Francisco Garfias
Dicen que Joe Biden habla mucho “si lo dejan”. Enrique Peña Nieto lo sabía antes de entrevistarse con el vicepresidente de Estados Unidos.
Un experimentado diplomático mexicano lo previno. Por eso interrumpió al number two de los gringos, en un par de ocasiones, “para ajustar las cosas”, según testigos del encuentro.
El candidato presidencial del PRI quería dejar muy claro que combatir “con eficacia” al crimen organizado es una “tarea irrenunciable” del Estado mexicano.“La discusión no se centra en si debe o no combatirse, sino en cómo lograr mejores resultados”, declaró el priista, al término del singular encuentro.
Peña, se dijo allí, quería acabar con especulaciones sobre la posición del PRI frente al narco. Estas especulaciones han sido alimentadas, desde los medios, por el tema de los ex gobernadores del tricolor supuestamente coludidos con el narco.
No hace mucho, el mismísimo senador republicano y ex candidato presidencial, John McCain, aseguró que al menos “uno de los candidatos mexicanos” no tiene intenciones de combatir el narcotráfico. Narran las crónicas que, cuando se le inquirió si se refería al candidato del PRI, McCain reviró: “¿Me crees que soy tan estúpido como para mencionar nombres?”
Y es que ayer fue un lunes de excepción para la muy desairada relación de Estados Unidos con México. Por primera vez en la historia, un vicepresidente estadunidense viajó a la capital del país para dialogar con los candidatos presidenciales.
Joe Biden recibió a Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota, en ese orden, en uno de los salones del hotel Four Seasons
Gabriel Quadri, de Nueva Alianza, no fue convocado.
Se trata de un acontecimiento al que hay que dar gustosos la “bienvenida”, según Emilio Lozoya Austin, coordinador de asuntos internacionales de la campaña de Peña Nieto. Y es que el 11-S, Afganistán, Bin Laden, Irak, Irán, acaparaban la atención de los poderosos vecinos.
Ni tiempo para hablar, en serio, de la famosa “enchilada completa” o de mayor cooperación entre ambas naciones. Biden estuvo tres cuartos de hora con cada uno de los candidatos presidenciales.
Ni un minuto más.
Fueron 135 minutos en los que escuchó los planteamientos, prometió cooperación y —por lo que dijo El Peje— comprometió al gobierno de Estados Unidos a trabajar con el Presidente que elijan los mexicanos, así sea de izquierda.
Los expertos destacan el hecho de que Biden se hiciese acompañar en las reuniones por destacados integrantes del Consejo Nacional de Seguridad.
La agenda de seguridad es la obsesión de los poderosos vecinos. No los culpamos después de lo acontecido en las Torres Gemelas.
El crecimiento económico fue tema de los mexicanos.
Los tres candidatos coincidieron, palabras más, palabras menos, en que la falta de oportunidades empuja a los jóvenes a las garras del narco e incrementa los flujos migratorios hacia Estados Unidos.
El Peje fue acompañado por los embajadores Jorge Eduardo Navarrete y Héctor Velasco. El candidato de las izquierdas le entregó al vicepresidente una carta en la que propone establecer una nueva relación bilateral con Estados Unidos, fincada en la cooperación para el desarrollo.
“No es con asistencia militar y de inteligencia o con envíos de helicópteros y armas como se remediará el problema de la inseguridad y de la violencia en nuestro país”, dice la carta.
“Lo que planteamos es que el gobierno de los Estados Unidos aumente y dé un nuevo cauce a la ayuda oficial a México.
“Y para eso, estamos dispuestos a poner en correspondencia nuestro plan económico y establecer una nueva relación fincada en la cooperación para el desarrollo”, remata el izquierdista.
Josefina fue la última en llegar. Iba flanqueada por Roberto Gil, coordinador de su campaña, el ex priista Diódoro Carrasco, el vocero del CEN del PAN, Juan Marcos Gutiérrez, y su portavoz personal, Herminio Rebollo.
La propia candidata del PAN informó que le pidió a Biden no politizar el tema de la agenda migratoria, con motivo de las elecciones presidenciales, que también tendrán lugar en Estados Unidos. “Lo vi respetuoso del proceso electoral mexicano y absolutamente con una visión de normalidad respecto a que México pueda tener una mujer presidenta”, agregó.
El hotel Four Seasons —sede de las reuniones— se transformó en una fortaleza. Por dentro y por fuera.
Rejas, arcos de seguridad, un montón de tipos altos, trajeados, chícharo en la oreja, mirando para todos lados en un hotel semivacío. Unos eran güeros. Grandes como torres. Hablaban inglés. Pero había también morenos. Eran más bajitos. Se entendían en español. Los identificaban como del Estado Mayor Presidencial.
Un perro “antiterrorista” revisaba el equipo de los fotógrafos que, por rondas, subían al salón del primer piso del hotel a tomar sus placas.
En ese búnker se desarrollaron las entrevistas con los candidatos.
