El mejor terreno para López Obrador

Jorge Diaz

PRI y PAN han propuesto las que serán al menos en las próximas dos semanas -toda vez quelas mediciones de sus actos les arrojen buenos o malos resultados- las reglas del juego en esta etapa de las campañas: los ataques sin contemplaciones, la guerra sucia.

Mientras que el PAN se ha visto en un remolino de errores por parte de su candidata y equipo, los números no le favorecen. Han tratado con todos los medios posibles remontar al puntero y no han podido. Entonces, a lo suyo, echar todo el lodo posible y olvidarse de las propuestas y del encanto que todo candidato debe tener para conquistar al elector. La guerra será golpear el punto medular de la estrategia de Peña Nieto: sus compromisos.

Los priistas por su parte, mordieron el anzuelo. La plana mayor del tricolor presuroso fue a desmentir los dichos blanquiazules con urgencia en una “mesa de la verdad” improvisada y mal lograda. En primera lectura, podríamos decir que sí dolió. Pero pensándolo un poco más, podemos advertir que el equipo de campaña del mexiquense ha evidenciado que el PAN hizo el diagnóstico correcto: es todo lo que tienen para ofrecer y presumir. Aun más, la urgencia de matar a prisa la intentona panista, muestra que el priismo tiene temor que esto se convierta en una bola de nieve que perjudique seriamente las aspiraciones de su candidato.

Llama la atención que los errores del de Atlacomulco en el pasado inmediato no provocaron tanta preocupación por parte de sus asesores, con minimizar los hechos bastó. Pero ahora no. ¿Sabrán que no todo lo que prometió, lo cumplió en realidad? De otra manera no se explica tanta alharaca.

¿Y en dónde entra AMLO en todo esto? Pues en el terreno que mejor conoce: el de la confrontación y la denuncia. Es imperativo para el tabasqueño no dejarse rebasar por el escándalo provocado por panistas y priistas y quedarse al margen. Al fin y al cabo, él sabe de qué pata cojean los otros, hace tiempo fue el paladín de muchos mexicanos que no tenían voz en el país y quiero suponer que a la hora de los contrastes propinará golpes certeros a los de centro y derecha.

De él depende subirse a la arena de la única batalla que posiblemente puede ganar o continuar con su poco creíble discurso del amor fallido. La navaja es de dos filos, lo sé, pero si López Obrador les cede los reflectores, el daño a sus aspiraciones será irreversible por el poco tiempo que le queda a estas campañas.

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