¿Narco nóminas?

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Las listas o nóminas ilegales siempre se han usado en México como elementos de contra propaganda, de desinformación, o al menos para desacreditar a los supuestamente enlistados.

Fueron legendarias las listas del “chayo”. Los reporteros se hacían cruces por saber quién sí y quién no estaba en unos enlistados que únicamente los muy torpes encargados de la información gubernamental elaboraron, porque los “arreglos” entre la prensa y el poder fueron acuerdos entre mudos, sordos, ágrafos. Hoy estas componendas, cuando existen, se mantienen bajo idéntica norma.

Bueno, y el mito de la nómina de la CIA en México, incluso se mencionaba el monto de los salarios entregados. Se habló de diputados, senadores, secretarios del despacho e incluso presidentes de la República, pero con esas listas ocurre lo mismo que con las películas “snuff”, todo mundo habla de ellas, sin embargo nunca nadie vio una o tuvo una en sus manos.

Hoy se sirven de supuestas narco nóminas para arreglar problemas de imagen y justificar el oneroso gasto de los servicios de inteligencia local, cuyos agentes son incapaces de encontrarse a ellos mismos, y carecerían de éxito de no ser por los soplos de las agencias estadounidenses. Las nóminas de los narcos, como las grabaciones, son trucos para aferrarse a un poder que ya se les diluye entre los dedos de la mano derecha.

El único general del Ejército Mexicano al que pudo comprobársele su nexo con Amado Carrillo es Jesús Gutiérrez Rebollo, pero no fue por una lista, sino por torpeza entre los cómplices.

Jorge Carpizo fue incapaz de presentar su lista de narco periodistas, porque no existió y porque su trabajo de inteligencia estuvo sustentado en suposiciones, o en recortes de prensa, como ocurrió con la información de Mario Ruiz Massieu sobre la muerte de su hermano Francisco.

Las narco nóminas no existen en el papel, es un mito, es una prueba armada, lo que no significa que las complicidades entre barones de la droga y los diferentes niveles de gobierno, de administración y procuración de justicia y de las fuerzas armadas que puedan garantizarles márgenes de impunidad no existan.

¡Claro que la delincuencia organizada tiene cómplices! ¡Claro que éstos viven como Pedro en su casa, porque es muy difícil que los identifiquen! Los acuerdos para liberar a “El Chapo” Guzmán se hicieron entre mudos, sordos y ágrafos, como se hacen los que establece el poder con quienes han de servirle al margen de la ley, lo demás son recreaciones, como la de Florence Cassez.

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