El encanto de la mediocridad

José Carreño Figueras

En México, falta consenso respecto a cual deba ser su papel internacional, advirtió un reporte del grupo “Interamerican Dialogue” (Diálogo Interametricano), con sede en Washington.

El señalamiento, tibio como suena, es en realidad brutal, porque apunta a uno de los problemas que ya hace mucho aqueja a los mexicanos: la falta de definición.

Cierto, somos latinos pero ¿somos latinoamericanos? y también es cierto, geográfica , social y económicamente somos cada vez mas Norteamérica, pero ¿somos norteamericanos? Una buena parte de los mexicanos, especialmente en las élites político-económicas, sociales y culturales es antiestadounidense pero no tiene problema con los dólares. Nos proclamamos culturalmente indígenas pero somos hispanistas y nos dividimos entre madridistas y barcelonistas; admiramos a los brasileños pero no tomamos sus ejemplos, solo sus futbolistas; nos quejamos de la competencia china pero compramos todo lo que nos llegue de fayuca…

Y sí, por supuesto, somos orgullosamente mestizos pero nuestro retrato de los patrones es por lo regular con personas de piel blanca y cabello rubio. Y si, también queremos ser potencia, pero no estamos seguros de querer pagar lo que eso implica: una clase empresarial visionaria con ganas de romper protocolos y no vivir de las rentas, impuestos de primer mundo pero también servicios de primer mundo, ruptura de monopolios, abandono de mitos y consejas.

¿Lo lograremos? Es buena pregunta.

Por lo pronto tenemos un candidato presidencial que se presenta como el cambio pero se declara adverso a los cambios de paradigma; tenemos otro que resulta mas imagen que hechos y una que solo haría el ridículo si hablara de eficiencia.

Un estudio económico reciente afirma que la alternativa para México es realizar ajustes y convertirse en una economía de 7.5 millones de millones de dólares en 2050, con un ingreso per cápita similar al que hoy tienen Alemania y Francia, la quinta economía del mundo, o una nación en la mediocridad, con un PNB de 3.5 millones de millones y probablemente con una estructura similar a la que hoy tenemos.

Pero claro, eso implica comenzar a combatir seriamente la corrupción y hacer cambios estructurales, implica asumir compromisos nacionales y definir políticas y doctrinas de política exterior y de seguridad nacional, de industrialización e investigación pura y aplicada, pero no la periódica reinvención del hilo negro; significa invertir seriamente en la educación y tomar la educación muy en serio, por encima de pleitos sindicales y la “demanda” disidente de que “maestro callado es maestro desempleado”.

Y así, se puede traducir de otras mil formas. Debemos dejar de vivir de la ilusión de la imagen para encontrar piso y operar desde ahí. ¿Tendremos alguna vez televisores marca “González” o Computadoras Pérez? Y no por otra cosa sino porque la capacidad y la mano de obra para armarlas y fabricarlas está presente. Pero no hay empresarios, y quizás ni mercados en un país donde la gente compra “Sony” y “Mac” como símbolo de distinción.

Y por supuesto, tenemos la excusa perfecta. “Los gringos no nos dejan”, pero la realidad es que un sector importante del país está cómodo como está y no quiere mover las aguas. ¿Para qué? La mediocridad tiene su encanto…

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