Roberto González Amador / La Jornada
Un tercio del ingreso promedio de las familias mexicanas se encuentra comprometido para el pago de deudas contratadas básicamente con la banca comercial, en el marco de un sostenido incremento en el monto de préstamos solicitados por individuos para paliar la pérdida de poder adquisitivo y la falta de empleo, consignan reportes oficiales y analistas independientes.
La deuda de los hogares con el sector bancario alcanzó 2 billones 168 mil millones de pesos, cantidad equivalente a 14.3 por ciento del producto interno bruto (PIB), una proporción que prácticamente duplica la registrada hace un año, mostraron datos del Banco de México.
Se argumenta que el nivel de endeudamiento es consecuencia de la falta de educación financiera y de un comportamiento irracional, explicó Alejandro López Bolaños, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es una afirmación errónea que omite que ese endeudamiento es promovido por los propios bancos y que para las familias se convierte en una opción de subsistencia frente a la pérdida del poder adquisitivo y los salarios, abundó.
El endeudamiento de los hogares en México ha aumentado por encima del nivel de su ingreso, situación que a mediano plazo pudiera tener repercusiones en escala macroeconómica y en la estabilidad financiera, consideró el especialista, integrante del Grupo de Análisis de la Coyuntura de Economía Mexicana, del propio IIE. En este gran rubro se incluye: los pasivos contratados como préstamos hipotecarios, tarjetas de crédito, compromisos para la adquisición de automóviles y los denominados préstamos personales.
Una variación abrupta de las tasas de interés puede desplomar el valor de los activos o el nivel de ingresos, pudiendo terminar con el patrimonio familiar y, en consecuencia, repercutir sobre el conjunto del sistema financiero cuando el impago se convierte en una generalidad. Esto llevaría a numerosas familias a la servidumbre por deudas, situación que con la crisis financiera contemporánea no es un fenómeno propio de las economías dependientes como la mexicana, sino que también ha comenzado a afectar a los países centrales, consideró el especialista.
En promedio, las familias en México tienen comprometido 35 por ciento de su ingreso con pagos por las deudas adquiridas, de acuerdo con el especialista de la UNAM.
El endeudamiento de los hogares mexicanos creció progresivamente en los últimos años y particularmente a partir de 2000, cuando era equivalente a 8.7 por ciento del PIB, según datos del propio banco central y la Secretaría de Hacienda. Este incremento se dio a partir del aumento de los créditos de la banca a los segmentos de consumo y para la adquisición de vivienda, que habían estado limitados después del colapso del sistema bancario en 1995.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2010, citados por el experto, de los gastos que realizan los hogares en México 18 por ciento se destina a las denominadas erogaciones monetarias y de capital financieras que incluyen gastos de vivienda, depósitos en tandas, cajas de ahorro y bancarios, préstamos a terceros, pagos por tarjetas de crédito al banco o casa comercial, pagos de deudas de los integrantes del hogar a la empresa donde trabajan, pérdidas en los negocios del hogar y otras.
Trayectoria similar a la deuda pública interna
Los grandes bancos e inversionistas institucionales, como fondos de inversión, están detrás del aumento sostenido en la oferta de financiamiento bancario, comentó. Los inversionistas institucionales operan en los mercados internacionales con tres objetivos: el primero, obtener la mayor rentabilidad viable; segundo, mantener el mayor grado de liquidez posible de sus activos y, tercero, diversificar el riesgo de sus inversiones. Esa práctica, abundó, conlleva a una notable expansión de sus actividades por diferentes plazas del planeta, incluyendo los países latinoamericanos en donde han encontrado una excepcional oportunidad de negocios al efectuarse la privatización de los sistemas de pensiones en la década de 1990, así como la reforma financiera de libre mercado, la cual concedió instrumentos a los inversionistas para tener la capacidad de reorganizar el ahorro y las pensiones de los hogares, para transformarlos en capital con capacidad de valorizarse en la esfera financiera.
Para una economía como la mexicana, aunque no se vislumbra una situación de alto riesgo en el corto plazo con referencia a los créditos hipotecarios, el endeudamiento de las familias ha comenzado a alcanzar niveles históricos, con crecimientos importantes en la última década, expresando una trayectoria similar a la deuda pública interna y al endeudamiento de los estados, consideró.
