Samuel García
Ayer los bonos soberanos argentinos cerraron el día en 896 puntos base de sobre tasa de acuerdo al índice EMBI (Índice de Bonos de Mercados Emergentes, por sus siglas en inglés) que calcula el banco de inversión JP Morgan.
En algún momento del día estos mismos bonos llegaron a cotizarse a 911 puntos base por encima de los bonos del tesoro estadounidense en una clara tendencia de deterioro de la confianza de los mercados financieros globales en el gobierno argentino y en el manejo de su deuda.
Estos altos niveles de riesgo son similares a los que exhiben los bonos soberanos de Venezuela que en los últimos años ha sido el país peor calificado de América Latina, superando a Ecuador.
Muy lejos de Venezuela, Argentina y Ecuador, están –de acuerdo a su nivel de riesgo- los bonos de México, Brasil y Perú con sobretasas que van de 190 a 160 puntos base respectivamente. Y con los mejores niveles de riesgo de la región, por debajo de 160 puntos base, están las deudas soberanas de Chile y Colombia.
El fuerte deterioro que han sufrido los bonos soberanos argentinos es relativamente reciente. En marzo de 2011 cotizaban con una sobre tasa de 550 puntos base y para finales del año pasado ya pagaban 925 puntos base. En el cimiento de la explicación solo está la desconfianza generalizada que han provocado las acciones y medidas emprendidas por el gobierno que encabeza la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Con un crecimiento económico artificialmente alto impulsado por un fuerte estímulo a la demanda a través de las políticas fiscal, monetaria y cambiaria, y precios de materias primas coyunturalmente al alza en los mercados internacionales, el gobierno de Fernández presume resultados que no podrán sostenerse por mucho tiempo.
El 25 de febrero pasado The Economist lanzó una durísima crítica a las cifras oficiales del gobierno argentino al que calificó de ‘mentiroso’. El informe de la influyente publicación bajo el título “No me mientas, Argentina”, advertía que no tomará en cuenta las cifras que publica el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos porque son “un intento de engañar a los votantes y estafar a los inversores”. La acusación de manipulación de las cifras por parte del gobierno no tiene otra intención que dar una imagen favorable a los resultados del gobierno, era la crítica de la revista.
Ayer el diario español El País inició su texto editorial (“Por el mal camino”) con un párrafo concluyente: “Hay muchas razones para suponer que Cristina Fernández de Kirchner y su Gobierno están intentando esconder el fracaso de su gestión económica detrás de una fachada de nacionalismo. La economía argentina está al borde del colapso y, en esta hora de frustración, la presidenta ha optado por escudarse en las viejas consignas patrióticas”.
Los voceros del gobierno argentino seguramente se escudarán con que The Economist es una publicación británica y El País defiende los intereses de la española Repsol que posee la mayoría accionaria en la petrolera YPF a punto de ser estatizada por el gobierno de Fernández. Pero ésas son las respuestas comunes de los gobiernos populistas y autoritarios.
El deterioro de la confianza en el exterior sobre el manejo económico de Argentina, no es más que el resultado del uso abusivo de la economía para los fines políticos del llamado ‘kirchnerismo’.
Ayer los bonos soberanos argentinos cerraron el día en 896 puntos base de sobre tasa de acuerdo al índice EMBI (Índice de Bonos de Mercados Emergentes, por sus siglas en inglés) que calcula el banco de inversión JP Morgan.
En algún momento del día estos mismos bonos llegaron a cotizarse a 911 puntos base por encima de los bonos del tesoro estadounidense en una clara tendencia de deterioro de la confianza de los mercados financieros globales en el gobierno argentino y en el manejo de su deuda.
Estos altos niveles de riesgo son similares a los que exhiben los bonos soberanos de Venezuela que en los últimos años ha sido el país peor calificado de América Latina, superando a Ecuador.
Muy lejos de Venezuela, Argentina y Ecuador, están –de acuerdo a su nivel de riesgo- los bonos de México, Brasil y Perú con sobretasas que van de 190 a 160 puntos base respectivamente. Y con los mejores niveles de riesgo de la región, por debajo de 160 puntos base, están las deudas soberanas de Chile y Colombia.
El fuerte deterioro que han sufrido los bonos soberanos argentinos es relativamente reciente. En marzo de 2011 cotizaban con una sobre tasa de 550 puntos base y para finales del año pasado ya pagaban 925 puntos base. En el cimiento de la explicación solo está la desconfianza generalizada que han provocado las acciones y medidas emprendidas por el gobierno que encabeza la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Con un crecimiento económico artificialmente alto impulsado por un fuerte estímulo a la demanda a través de las políticas fiscal, monetaria y cambiaria, y precios de materias primas coyunturalmente al alza en los mercados internacionales, el gobierno de Fernández presume resultados que no podrán sostenerse por mucho tiempo.
El 25 de febrero pasado The Economist lanzó una durísima crítica a las cifras oficiales del gobierno argentino al que calificó de ‘mentiroso’. El informe de la influyente publicación bajo el título “No me mientas, Argentina”, advertía que no tomará en cuenta las cifras que publica el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos porque son “un intento de engañar a los votantes y estafar a los inversores”. La acusación de manipulación de las cifras por parte del gobierno no tiene otra intención que dar una imagen favorable a los resultados del gobierno, era la crítica de la revista.
Ayer el diario español El País inició su texto editorial (“Por el mal camino”) con un párrafo concluyente: “Hay muchas razones para suponer que Cristina Fernández de Kirchner y su Gobierno están intentando esconder el fracaso de su gestión económica detrás de una fachada de nacionalismo. La economía argentina está al borde del colapso y, en esta hora de frustración, la presidenta ha optado por escudarse en las viejas consignas patrióticas”.
Los voceros del gobierno argentino seguramente se escudarán con que The Economist es una publicación británica y El País defiende los intereses de la española Repsol que posee la mayoría accionaria en la petrolera YPF a punto de ser estatizada por el gobierno de Fernández. Pero ésas son las respuestas comunes de los gobiernos populistas y autoritarios.
El deterioro de la confianza en el exterior sobre el manejo económico de Argentina, no es más que el resultado del uso abusivo de la economía para los fines políticos del llamado ‘kirchnerismo’.
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