Xalapeñas

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

El presidente Felipe Calderón sentó precedente: los gobernadores se mimetizan, se empeñan, como él, en recrear informativamente la realidad de las entidades donde mangonean, y como si careciera de importancia deciden endeudar la hacienda pública y a sus gobernados. Igualito que en Coahuila hoy sucede en Veracruz, donde una deuda -de acuerdo al dicho de los acreedores- de 30 mil millones de pesos no quiere ser reconocida por el Secretario de Finanzas y Planeación, Tomás Ruiz González.

El dinero, como su ausencia, no puede ocultarse. Fidel Herrera superó la deuda heredada de Miguel Alemán, por eso Veracruz es el séptimo estado más endeudado del país y una de las entidades que experimentaron las más altas tasas de crecimiento en ese rubro.

Para desinformar, o para recrear la realidad, los funcionarios hacendarios de Veracruz tienen su verdad individual, por lo que las cifras no son homogéneas: Tomás Ruiz reconoce un adeudo a proveedores por 5 mil millones de pesos, su subsecretario de Egresos de la Secretaría de Finanzas, Carlos Aguirre Morales, en noviembre de 2011 declaró que la deuda es de 15 mil millones, aunque los acreedores documentan un monto cercano a los 30 mil millones, lo que pone al borde de la quiebra a cientos de pequeños, medianos y grandes empresarios de la construcción, de la industria automotriz, del comercio y del campo.

No debe extrañar que el guión se repita y Javier Duarte niegue el adeudo en lugar de pagar a sus acreedores; por el contrario, nos cuentan que se empeña en “invertir” en eventos que distraen recursos y poco dejan a la industria del turismo, como la Cumbre Tajín, la cual difícilmente atrae inversión extranjera.

Un amigo de Altotonga me dice que es importante recordar un reclamo hecho por la Central de Organizaciones Campesinas y Populares de la entidad sobre el rezago que hay en el norte del estado; que allá nadie olvida el escándalo del Aeropuerto de Toluca, donde una aeronave oficial llevaba 25 millones de pesos en efectivo en una maleta y que supuestamente estaban etiquetados para pagar la feria de la Candelaria y la Cumbre de Tajín, pero existe la sospecha de que era dinero para apoyar actividades electorales.

Con sólo un año mangoneando, el gobernador Duarte enfrenta una crisis de ingobernabilidad mimetizada del gobierno federal, y está a punto de establecer récord al justificar la réplica del Estado fallido en su entidad.

Los temblores se replican, los malos gobernantes también. Es el caso de Javier Duarte.

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