Tres estampas de un fin de semana azul

Vázquez Mota y el lastre panista
Víctima del veredicto popular

Miguel Ángel Velázquez / Ciudad Perdida


No será nada fácil para los levantacejas (Jaime dixit) justificar lo que sucedió el fin de semana pasado al Partido Acción Nacional, o mejor dicho, a Josefina Vázquez Mota y al panismo.

Pasó aquí, en esta ciudad, y no tenemos memoria de que algún candidato a la Presidencia de la República hubiera recibido, como la precandidata panista, un desaire del tamaño que la ciudadanía expresó el domingo pasado en el estadio del club de futbol Cruz Azul. Pero la justificación a esa fotografía del momento ya se empezó a cocinar, a marchas forzadas, en las estufas donde también se condimentó aquello de Josefina está a sólo cuatro puntos...

Desde luego, lo primero que se consiguió fue un culpable, en este caso el equipo de logística de la precandidata. Se dice que falló el team porque los azules no tienen experiencia en eso del acarreo (¡ajá!). También se puso como pretexto el poco aguante de los panistas, que no tuvieron el temple suficiente para esperar a que la precandidata concluyera su discurso (mal agradecidos), y eso es todo, por el momento. Pero lo único cierto es que el acto de toma de protesta de Josefina Vázquez Mota fue un fracaso.

Pero decíamos que será muy interesante ver cómo barajan la situación quienes en sus mediciones han tratado de regalar, a la panista, una popularidad que dados los hechos no parece muy creíble. Y no fue el único rechazo a la heredera de dos sexenios de desgracia para el país.

Resulta que el jueves pasado, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, la parienta de Felipe Calderón, Mariana Gómez del Campo, utilizó la tribuna de ese órgano que celebraba el Día Internacional de la Mujer, para promover a Vázquez Mota y a Isabel Miranda, quien, según los panistas, busca la jefatura de Gobierno del DF.

Su proselitismo recibió la rechifla y el reclamo airado de muchas de las mujeres que estaban reunidas, ese día, en uno de los salones del recinto de Donceles y Allende. Y aunque no fue tan así, hubo quien aseguró que el rechazo a Vázquez Mota fue unánime. La crónica de tal manifestación fue opacada por un chamaco identificado con los azules, que en la histeria de verse frente a un micrófono y con un auditorio atento, disparó una serie de burradas que sólo Vicente Fox podría atreverse a proferir. Los disparates fueron de tal tamaño que prácticamente nadie habló, ni al día siguiente, de los gritos de repudio que levantó la causa que quiso imponer Gómez del Campo.

Y no fue todo, el cada día menos popular Carlos Santana trató de hacer algo parecido en el concierto que ofreció el domingo pasado. Y a la mención de que una mujer podría gobernar México, la silbatina se le vino encima y tuvo que apresurar la ejecución de una de sus piezas más conocidas para callar al respetable, que apenas llenó la mitad del lugar del concierto.

Suficiente para una semana. Fueron tres fotografías del momento, tres instantáneas que dan cuenta de lo cerca que se halla la panista de la Presidencia de México. Ni con Santana ni en la Asamblea Legislativa se podrá culpar al equipo de logística, ni a nadie que no sea la propia precandidata y los gobiernos panistas, del resultado de estas encuestas, que sin necesidad de la tele o la radio dan a conocer una realidad incontrovertible.

A ella porque su discurso carece de credibilidad, y a su partido, el PAN, porque sus gobiernos han hundido al país en la pobreza y la violencia. Nada más.

De pasadita

Quién sabe qué tan cierto sea, pero los priístas aseguran que Beatriz Paredes sabe que no ganará el DF, y advierten que entre Peña Nieto y ella hay un acuerdo. Paredes Rangel tiene como meta conseguir el poco menos de un millón de votos que logró hace seis años. Con eso cumple y asegura su lugar, dicen, en la Secretaría de Desarrollo Social, para más tarde cumplir con su sueño dorado: convertirse en embajadora de México en Brasil. ¿Será?

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