Un tercio del ingreso promedio de las familias mexicanas se encuentra comprometido para el pago de deudas contratadas básicamente con la banca comercial, en el marco de un sostenido incremento en el monto de préstamos solicitados por individuos para paliar la pérdida de poder adquisitivo y la falta de empleo, consignan reportes oficiales y analistas independientes.
La deuda de los hogares con el sector bancario alcanzó 2 billones 168 mil millones de pesos, cantidad equivalente a 14.3 por ciento del producto interno bruto (PIB), una proporción que prácticamente duplica la registrada hace un año, mostraron datos del Banco de México.
Se argumenta que el nivel de endeudamiento es consecuencia de la falta de educación financiera y de un comportamiento irracional, explicó Alejandro López Bolaños, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es una afirmación errónea que omite que ese endeudamiento es promovido por los propios bancos y que para las familias se convierte en una opción de subsistencia frente a la pérdida del poder adquisitivo y los salarios, abundó.
El endeudamiento de los hogares en México ha aumentado por encima del nivel de su ingreso, situación que a mediano plazo pudiera tener repercusiones en escala macroeconómica y en la estabilidad financiera, consideró el especialista, integrante del Grupo de Análisis de la Coyuntura de Economía Mexicana, del propio IIE. En este gran rubro se incluye: los pasivos contratados como préstamos hipotecarios, tarjetas de crédito, compromisos para la adquisición de automóviles y los denominados préstamos personales.
Una variación abrupta de las tasas de interés puede desplomar el valor de los activos o el nivel de ingresos, pudiendo terminar con el patrimonio familiar y, en consecuencia, repercutir sobre el conjunto del sistema financiero cuando el impago se convierte en una generalidad. Esto llevaría a numerosas familias a la servidumbre por deudas, situación que con la crisis financiera contemporánea no es un fenómeno propio de las economías dependientes como la mexicana, sino que también ha comenzado a afectar a los países centrales, consideró el especialista.
En promedio, las familias en México tienen comprometido 35 por ciento de su ingreso con pagos por las deudas adquiridas, de acuerdo con el especialista de la UNAM.
El endeudamiento de los hogares mexicanos creció progresivamente en los últimos años y particularmente a partir de 2000, cuando era equivalente a 8.7 por ciento del PIB, según datos del propio banco central y la Secretaría de Hacienda. Este incremento se dio a partir del aumento de los créditos de la banca a los segmentos de consumo y para la adquisición de vivienda, que habían estado limitados después del colapso del sistema bancario en 1995.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2010, citados por el experto, de los gastos que realizan los hogares en México 18 por ciento se destina a las denominadas erogaciones monetarias y de capital financieras que incluyen gastos de vivienda, depósitos en tandas, cajas de ahorro y bancarios, préstamos a terceros, pagos por tarjetas de crédito al banco o casa comercial, pagos de deudas de los integrantes del hogar a la empresa donde trabajan, pérdidas en los negocios del hogar y otras.
Trayectoria similar a la deuda pública interna
Los grandes bancos e inversionistas institucionales, como fondos de inversión, están detrás del aumento sostenido en la oferta de financiamiento bancario, comentó. Los inversionistas institucionales operan en los mercados internacionales con tres objetivos: el primero, obtener la mayor rentabilidad viable; segundo, mantener el mayor grado de liquidez posible de sus activos y, tercero, diversificar el riesgo de sus inversiones. Esa práctica, abundó, conlleva a una notable expansión de sus actividades por diferentes plazas del planeta, incluyendo los países latinoamericanos en donde han encontrado una excepcional oportunidad de negocios al efectuarse la privatización de los sistemas de pensiones en la década de 1990, así como la reforma financiera de libre mercado, la cual concedió instrumentos a los inversionistas para tener la capacidad de reorganizar el ahorro y las pensiones de los hogares, para transformarlos en capital con capacidad de valorizarse en la esfera financiera.
Para una economía como la mexicana, aunque no se vislumbra una situación de alto riesgo en el corto plazo con referencia a los créditos hipotecarios, el endeudamiento de las familias ha comenzado a alcanzar niveles históricos, con crecimientos importantes en la última década, expresando una trayectoria similar a la deuda pública interna y al endeudamiento de los estados, consideró.
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