Seguridad: Calderón avalado

Carlos Ramírez / Indicador Político

Como siempre ocurre, a la hora decisiva los críticos se convierten en apoyadores. Tras años de convertir la estrategia de seguridad en el demonio político, los tres precandidatos presidenciales se comprometieron con la Casa Blanca a continuar la lucha contra la inseguridad del presidente Calderón.

El problema de fondo no consistió en decirle al vicepresidente estadounidense Joe Biden lo que exactamente quería escuchar para darle la bendición a cada uno de ellos, sino en la oportunidad perdida por los precandidatos de definir ante los EU la agenda de las relaciones bilaterales referidas a la actividad transfronteriza de los cárteles criminales: Los intereses nacionales y la responsabilidad de los EU en el conflicto no sólo por el consumo, sino por los temas centrales de lavado de narcodinero y venta libre de armas.

Al final de cuentas, el enviado especial de la Casa Blanca no vino a México a dar garantías de no intervención electoral, sino a pulsar los puntos de vista de los precandidatos presidenciales mexicanos sobre el tema de la seguridad mexicana articulada a la seguridad nacional estadunidense. A Obama le importa nada quién gane las elecciones, sino que quiere saber si alguno de ellos intentará romper con el modelo de seguridad nacional de los EU: Terrorismo, cárteles y migración, en el enfoque de la seguridad estadounidense. Biden confirmó que los tres precandidatos coinciden con el enfoque estratégico de los EU.

Cómo estarían de temerosos los precandidatos presidenciales de perder el plácet estadounidense que el más radical en la visita de Biden fue el propio presidente Felipe Calderón al insistir en uno de los temas vitales de la violencia criminal: La venta y flujo de armas; aunque no lo expresó directamente, Calderón le hizo un nada agradable recordatorio al vicepresidente Biden de la fracasada Operación Rápido y Furioso que entregó armas poderosas al cártel de El Chapo Guzmán. El procurador Eric Holder está en la orilla del cese por haber autorizado esa operación fallida y renunció el director de la agencia de tabaco, armas y alcohol.

Los precandidatos mexicanos perdieron la preciosa oportunidad para fijar la agenda bilateral mexicana desde el punto de vista de México y de plantear el cambio en las relaciones estratégicas:

1.- La crisis económica internacional. El gobierno de Obama es el principal obstáculo porque la Casa Blanca sigue exigiendo a los demás países que apliquen el esquema de ajuste neoliberal con alto costo social mientras el Tesoro aplica las recetas populistas para que Obama logre la reelección.
2.- La reforma migratoria. Obama prometió conseguirla a cambio del voto de los hispanos, pero no se preocupó por negociarla porque sus intereses eran otros y ahora de nueva cuenta la promete para volver a conseguir el voto hispano en su reelección; Obama ha avalado la persecución contra migrantes mexicanos.

3.- Tratado de comercio libre. México debe terminar con su papel pasivo en la integración y exigir un trato diferente al de socio menor. Pero México necesita primero replantear su modelo de desarrollo y dar el salto industrial y con ello reforzar la integración ya no sólo comercial sino productiva.
4.- Petróleo. México está urgido de redefinir los principios de su política petrolera no en torno a criterios nacionalistas que rayan en la demagogia sino en función del petróleo como instrumento estratégico nacional. No hay que olvidar que Washington está empantanado en el Medio Oriente por el petróleo.

5.- Bancos internacionales. Las crisis económicas recurrentes tienen el origen en el fin de las regulaciones a las instituciones financieras, que fueron decididas en los gobiernos de Clinton y Bush. Como presidente del Grupo de los 20, México debe ponerse el objetivo de restaurar las regulaciones que terminen con el modelo de especulación financiera internacional. El gran desafío es la implantación de la Tasa Tobin para ponerle impuestos a las especulaciones. Además, urge meter en orden a los bancos.

6.- Terrorismo. El escenario del terrorismo y la geopolítica energética exige que México redefina su política de seguridad nacional en el escenario internacional. Hasta ahora la estrategia mexicana de seguridad nacional depende de los intereses estratégicos de Washington. Por ello es vital el conocer las definiciones de política exterior de los candidatos mexicanos primero en México y luego ante el enviado de Obama. Un punto decisivo se localiza en la urgencia de que México defina su política de defensa nacional.

7.- Intereses nacionales. Con la alternancia, México necesitó definir su interés nacional. Fox desaprovechó la oportunidad de la alternancia y de los ataques terroristas del 9/11. La redefinición de la soberanía mexicana se resume en la prioridad de los intereses nacionales de México.

8.- Narco. México debe exigirle a los Estados Unidos más coherencia en la lucha contra el narcotráfico por las intenciones del Departamento de Estado de Obama de espantar con la vinculación narcos-terroristas que le permitirían meterse en las instituciones de seguridad y defensa nacional mexicanas. Si la demanda de droga bajara, sin duda que el consumo disminuiría. Es una ley económica: la demanda determina la oferta, no al revés.

9.- México debe entender que los gobernantes estadounidenses no dependen del carisma o el discurso sino de sus intereses de seguridad nacional como nación imperial sustentada en el dominio y el control de los recursos mundiales. De ahí la importancia en la redefinición de los principios de seguridad nacional de México como estructura para definir las relaciones bilaterales.

10.- Y México debe terminar ya con ese modelo de acudir al llamado de la selva cada vez que los Estados Unidos lo determinen. La visita de Biden fue una muestra del enfoque imperial de los EU al obligar a los competidores mexicanos a aceptar que la Casa Blanca será paradójicamente la gran electora al calificar a cada precandidato.

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