España, un Estado de emergencia

Fausto Pretelín

Con la amnistía fiscal que implementará el presidente Mariano Rajoy, se comprueba que España es un Estado de emergencia. Zanahoria para quienes gustan del dinero negro y palo para los que cumplen de manera asfixiante con el pago de sus impuestos. Tal decisión rompe con el tejido del cuerpo democrático: la justicia. Todo sucederá previo pago del 10% de la duda fiscal de los entes privados a cambio de silencio sepulcral del gobierno de Rajoy.

La segunda prueba del Estado de emergencia es la ruptura de sus promesas. En 2010, el entonces presidente Zapatero puso sobre la mesa la discusión de la amnistía fiscal. Rajoy, de inmediato respondió con “es una ocurrencia”. “Lo que España necesita no es una amnistía, sino confianza en la política económica de un país y del Gobierno. No la vamos a apoyar porque los que pagan van a pagar más y los que no pagan, se les va a perdonar lo que no han pagado. Esperemos que ésta sea la última ocurrencia”. Pues bien, dos años después las palabras de Rajoy se derritieron frente al Estado de emergencia en el que se ha convertido España.

La tercera inconsistencia de Rajoy es el incremento de impuestos. También en 2010, en el Congreso, el entonces líder de la oposición dibujó a Zapatero una España apocalíptica si por su cabeza pasara la ocurrencia de incrementar impuestos.

No hay nada como la realidad para borrar ideologías bien escritas en programas ideológicos.

No pasan cien días del juvenil gobierno y el proceso de desgaste lo hace ver como si tuviera dos años. Las presiones externas asfixian a Rajoy. La Unión Europea amaga con intervenir al país en materia bancaria a través de 750 mil millones de euros (se trataría de un salvamento similar al aplicado en Portugal e Irlanda), elemento que vincula con la deuda pública. Rajoy se comprometió en disminuirla, en proporción del PIB, al 5.8%, cifra que no convenció a la Comisión Europea por lo que, a manera de “manita de puerco”, obligó al Ejecutivo español a bajarlo cinco décimas para quedar en 5.3%. Pasar del 8.5% al 5.3% se traduce en 35 mil millones de euros a recortar durante 2012.

Rajoy decidió articular una disminución en el gasto corriente para sus ministerios (secretarías) en un 16.9% (13 mil 400 millones de euros), y en infraestructuras ahorrará cinco mil millones de euros. Bajo un entorno normalizado, es decir, con crecimiento, las medidas resultarían poco angustiantes. Sin embargo, recortes de gasto durante períodos recesivos resulta una medida de kamikaze.

Y lo es, porque el desempleo en España rompe récord mes a mes. Son 5 millones de los que no encuentran estabilidad (22% de la población pero si se acota a las cohortes juveniles se dispara hacia 45%).

Si Aznar braceaba en contracorriente de la Unión Europea, Rajoy se ha entregado a los brazos de Merkel quien dispone del Banco Central Europeo como si se tratara de su cuenta corriente (privada). Si Alemania y Francia incumplieron con los techos impuestos por el Eurogrupo, lo normal, en situación de Estado de emergencia, es que Rajoy hubiera negociado a su conveniencia los parámetros impuestos por la Comisión Europea. Lo hizo pero no le fue de todo bien.

Y no lo hizo porque Rajoy comulga con la relajación del mercado laboral, piedra de toque del modelo liberal. También sería interesante este escenario pero siempre y cuando estuviera detonado por crecimiento económico.

Zapatero también intentó hacer la reforma laboral. No pudo por la oposición del PP. Ahora, con mayoría en el Congreso, el PP la aprobó y el jueves pasado, los dos principales sindicatos organizaron una huelga parcial para manifestar su desacuerdo. El sector automotriz le brindó total apoyo a Ignacio Fernández Toxo y a Cándido Méndez, líderes de los sindicatos CC OO y UGT, respectivamente. Las compañías automotrices son muy golpeadas por la crisis. La elasticidad ingreso en la demanda de autos es vulnerable a la recesión.

Uno de los puentes que une a la macroeconomía con la microeconomía es la racionalidad de los compradores (privados). La economía doméstica no tiene incentivos para gastar. El ahorro se convierte en la primera decisión. Y lo harán en aquellos productos financieros que les brindan más seguridad aún cuando las tasas de retorno sean pírricas.

El gasto doméstico se dirigirá a la educación y manutención del día a día. Sectores como el automotriz o de moda suntuaria, que se mueven a través de la fabricación de percepciones publicitarias (deseos), vivirán el 2012 como uno de los peores años de sus ciclos empresariales.

En el ámbito político queda demostrado que las promesas de campaña de Rajoy se diluyeron en las primeras 72 horas de su gobierno. A cien días de su administración, sus decisiones lo hacen ajeno al cuerpo ideológico que presentó el Partido Popular en su programa electoral. En pocas palabras, la realidad convierte a los políticos en actores de segunda.

El pasado jueves, frente a la realidad de una huelga, el gobierno de Rajoy la subestimó. En la clase política no sorprende que actores nieguen la realidad. Basta una dosis de retórica para hacer magia. Sin embargo, el primer día de mayo, el presidente Rajoy se topará con el regreso oficial de los Indignados que le recordarán que España es un Estado de emergencia.

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