Dicen que Joe Biden habla mucho “si lo dejan”. Enrique Peña Nieto lo sabía antes de entrevistarse con el vicepresidente de Estados Unidos.
Un experimentado diplomático mexicano lo previno. Por eso interrumpió al number two de los gringos, en un par de ocasiones, “para ajustar las cosas”, según testigos del encuentro.
El candidato presidencial del PRI quería dejar muy claro que combatir “con eficacia” al crimen organizado es una “tarea irrenunciable” del Estado mexicano.“La discusión no se centra en si debe o no combatirse, sino en cómo lograr mejores resultados”, declaró el priista, al término del singular encuentro.
Peña, se dijo allí, quería acabar con especulaciones sobre la posición del PRI frente al narco. Estas especulaciones han sido alimentadas, desde los medios, por el tema de los ex gobernadores del tricolor supuestamente coludidos con el narco.
No hace mucho, el mismísimo senador republicano y ex candidato presidencial, John McCain, aseguró que al menos “uno de los candidatos mexicanos” no tiene intenciones de combatir el narcotráfico. Narran las crónicas que, cuando se le inquirió si se refería al candidato del PRI, McCain reviró: “¿Me crees que soy tan estúpido como para mencionar nombres?”
Y es que ayer fue un lunes de excepción para la muy desairada relación de Estados Unidos con México. Por primera vez en la historia, un vicepresidente estadunidense viajó a la capital del país para dialogar con los candidatos presidenciales.
Joe Biden recibió a Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota, en ese orden, en uno de los salones del hotel Four Seasons
Gabriel Quadri, de Nueva Alianza, no fue convocado.
Se trata de un acontecimiento al que hay que dar gustosos la “bienvenida”, según Emilio Lozoya Austin, coordinador de asuntos internacionales de la campaña de Peña Nieto. Y es que el 11-S, Afganistán, Bin Laden, Irak, Irán, acaparaban la atención de los poderosos vecinos.
Ni tiempo para hablar, en serio, de la famosa “enchilada completa” o de mayor cooperación entre ambas naciones. Biden estuvo tres cuartos de hora con cada uno de los candidatos presidenciales.
Ni un minuto más.
Fueron 135 minutos en los que escuchó los planteamientos, prometió cooperación y —por lo que dijo El Peje— comprometió al gobierno de Estados Unidos a trabajar con el Presidente que elijan los mexicanos, así sea de izquierda.
Los expertos destacan el hecho de que Biden se hiciese acompañar en las reuniones por destacados integrantes del Consejo Nacional de Seguridad.
La agenda de seguridad es la obsesión de los poderosos vecinos. No los culpamos después de lo acontecido en las Torres Gemelas.
El crecimiento económico fue tema de los mexicanos.
Los tres candidatos coincidieron, palabras más, palabras menos, en que la falta de oportunidades empuja a los jóvenes a las garras del narco e incrementa los flujos migratorios hacia Estados Unidos.
El Peje fue acompañado por los embajadores Jorge Eduardo Navarrete y Héctor Velasco. El candidato de las izquierdas le entregó al vicepresidente una carta en la que propone establecer una nueva relación bilateral con Estados Unidos, fincada en la cooperación para el desarrollo.
“No es con asistencia militar y de inteligencia o con envíos de helicópteros y armas como se remediará el problema de la inseguridad y de la violencia en nuestro país”, dice la carta.
“Lo que planteamos es que el gobierno de los Estados Unidos aumente y dé un nuevo cauce a la ayuda oficial a México.
“Y para eso, estamos dispuestos a poner en correspondencia nuestro plan económico y establecer una nueva relación fincada en la cooperación para el desarrollo”, remata el izquierdista.
Josefina fue la última en llegar. Iba flanqueada por Roberto Gil, coordinador de su campaña, el ex priista Diódoro Carrasco, el vocero del CEN del PAN, Juan Marcos Gutiérrez, y su portavoz personal, Herminio Rebollo.
La propia candidata del PAN informó que le pidió a Biden no politizar el tema de la agenda migratoria, con motivo de las elecciones presidenciales, que también tendrán lugar en Estados Unidos. “Lo vi respetuoso del proceso electoral mexicano y absolutamente con una visión de normalidad respecto a que México pueda tener una mujer presidenta”, agregó.
El hotel Four Seasons —sede de las reuniones— se transformó en una fortaleza. Por dentro y por fuera.
Rejas, arcos de seguridad, un montón de tipos altos, trajeados, chícharo en la oreja, mirando para todos lados en un hotel semivacío. Unos eran güeros. Grandes como torres. Hablaban inglés. Pero había también morenos. Eran más bajitos. Se entendían en español. Los identificaban como del Estado Mayor Presidencial.
Un perro “antiterrorista” revisaba el equipo de los fotógrafos que, por rondas, subían al salón del primer piso del hotel a tomar sus placas.
En ese búnker se desarrollaron las entrevistas con los candidatos.
Comentarios