Marco A. Flota / Grillotina
Uno de los mayores éxitos musicales de Vicente es “El hijo del pueblo”. Pero nos referimos a Vicente Fernández, el charro, no a Vicente Fox, el mariachi. (Este, casi seguramente, sólo se sabe una canción y es aquella que dice “Marta, capullito de rosa”).
Pero le ha salido un competidor al gran Chente, o sea Fernández, no a Chente el grandote, o sea Fox. Resulta que, según las crónicas periodísticas, al reanudar su campaña política, pasado el receso de la Semana Santa, proclamó Enrique Peña Nieto allá en la bella península del sureste:
“¡Yo quiero ser hijo de Yucatán!”
Y los boshitos, pero sobre todo las boshitas, prorrumpieron en clamarosa aprobación.
O sea que han aceptado al candidato del PRI como hijo adoptivo. Lógico, porque es tan galán como el legendario actor yucateco Arturo de Córdova, pero más guapo que Armando Manzanero, aunque con menor experiencia política que Emilio Gamboa Patrón.
Sin embargo, un periodista venenoso, de esos que nunca faltan, incorporado a la comtiva, hizo notar que Peña Nieto suele solicitar lo mismo en cada entidad fedarativa que visita. Que pidió ser adoptado en Veracruz y los jarochos, que aceptaron como hijo al chilango Agustín Lara, no le hicieron el feo al guapo candidato.
Resumiendo: el pricandidato quiere ser hijo del pueblo, pero de todo el pueblo mexicano. Y repetirá su petición en cada estado de la república. Con plenos merecimientos para ello.
Lo aceptarán en Nuevo León, no porque sea cabrito, sino porque su copete es tan alto como el Cerro de la Silla. Aparte de que en que Monterrey casi todos son Garza y su esposa es Gaviota.
Nadie le negaría la “nacionalidad” de Guanajuato si la solicita en el célebre Callejón del Beso en compañía de la Gaviota. O si del brazo del tío Arturo Montiel visita el Museo de las Momias y lo deja internado ahí.
Si solicita ser aceptado como hijo de Chiapas, capaces son las chiapanecas de correr al sub Marcos y ponerlo a él- a Quique- en un marco. Y las campechas gustosas se olvidarían del pan de cazón por el PRI... sin calzón.
En Sonora le cambiarían el nombre a su capital, Hermosillo, para ponerle “El Guapillo” en honor de Peña Nieto. Y en Tabasco la capital dejaría de llamarse Villahermosa, para llamarse “Peñahermoso”.
Los hidalguenses quizá le cambien, en su honor, el género a su principal ciudad: En vez de Pachuca, “Pachuco”. Y el fenóneno se repetiría en toda la república.
En fin, el hombre del copete parece haber dado con la fórmula del triunfo con esta idea.
Porque ni modo que Josefina pida que la consideren hija del Desierto de Altar, por aquello de que a cualquier lugar de que llega queda desierto en segundos. O que López Obrador pida ser adoptado por “La Chingada”... aunque de esa finca de Chiapas, él mismo lo ha declarado, ya es hijo putativo.
¡RRIINNGG!
-Bueno, casa de campaña de Josefina...
-¿Es cierto que ahora le dicen “La Jefa”?
-¿Calle boca, no le vaya a oir Martita!
EPIGRILLO
Dice el Peje: “Cual merengue
inflan a Peña”. Y el PRI
le responde: “Sí: “Como Enrique es un merengue
le dará en su Real Madrí”
Uno de los mayores éxitos musicales de Vicente es “El hijo del pueblo”. Pero nos referimos a Vicente Fernández, el charro, no a Vicente Fox, el mariachi. (Este, casi seguramente, sólo se sabe una canción y es aquella que dice “Marta, capullito de rosa”).
Pero le ha salido un competidor al gran Chente, o sea Fernández, no a Chente el grandote, o sea Fox. Resulta que, según las crónicas periodísticas, al reanudar su campaña política, pasado el receso de la Semana Santa, proclamó Enrique Peña Nieto allá en la bella península del sureste:
“¡Yo quiero ser hijo de Yucatán!”
Y los boshitos, pero sobre todo las boshitas, prorrumpieron en clamarosa aprobación.
O sea que han aceptado al candidato del PRI como hijo adoptivo. Lógico, porque es tan galán como el legendario actor yucateco Arturo de Córdova, pero más guapo que Armando Manzanero, aunque con menor experiencia política que Emilio Gamboa Patrón.
Sin embargo, un periodista venenoso, de esos que nunca faltan, incorporado a la comtiva, hizo notar que Peña Nieto suele solicitar lo mismo en cada entidad fedarativa que visita. Que pidió ser adoptado en Veracruz y los jarochos, que aceptaron como hijo al chilango Agustín Lara, no le hicieron el feo al guapo candidato.
Resumiendo: el pricandidato quiere ser hijo del pueblo, pero de todo el pueblo mexicano. Y repetirá su petición en cada estado de la república. Con plenos merecimientos para ello.
Lo aceptarán en Nuevo León, no porque sea cabrito, sino porque su copete es tan alto como el Cerro de la Silla. Aparte de que en que Monterrey casi todos son Garza y su esposa es Gaviota.
Nadie le negaría la “nacionalidad” de Guanajuato si la solicita en el célebre Callejón del Beso en compañía de la Gaviota. O si del brazo del tío Arturo Montiel visita el Museo de las Momias y lo deja internado ahí.
Si solicita ser aceptado como hijo de Chiapas, capaces son las chiapanecas de correr al sub Marcos y ponerlo a él- a Quique- en un marco. Y las campechas gustosas se olvidarían del pan de cazón por el PRI... sin calzón.
En Sonora le cambiarían el nombre a su capital, Hermosillo, para ponerle “El Guapillo” en honor de Peña Nieto. Y en Tabasco la capital dejaría de llamarse Villahermosa, para llamarse “Peñahermoso”.
Los hidalguenses quizá le cambien, en su honor, el género a su principal ciudad: En vez de Pachuca, “Pachuco”. Y el fenóneno se repetiría en toda la república.
En fin, el hombre del copete parece haber dado con la fórmula del triunfo con esta idea.
Porque ni modo que Josefina pida que la consideren hija del Desierto de Altar, por aquello de que a cualquier lugar de que llega queda desierto en segundos. O que López Obrador pida ser adoptado por “La Chingada”... aunque de esa finca de Chiapas, él mismo lo ha declarado, ya es hijo putativo.
¡RRIINNGG!
-Bueno, casa de campaña de Josefina...
-¿Es cierto que ahora le dicen “La Jefa”?
-¿Calle boca, no le vaya a oir Martita!
EPIGRILLO
Dice el Peje: “Cual merengue
inflan a Peña”. Y el PRI
le responde: “Sí: “Como Enrique es un merengue
le dará en su Real Madrí”
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