChineseFinanceLatinAmerica.pdf) y aduce que desde 2005 China ha otorgado empréstitos por más de 75 mil millones de dólares a AL: solamente sus empréstitos por 37 mil millones de dólares en 2010 fueron mayores a los préstamos conjuntos del Banco Mundial (BM), Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el US Ex-Im. ¡Vaya dato!
El Banco de Exportaciones-Importaciones de China ofrece menores tasas de interés que su homólogo de EU, lo cual es aprovechado por Argentina, Ecuador y Venezuela, que padecen el ostracismo y exorcismo financieristas del G-7.
Expone que los bancos occidentales y chinos no se traslapan significativamente en AL debido a que otorgan diferentes (sic) empréstitos en volumen a diferentes (sic) sectores en diferentes (sic) países, cuando los bancos chinos se han enfocado en préstamos basados en recursos naturales y en los sectores de infraestructura. ¡Obvio!: la banca israelí-anglosajona es financierista especulativa, mientras la banca china es más economicista, centrada en trueques de materias primas por créditos blandos.
Asevera que los bancos chinos no imponen condiciones políticas a los gobiernos, pero requieren compras de equipamiento y algunas veces acuerdos para venta de petróleo, cuando los términos financieros de los acuerdos para la venta de petróleo parecen ser mejores para los sudamericanos (¡supersic!) ¡Que conste la semántica división geopolítica entre Sudamérica (sic) y AL, después de la deserción latinofóbica del México neoliberal!
Por cierto, CDB es uno de los tres bancos de política pública de China, responsable de magnos proyectos de infraestructura, y su tarea consiste en el desarrollo del sistema económico del mercado socialista. ¡Al revés de Banobras, uno de cuyos directores fue Calderón!
Gallagher aduce en forma controvertida que los préstamos del Chinese Development Bank (CDB) se realizan en términos más estrictos (sic) que los del BM. De dudarse: ¡no puede haber mayor emasculación financiera que la del BM! Arguye que los requerimientos ambientales de China no se comparan con los de su contraparte occidental. De milagro no inventó una correlación artificial entre empréstitos y derechos humanos.
Gallagher estima que del total de los préstamos chinos a AL, 82 por ciento son de CDB, 12 por ciento de banco China Ex–Im, y 6 por ciento de ICBC.
A mi juicio, la banca de los BRICS llena el vacío del insolvente G-7 cuando EU y Canadá rehusaron insólitamente refinanciar al FMI (lo contrario del México neoliberal, que regaló 14 mil millones de dólares).
Gallagher explaya que los préstamos a AL no vienen aparejados de las condicionantes de las instituciones financieras internacionales y de Occidente, por lo que pueden obtener mayor financiamiento para sus proyectos industriales y de infraestructura que buscan mejorar su desarrollo de largo plazo en lugar de las modas (¡supersic!) del desarrollo occidental. ¡Sin duda!
Fustiga que AL paga un alto premio por los préstamos de China, ya que la mayoría de los empréstitos chinos por petróleo están vinculados a precio de mercado y no a su volumen cuando, además, el costo del financiamiento chino está vinculado a colaborar con las empresas y contratistas chinos. ¿No es lo que ha hecho Occidente desde 1492?
Los mayores empréstitos de China en el periodo 2005-11 van dirigidos en primer lugar a Venezuela, por 38 mil 500 millones de dólares (¡petróleo manda!); Brasil, 11 mil 731 millones de dólares (segundo: prácticamente todo a Petrobras: 10 mil millones); Argentina (tercero: 10 mil millones para su sistema ferroviario) y Ecuador (cuarto: 6 mil 304 millones de dólares, ¡hidrocarburos hablan!)
Resalta la soledad geofinanciera de la sinofobia del México neoliberal (exacerbada en la etapa entreguista del PAN), con unos raquíticos mil millones de dólares.
Lo interesante radica en que los empréstitos de los bancos chinos a AL se dispararon en forma exponencial a partir de 2007. Ya para 2010 China aportaba 37 mil millones de dólares frente a 14 mil millones del BM, 12 mil millones del BID y mil millones de dólares del US Ex–Im. ¡En solamente tres años las finanzas chinas en AL pasaron de mil millones de dólares a un acumulado de 75 mil millones!
Según The Financial Times (17/1/11), AL constituye hoy la mayor porción de los créditos chinos en el extranjero (¡supersic!): del total de préstamos chinos durante 2009-2010 por 110 mil millones de dólares, más de la mitad fueron otorgados a AL, cuyas 2/3 partes fueron en forma de préstamos por petróleo (¡supersic!)
Los propagandistas de los multimedia israelí anglosajones, así como sus instrumentos académicos muy sesgados, como AID –obscenamente sinófobo y latinófobo–, pretenden colocar a las inversiones chinas y sus financiamientos en AL con el rostro del dragón. De los propios países de AL dependerá que su rostro se parezca más al oso panda. No hay que repetir los mismos errores.
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