Calderón y Beltrones

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Es incuestionable la honradez de Felipe Calderón, las pruebas para intentar demostrar que metió la mano al cajón son inexistentes; por el contrario, su honestidad es cuestionable, miente con desparpajo. La realidad avasalla su impostura como gobernante y líder.

Aseguró el miércoles 28 de marzo que durante su sexenio se han construido un mil cien clínicas y hospitales. Seis años equivalen a 2,190 días y su gobierno todavía no concluye, significa que ha hecho una inauguración cada dos días. Los auditores del Guinness debieran inscribirlo en el libro.

Para no salir del ámbito de la salud, afirmó, sin poder comprobarlo, que la cobertura universal protege a 107 millones de mexicanos, pero no puede explicar que en esta nación se muera de hambre y de enfermedades curables.

Dijo, con un tono de voz cercano al sarcasmo, que él, él solito, evitó que los delincuentes pusieran de rodillas a los mexicanos, pero si el que los puso en esa situación es él, con sus políticas públicas. Hoy, los que carecen de empleo, pero incluso algunos que lo tienen, viven con el Jesús en la boca, esperando no estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado.

No satisfecho con su falta de honestidad, busca que los corifeos de su gobierno le saquen las castañas del fuego del descrédito, culpen a otros de su fracaso, de su falta de habilidad política, de su incapacidad para negociar y mandar. ¡Vaya!, incluso encuentran cualidades luciferinas en Manlio Fabio Beltrones, culpable absoluto del desastre de este sexenio.

Escribe Jaime Sánchez Susarrey: “9. Calderón alcanzó la Presidencia en el contexto de un pacto implícito con el PRI. Obviamente no fue un regalo, sino un cálculo frío y racional: ¿de qué les serviría a los priistas apoyar a AMLO y apostar por una crisis constitucional?; 10. FCH cometió su primer gran error en 2007. Permutó principios y valores democráticos por una “reforma” fiscal inexistente. Los términos los impuso el senador Beltrones: sin reforma política no habría reforma fiscal. Pero no se trataba de una reforma, sino de una contrarreforma electoral. El PAN abdicaba de su bandera histórica; 11. Vino, luego, la reforma energética. Beltrones impuso, de nuevo, las coordenadas: no habría reforma constitucional ni se tolerarían los contratos de riesgo. Se trató de una reforma pírrica. Pero Calderón, lejos de aquilatarla, la publicitó y defendió como un gran logro, y 13. La estrategia de hacer alianzas con el PRD para parar el ascenso del PRI en 2010 se explica por varias razones: a) la molestia de FCH con los interlocutores del PRI, particularmente con Beltrones, que trabaron las reformas necesarias; b) la convicción de que el regreso del PRI era y es inaceptable, y el temor de pasar a la historia como el Presidente que le abrió las puertas de Los Pinos a los priistas”.

El autor de lo anterior desconoce lo que es el poder presidencial en México. Calderón ha impuesto su voluntad, no con los resultados anhelados en su caletre, pero impuso su voluntad, y por ello el país está como está. Es incapaz de reconocer que fracasó. ¡La culpa es de Beltrones!, según ellos tiene más poder que Felipe Calderón Hinojosa. Si así fuera, el país no estuviese al borde del abismo.

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