Jorge Fernández Menéndez
La evaluación educativa ha sido una más de las víctimas de la campaña electoral. Todos, de la SEP hasta el SNTE, desde el PRI hasta Nueva Alianza, desde Josefina Vázquez Mota hasta López Obrador, dicen que están de acuerdo con evaluar la labor de los maestros y del sistema educativo en general, pero la verdad es que nadie, o casi nadie, está plenamente dispuesto a hacerlo en este momento. La campaña electoral se ha devorado la evaluación.
Desde hace meses que el tema de la evaluación educativa está en el aire, particularmente desde que, por una parte, Nueva Alianza, o sea Elba Esther Gordillo, abandonó su alianza con el PRI (que no creo que sea lo mismo que la alianza de Elba Esther con Peña Nieto) y, simultáneamente, Josefina Vázquez Mota se perfiló como la candidata del PAN. La salida de la SEP de buena parte de los cuadros del SNTE que habían llegado allí con el sexenio, las diferencias de muy larga data de Josefina con Elba Esther y la convicción en el sindicato de que utilizarían la evaluación como un arma en su contra, terminaron siendo determinantes en este sentido. Y si bien la llegada de José Angel Córdova Villalobos a la SEP no puede ser interpretada como una presión al SNTE, tampoco se le puede entender como un respaldo, porque en buena medida esa estructura sigue teniendo fuerte relación con Josefina.
A todo esto se suman otros elementos. La relación de Peña con Elba Esther sigue siendo buena, y sobre todo si Nueva Alianza logra mantener su registro y contar con un grupo parlamentario propio, aunque sea pequeño, esa relación en términos políticos se fortalecerá. En muchos estados, priistas y no priistas, la relación del sindicato con los gobernadores también suele ser muy sólida, y nadie quiere conflictos con el magisterio a dos meses de las elecciones. En el DF, la relación con Marcelo Ebrard nunca fue mala y esa misma relación la ha heredado Miguel Ángel Mancera (lo que se suma a la mala relación que tiene Elba con Beatriz Paredes y con Pablo Escudero). En este contexto todos dicen querer la evaluación de los docentes, pero me temo que todos, en última instancia, saben que la misma no se realizará sino hasta después de las elecciones, cuando las cosas en el terreno político queden mucho más claras que ahora. Porque lo que se está debatiendo, aunque la Evaluación Educativa sea un instrumento imprescindible para determinar el futuro de la educación en el país, no es un tema pedagógico, sino eminentemente político y electoral.
La corrupción y la mordida
El tema Walmart, la divulgación hecha en Estados Unidos de que esa empresa habría pagado sobornos a funcionarios municipales en México con el fin de poder avanzar en los permisos para instalar nuevas tiendas en nuestro país, debe ser, necesariamente, enfocado desde dos ángulos diferentes. Por una parte, el hecho en sí, que parece involucrar a los ex directivos de esa empresa, la principal empleadora privada en el país, con más de 290 mil trabajadores y muchos más empleos indirectos, tendrá en Estados Unidos una respuesta que parece inminente, porque la empresa ha reconocido esos hechos, misma que deberán tener respuestas judiciales equivalentes en México.
Pero, por la otra parte, se debe atender otra realidad: la tramitología en México es el mejor caldo de cultivo para la corrupción. Grandes empresas, como Walmart y seguramente muchas otras, deben haber pagado para acelerar trámites, pero también lo hacen, todos los días, los pequeños y medianos empresarios, los ciudadanos de a pie. Cuando hay tantos y tan irracionales trámites; cuando queda en las manos de cualquier burócrata el futuro de una empresa o un negocio, una propiedad, se hace fácil terminar pagando una mordida para que el sistema funcione.
¿Y por qué se terminaron pagando esos sobornos a funcionarios municipales? Porque si bien en el ámbito federal ha habido una notable reducción de trámites, sobre todo para la instalación de empresas, en el terreno local las cosas siguen como siempre o en ocasiones peor que antes, porque muchas veces, además de las mordidas a los funcionarios municipales y en ocasiones de los estados, también hay grupos criminales que exigen su dinero, su mordida.
La base de nuestro sistema político se asienta en el municipio y ahí está, también, la del mayor deterioro institucional: no sólo en términos de seguridad, sino también político, económico, de transparencia y legalidad. Pero la reciente reforma política, como desgraciadamente siempre ocurre, dejó al municipio fuera de cualquier transformación. Y es que son demasiados los que viven de las mordidas.
