De la izquierda, a los brazos de Peña Nieto

Ricardo Alemán

A lo largo de su periplo en busca del voto y la comprensión de los electores que lo mandaron al tercer lugar de la contienda presidencial, el candidato Andrés Manuel López Obrador enfrenta una realidad apabullante hasta para el más pintado: la incontenible fractura de las izquierdas.

Y es que en todas o casi todas las plazas a las que llega el dos veces aspirante presidencial, se enfrenta al mismo reclamo, a idéntica queja y similar regaño. Y es que en todo el país las tribus estatales de las llamadas izquierdas están en guerra permanente, mientras que el clientelismo campea entre las franquicias del PRD, el PT y Movimiento Ciudadano.

Todo ello mientras que a gritos —desde los templetes en donde intenta ganar electores— López Obrador también trata de poner orden, ya sin tener la misma influencia y el respeto que llegó a tener en los previos a 2006, cuando era el jefe indiscutible de las izquierdas.

Pero la desesperación que todos los días exhibe López Obrador en sus mítines y concentraciones por todo el país —debido a una izquierda partida, fracturada y en guerra, que ha perdido todos sus bastiones históricos—, no es el único lamento desesperado. También es recurrente que uno de los fundadores del PRD —y artífice de la unidad de las izquierdas—, Cuauhtémoc Cárdenas, también alerta sobre la división, la fractura y las mezquindades de las izquierdas, a las que alguna vez dijo representar.

Y es que el partido que nació en mayo de 1989 como una gran esperanza de que finalmente la izquierda mexicana no sólo lograría la unidad, sino que se podría convertir en la alternativa del viejo PRI, en realidad fracasó luego de dos décadas de tropiezos, guerras intestinas, excesos políticos, corruptelas, gobiernos cuestionados y una ambición sin límite por los cargos públicos. En realidad, poco o nada queda hoy de las llamadas ideologías de izquierda, convertidas en partidos que más bien parecen rentables empresas del poder que ya olvidaron que el interés ciudadano está o debiera estar en el centro de su atención.

Y ha sido tal el fracaso de esas izquierdas; han sido tan malos sus gobiernos y es de tal magnitud la descomposición que vive esa tendencia política que, en cuestión de horas, se formalizará una alianza entre distintos grupos de las llamadas izquierdas, y el PRI de Enrique Peña Nieto. Sí, de ese tamaño es la fractura, la ruptura y la crisis de las izquierdas. ¡Aunque usted no lo crea, la izquierda partidista terminó por pudrirse! Pero, ¿cómo que se aliarán al PRI de Peña Nieto?

En efecto, resulta que el grupo político de izquierda que a lo largo de tres décadas convirtió a Iztapalapa en uno de los municipios más poderosos —sea por sus recursos económicos, sea por su capacidad de movilización política— anunciará de manera formal que en pocas horas establecerá una alianza con el PRI de Enrique Peña Nieto, a quien entregarán sus votos.

Se trata de la corriente política de la izquierda que se identifica con la tendencia socialdemócrata, encabezada por los hermanos René Arce y Víctor Hugo Círigo, quienes, junto con Ruth Zavaleta y con otros ex perredistas, harán campaña a favor de Peña Nieto y la alianza PRI-Partido Verde. Pero la alianza no es de gratis. No, los otrora militantes de las izquierdas darán su voto a Peña, a cambio de candidaturas a distintos puestos de elección popular.

Pero esa no es la única transformación. Apenas el pasado viernes, la señora Rosario Robles —fundadora del PRD y ex jefa de Gobierno del DF— confirmó lo que toda la clase política sabía: que desde hace meses realiza campaña a favor de Peña Nieto. También en ese caso el apoyo se produjo a cambio de posiciones, una de ellas a la hija de Robles. Pero no es todo: en el PRI del DF se produjo una ola de protestas a causa de candidaturas a diputados locales y jefes delegacionales, entregadas a ex perredistas.

En pocas palabras, que el “efecto Peña Nieto” también conquistó a distintas corrientes de la llamada izquierda, con las que sostendrá intensos amoríos político-electorales. ¿Pero qué fue lo que pasó? ¿Acaso hablamos de una vulgar infidelidad; de una traición sin nombre? No, lo cierto es que vemos que “los jefes” de la izquierda cosechan lo que sembraron.

Todos saben que el grupo de Los Chuchos abandonó a AMLO. Pero todos recuerdan que AMLO combatió hasta la muerte a Los Chuchos. AMLO y Marcelo destruyeron a los hermanos Arce y Círigo y esos hermanos cobran venganza. Y AMLO destruyó y echó del PRD a Rosario Robles. Hoy Robles le cobra la factura. ¿Qué tal? ¡Chulada de izquierda!

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