Llámelo usted si quiere coincidencia cósmica. Resulta paradójico, por decir lo menos, que en la semana reciente se haya estado exhibiendo en las salas de cine de nuestro país la película de J.E. Hoover, aquel fundador del FBI, aquel súper policía que duró tantos años al frente de esa oficina, gobierno tras gobierno de Estados Unidos. Un hombre que lo logró porque supo hacer uso de los medios de comunicación, decía él, para prestigiar al FBI y de paso prestigiarse a él mismo.
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