Duelo de farsantes

Javier Arcadia Galaviz / Cuestión de Debate

Como si se tratase de batirse a duelo, al más viejo estilo del siglo XIX, y en el que también como si unos padrinos previamente hubiesen fijado para ello las reglas de tal acontecimiento, los dos grupos antagónicos, el de Enrique Peña Nieto y el de Josefina Vázquez Mota, llegaron puntuales al lugar de la cita. La ofensa por la que había que lavar un “honor mancillado”, eran acusaciones mutuas, unas relativas a los compromisos incumplidos de aquel, en su desempeño como gobernador del Estado de México, y las otras, referentes a señalamientos de ineficacia del gobierno de Felipe Calderón, principalmente en materia de seguridad pública.

Puente de Vigas, Municipio de Tlalnepantla, fue el sitio elegido para instalar, dizque una “mesa de la verdad”, en la que se contrastarían las acusaciones contra la oposición de defensas, ello, más que otra cosa, fue en esencia para conocer si Peña Nieto realmente cumplió o no cumplió con un supuesto compromiso numerado con el 127, y al parecer consistente en una obra vial, misma que debería estar ubicada, según los panistas, justo en el lugar en que se llevó a cabo el inédito encuentro.

Una vez con el escenario montado, básicamente compuesto por tan sólo una larga mesa, cubierta con un impecable paño verde, a plena calle, a cielo abierto y a los cuatro vientos, los dos grupos protagónicos, sentados en la misma, se enfrascan en tupidos disparos verbales, ya que mientras que los priistas trataban de justificar y convencer que el compromiso 127 correspondía a la obra de vialidad concluida Adolfo López Mateos, los panistas insistían en el incumplimiento de Peña Nito, al señalar como tal una obra inconclusa relativa al distribuidor las Armas.

El caso es que, como el encuentro se convirtió en tal solo una desordenada e inútil discusión, en la que cada grupo se arrebataba la palabra para sostener sus puntos de vista, sin que ninguno de los dos cediera en su idea o se mostrara convencido de los argumentos de la contraparte, fue el momento en que los priistas aprovecharon la coyuntura para romper con la reunión y zafarse del embrollo. Circunstancia que se vio que eso era lo que nada más buscaban, bajo cualquier pretexto, ya que al menor desencuentro, ni tardos ni perezosos se retiraron del lugar, al fin que con ese bien armado vodevil mediático, seguro que la estrategia les resultó, misma que era la de esquivar el golpe demoledor hacía Peña Nieto por sus evidentes incumplimientos.

Lo peor de todo es que, el acercamiento que aparentaba sería una confrontación formal y civilizada, acabó siendo una reyerta callejera, protagonizada como por unos vulgares pendencieros.

Claro que llama la atención que nada más por ser época electoral los panistas se muestren tan interesados en revisar acuciosamente los compromisos de Peña Nieto en su ejercicio como gobernante del Estado de México, cuando también deberían de revisar los de su correligionario, el Presidente de la República, Felipe Calderón, quien hace seis años en su campaña presidencial se hizo nombrar el presidente del empleo, supuestamente por los millones de empleos que prometió crear, rubro que hasta ahora dista mucho de cumplirse, y que por el contrario, el desempleo en este sexenio ha sido uno de los principales factores que han inconformado a la sociedad.

Pero también llama la atención que en esa polémica trabada entre el PRI y el PAN, como en muchas otras, cuya intención es nada más la de jalar los reflectores, la izquierda se vio muy lenta, marginada, sin el ánimo y sin la imaginación de antes, ya que en lugar de asumir un papel de simple espectador, pasivo y testimonial, creo que debió haber estado en el lugar de los hechos para intervenir, para desenmascarar a los dos duelistas farsantes, vacio político, que por cierto, espontáneamente mejor lo asumió la ciudadanía indignada por la grotesca escaramuza que presenciaba de ambos grupos, pertenecientes al PRI y al PAN.

Pálida tinta: El líder del PAN capitalino, Juan Dueñas, ¿acaso él no tendrá madre? Porque se opone a que en su día, el diez de mayo, se les festeje a las mamás capitalinas en el zócalo de esta ciudad, en dónde, por cierto, les cantará nada más y nada menos que el gran exbeatle Paul Mac Cartey.……….Andrés Manuel López Obrador quería o quiere 12 debates; Sarkozy pide tres, y hasta Elba Esther Gordillo resulta que también desea debatir con AMLO y con Josefina, aunque no dice cuántos debates desearía. ¿No será que el buscar tantos debates es algún síntoma de desventaja? Por el contrario, es seguro que quien se niega a debatir es porque no quiere poner en riesgo su ventaja.

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