PRI: no queremos otro sexenio de muerte y miedo

Rosa Elvira Vargas / La Jornada

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) proclamó ayer su objetivo: Poner fin a la pesadilla de dolor, violencia, corrupción y pobreza que el panismo ha recetado al país a lo largo de estos años.

Pedro Joaquín Coldwell lo patentizó de distintos modos en un acto donde, único orador, llamó al tricolor a ganar los próximos comicios, porque no queremos otro sexenio de muerte y miedo y sí de volver a entonar el himno a la vida y no de promover políticas de muerte.

Ante un auditorio de afines –entre ellos el abanderado presidencial, Enrique Peña Nieto–, el dirigente nacional priísta censuró el empobrecimiento de la política por el gobierno actual y de centrar su interés en los temas de la delincuencia organizada. Y le reprochó además gastar millones de pesos en un monumento a la corrupción que ofende la memoria de los padres de la Independencia y atenta contra la estética del Paseo de la Reforma.

Así, sin conceder otro atributo al actual gobierno federal más allá de presumir una estéril estabilidad macroeconómica, el senador Joaquín acusó al PAN de tener una mediocre dirección política y colocar a México en los más pobres niveles de crecimiento del continente y las mayores tasas de desempleo.

El país navega sin rumbo y no se ven por ningún lado las metas de desarrollo ni de justicia social. El Poder Ejecutivo federal, aseguró el quinatarroense, reduce su óptica a la represión armada y el resto de la agenda de México se ha postergado.

Como en otras manifestaciones de censura hacia el Partido Acción Nacional y el presidente Felipe Calderón, el dirigente concitó inmediata adhesión en la militancia, a la cual el encorsetado formato para conmemorar el 83 aniversario del PRI –el auditorio Plutarco Elías Calles– impuso un tinte de solemnidad y tibieza expresiva, aun con el propio Peña Nieto.

Además, esa reunión de cúpula dejó fuera a muchos militantes, aunque otros de plano se marginaron del festejo en señal de protesta por su exclusión de las candidaturas al Congreso, como el caso de los líderes de la juventud priísta, Canek Vázquez y Carlos Flores Rico, del Movimiento Territorial.

Tampoco anduvo ahí –a saber si también por esta última razón– el coordinador de los diputados del tricolor, Francisco Rojas Gutiérrez. Pero como en toda concentración del priísmo, las apariciones y ausencias son motivo de obligado cotilleo. Y éste corrió ayer a cargo de Roberto Madrazo Pintado, en las primeras, y de Humberto Moreira (ungido precisamente hace un año) en las segundas, con la inasistencia además de buena parte de los gobernadores.

A ellos, los no palomeados, Pedro Joaquín Coldwell quiso consolarlos: no hay espacio para todos; sus aspiraciones individuales deben someterse a las finalidades colectivas, dijo, y les pidió cerrar filas en torno a la bandera progresista de Enrique Peña Nieto.

Con su candidato, dijo, la mejor encuesta se verá el próximo primero de julio, cuando gane la Presidencia, y entonces llegará a los cargos directivos una nueva generación dispuesta a emprender una profunda renovación del país.

Emblemas renovados

Los priístas, quienes son bastante flexibles para amoldar su santoral laico y sexenal, ayer presentaron al propio Plutarco Elías Calles, a Lázaro Cárdenas, a Adolfo López Mateos (paisano e inspirador de Peña Nieto), a Jesús Reyes Heroles y, cómo no, a Luis Donaldo Colosio como sus renovados emblemas. Todos fueron mencionados en un video partidista con la misma fuerza política y de imágenes de cualesquiera de los elaborados para promover el turismo, en el cual, curiosamente, el escudo del tricolor brilla por su ausencia.

Poseedor de larga experiencia discursiva, Joaquín Coldwell armó una pieza donde de entrada preguntó por el destino de los recursos petroleros, sobre todo ante los más elevados precios del energético en toda la historia. Puso cifras para hablar de la preocupante descomposición social y ubicó la falta de políticas económicas y sociales como la causa del incremento de las muertes violentas.

Hay menos destrucción de plantíos de enervantes, pero además antes se combatía al crimen organizado sin provocar muertes entre la población inocente, dijo. Y de nuevo censuró que se partidice el tema del combate a la delincuencia y se use para descalificar a otras fuerzas políticas o para denostar a los otros niveles de gobierno.

También recurrió a una frase de Séneca, porque parece hecha a la medida de los gobernantes panistas: nadie alcanza buen puerto si no sabe adónde dirigirse. Llamó enseguida a abatir el pervertido sistema educativo; puntualizó que la pobreza no se vence con dádivas ni subsidios e ilustró con la hambruna de los tarahumaras y la ausencia de una auténtica política social en este gobierno. Hay una fátiga generalizada entre la población, concluyó. Es el momento del cambio de estafeta.

Y su oferta es Peña Nieto.

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