La evaluación educativa ha sido una más de las víctimas de la campaña electoral. Todos, de la SEP hasta el SNTE, desde el PRI hasta Nueva Alianza, desde Josefina Vázquez Mota hasta López Obrador, dicen que están de acuerdo con evaluar la labor de los maestros y del sistema educativo en general, pero la verdad es que nadie, o casi nadie, está plenamente dispuesto a hacerlo en este momento. La campaña electoral se ha devorado la evaluación.
Desde hace meses que el tema de la evaluación educativa está en el aire, particularmente desde que, por una parte, Nueva Alianza, o sea Elba Esther Gordillo, abandonó su alianza con el PRI (que no creo que sea lo mismo que la alianza de Elba Esther con Peña Nieto) y, simultáneamente, Josefina Vázquez Mota se perfiló como la candidata del PAN. La salida de la SEP de buena parte de los cuadros del SNTE que habían llegado allí con el sexenio, las diferencias de muy larga data de Josefina con Elba Esther y la convicción en el sindicato de que utilizarían la evaluación como un arma en su contra, terminaron siendo determinantes en este sentido. Y si bien la llegada de José Angel Córdova Villalobos a la SEP no puede ser interpretada como una presión al SNTE, tampoco se le puede entender como un respaldo, porque en buena medida esa estructura sigue teniendo fuerte relación con Josefina.
A todo esto se suman otros elementos. La relación de Peña con Elba Esther sigue siendo buena, y sobre todo si Nueva Alianza logra mantener su registro y contar con un grupo parlamentario propio, aunque sea pequeño, esa relación en términos políticos se fortalecerá. En muchos estados, priistas y no priistas, la relación del sindicato con los gobernadores también suele ser muy sólida, y nadie quiere conflictos con el magisterio a dos meses de las elecciones. En el DF, la relación con Marcelo Ebrard nunca fue mala y esa misma relación la ha heredado Miguel Ángel Mancera (lo que se suma a la mala relación que tiene Elba con Beatriz Paredes y con Pablo Escudero). En este contexto todos dicen querer la evaluación de los docentes, pero me temo que todos, en última instancia, saben que la misma no se realizará sino hasta después de las elecciones, cuando las cosas en el terreno político queden mucho más claras que ahora. Porque lo que se está debatiendo, aunque la Evaluación Educativa sea un instrumento imprescindible para determinar el futuro de la educación en el país, no es un tema pedagógico, sino eminentemente político y electoral.
La corrupción y la mordida
El tema Walmart, la divulgación hecha en Estados Unidos de que esa empresa habría pagado sobornos a funcionarios municipales en México con el fin de poder avanzar en los permisos para instalar nuevas tiendas en nuestro país, debe ser, necesariamente, enfocado desde dos ángulos diferentes. Por una parte, el hecho en sí, que parece involucrar a los ex directivos de esa empresa, la principal empleadora privada en el país, con más de 290 mil trabajadores y muchos más empleos indirectos, tendrá en Estados Unidos una respuesta que parece inminente, porque la empresa ha reconocido esos hechos, misma que deberán tener respuestas judiciales equivalentes en México.
Pero, por la otra parte, se debe atender otra realidad: la tramitología en México es el mejor caldo de cultivo para la corrupción. Grandes empresas, como Walmart y seguramente muchas otras, deben haber pagado para acelerar trámites, pero también lo hacen, todos los días, los pequeños y medianos empresarios, los ciudadanos de a pie. Cuando hay tantos y tan irracionales trámites; cuando queda en las manos de cualquier burócrata el futuro de una empresa o un negocio, una propiedad, se hace fácil terminar pagando una mordida para que el sistema funcione.
¿Y por qué se terminaron pagando esos sobornos a funcionarios municipales? Porque si bien en el ámbito federal ha habido una notable reducción de trámites, sobre todo para la instalación de empresas, en el terreno local las cosas siguen como siempre o en ocasiones peor que antes, porque muchas veces, además de las mordidas a los funcionarios municipales y en ocasiones de los estados, también hay grupos criminales que exigen su dinero, su mordida.
La base de nuestro sistema político se asienta en el municipio y ahí está, también, la del mayor deterioro institucional: no sólo en términos de seguridad, sino también político, económico, de transparencia y legalidad. Pero la reciente reforma política, como desgraciadamente siempre ocurre, dejó al municipio fuera de cualquier transformación. Y es que son demasiados los que viven de las mordidas.
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