Sarkozy el ultra

Fausto Pretelín

El lenguaje electoral tiene múltiples significados. Un montón de palabras desfilan en el interior de un laberinto mediático donde el electorado debe de encontrar la salida para comprender el verdadero sentido de lo que un candidato intentó decir.

En efecto, las campañas electorales son una especie de juegos preparados por acuciosos estrategas y asesores en busca de Atención masiva. Sí, Atención con mayúscula porque en ella subyace el posicionamiento del candidato en la mente de las personas. Candidato que no logra obtener la Atención del electorado, lo mismo con propuestas verificables que con mentiras absolutas, es un candidato derrotado. Por ello, los candidatos escuchan con atención las recomendaciones que les hacen sus asesores para implementan estrategias y tácticas.

A Nicolas Sarkozy lo asesoran Jean-Michel Goudard, Henri Guaino y Patrick Buisson. Tres prominentes estrategas de la comunicación electoral en Francia. Su respectivo kit incluye el instrumental semántico y semiótico que Sarkozy “necesita” para ganar la elección presidencial que está en puerta (28 de abril y 6 de mayo), y entre otras herramientas sobresalen: arsenal anti Francois Hollande (candidato del Partido Socialista), instrumental para robar votos al Frente Nacional (partido ultraderechista que en esta ocasión presenta a Marine Le Pen como su candidata), guiones apocalípticos para sembrar miedo y rasgos tipo botox para proclamarse como Superman.

Detonar el acuerdo de Schengen es debilitar a la ya de por sí débil Unión Europea. Regresar a los pasaportes representa desempolvar pistolas, planchar uniformes policíacos, construir casetas fronterizas y por su puesto, ordenar la producción de miles de banderas. Nicolas Sarkozy, al lanzar un dardo venenoso en contra del modelo político más exitoso del siglo pasado, envía el mensaje de que quier más banderas de Francia en sus fronteras. Ni modo, está en campaña y en ella se vale de todo.

Schengen hace frontera con Francia y Alemania. Se encuentra en Luxemburgo y tiene menos de mil habitantes. El 14 de junio de 1985 integrantes de la entonces llamada Comunidad Económica Europea se reunieron para firmar el acuerdo para suprimir fronteras comunes. Si por un momento de ficción le quitáramos a Estados Unidos las casetas migratorias de su frontera sur, comprenderíamos la nobleza del Acuerdo de Schengen, sin embargo, también es posible encontrarse con Halcones que pensarían en ese escenario como una demencia de un robasoberanías.

La subasta de promesas es un momento importante para los partidos políticos. Con ellas compiten entre sí sus respectivos personajes que buscan una zona pública. Sarkozy quiere mover del primer sitio demoscópico a Francois Hollande pues al permanecer en la cúspide de las preferencias electorales, se convierte en el acto publicitario más exitoso para Hollande. Para que Sarkozy lo logre, es muy probable que su asesor Partick Buisson le haya recomendado abrir el espectro ideológico derecha y ultraderecha para quitarle adeptos a Marine Le Pen. Buisson es experto en fabricar miedo electoral con tintes ultraderechistas.

Uno de los iconos más debilitados durante los últimos doce meses es la Unión Europea. Al mencionar los nombres de países como Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia, la primera imagen que aparece en la mente de los franceses es la de una atmósfera conquistada por la crisis económica. Algo concatenado con la crisis es la imagen de unos “intrusos” no franceses que compiten contra franceses por puestos laborales vacantes. La ecuación para Patrick Buisson es sencilla: fabricar pasaportes.

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