Enrique Campos Suárez
Podría tratarse de un ejercicio de psicología inversa, pero Goldman Sachs pronostica que México se convertirá en la séptima economía más grande del planeta en menos de ocho años.
Hasta ahora, desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), desde diferentes frentes, la insistencia para México es una: tienen que hacer cambios estructurales para que no se siga perdiendo el potencial de crecimiento de esta economía.
De lo contrario, advierten los analistas dentro y fuera del país, la condena será mantener tasas de crecimiento mediocre que no serán suficientes para superar los problemas de pobreza y desigualdad que quejan a esta nación.
Y estamos en ese diagnóstico tan ignorado por la clase política, responsable de la toma de decisiones, cuando llega Jim O’Neill de Goldman Sachs con su augurio de que México estará pronto en el top 10 mundial.
Claro que para eso nuestro país debe mejorar en las 15 variables que miden el crecimiento, entre ellas: corrupción, leyes, Internet, inversión, apertura económica, educación.
México, dijo O’Neill, debe seguir impulsando reformas al sector energético porque hay la idea de que la forma en que se ha usado el petróleo no ha sido la mejor.
¡Pues ahí está, con unos pequeños cambios México despega hasta el séptimo lugar!
No hay que olvidar que este personaje, Director de Fondos de Inversión de Goldman Sachs, fue el inventor de la sigla BRIC, para referirse a las economías emergentes que tienen un potencial de crecimiento para alcanzar el desarrollo.
El término tenía la virtud gramatical de significar en inglés “ladrillo”, o sea, fortaleza y al mismo tiempo contener las iniciales de Brasil, Rusia, India y China.
Para la buena fortuna y mejor fama de estas economías, el término se popularizó, lo que les dio una excelente carta de presentación.
Pero el término BRIC tenía un enorme defecto: no cabía nadie más. Bueno, cupo uno más con la pluralización. Cuando se habló de los BRICS, entró al final Sudáfrica.
Pero la M de México no tenía cabida en la afortunada ocurrencia de Terence James O’Neill. Así que condenó al destierro conceptual a una economía con potencial de ser todo un BIRC.
Le han intentado por todos lados para incluir a México y a otros confinados, pero no ha habido forma de combatir el exitoso terminajo.
Por eso también hay que entender que ahora que lo invitan a hablar al foro Mexico Week, organizado por la Cámara Mexicana de Comercio en Londres, O’Neill se pula con su discurso casi profético de ver a México en el lugar siete de las economías mundiales.
Con todo y su repasada a los BRICS, porque el augurio es que nuestro país aportará más que Rusia o India a la economía mundial.
Y vaya que ha dolido que México sea visto en el mundo con menos potencial, porque eso siempre influye en el estado de ánimo de los inversionistas al momento de tomar sus decisiones.
Y puede ser lejano compararse con China y su enorme desarrollo o con India y su interminable mano de obra o con Rusia y su vasto territorio. ¡Pero con Brasil sí enchila!
O’Neill lo sabe y por eso es que ahora viene a decirle a los inversionistas británicos y del mundo que siguen sus declaraciones que a México hay que ponerlo en el radar.
Así que ahora el creador de la sigla BRICS se saca de la manga el vaticinio de ver a México como uno de los siete más grandes del mundo de aquí al 2020.
La primera piedra
España está en un lamentable proceso autodestructivo. A pesar del tamaño de la crisis provocada por la irresponsabilidad de gobernantes y gobernados, ahora que hay que tomar decisiones difíciles, nadie quiere poner de su parte.
Los sindicatos convocan a huelgas generales ante la necesidad de flexibilizar el campo laboral. Ni siquiera una tasa de desempleo cercana a 25%, en la que la mitad de los jóvenes no encuentra trabajo, los hace reflexionar.
Y para muestra un botón: Iberia, la línea aérea de España, está en un proceso de canibalismo sindical que está por costarle muy caro.
Y como el mejor ejemplo es el más cercano, basta decir que en su cadena de huelgas de oposición a que la empresa cree una división de bajo costo ya hay afectación a los vuelos de y hacia México.
No hay duda de que hoy la mejor alternativa para viajar a España no es Iberia, por mucho. Simplemente han dejado de ser confiables.
Podría tratarse de un ejercicio de psicología inversa, pero Goldman Sachs pronostica que México se convertirá en la séptima economía más grande del planeta en menos de ocho años.
Hasta ahora, desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), desde diferentes frentes, la insistencia para México es una: tienen que hacer cambios estructurales para que no se siga perdiendo el potencial de crecimiento de esta economía.
De lo contrario, advierten los analistas dentro y fuera del país, la condena será mantener tasas de crecimiento mediocre que no serán suficientes para superar los problemas de pobreza y desigualdad que quejan a esta nación.
Y estamos en ese diagnóstico tan ignorado por la clase política, responsable de la toma de decisiones, cuando llega Jim O’Neill de Goldman Sachs con su augurio de que México estará pronto en el top 10 mundial.
Claro que para eso nuestro país debe mejorar en las 15 variables que miden el crecimiento, entre ellas: corrupción, leyes, Internet, inversión, apertura económica, educación.
México, dijo O’Neill, debe seguir impulsando reformas al sector energético porque hay la idea de que la forma en que se ha usado el petróleo no ha sido la mejor.
¡Pues ahí está, con unos pequeños cambios México despega hasta el séptimo lugar!
No hay que olvidar que este personaje, Director de Fondos de Inversión de Goldman Sachs, fue el inventor de la sigla BRIC, para referirse a las economías emergentes que tienen un potencial de crecimiento para alcanzar el desarrollo.
El término tenía la virtud gramatical de significar en inglés “ladrillo”, o sea, fortaleza y al mismo tiempo contener las iniciales de Brasil, Rusia, India y China.
Para la buena fortuna y mejor fama de estas economías, el término se popularizó, lo que les dio una excelente carta de presentación.
Pero el término BRIC tenía un enorme defecto: no cabía nadie más. Bueno, cupo uno más con la pluralización. Cuando se habló de los BRICS, entró al final Sudáfrica.
Pero la M de México no tenía cabida en la afortunada ocurrencia de Terence James O’Neill. Así que condenó al destierro conceptual a una economía con potencial de ser todo un BIRC.
Le han intentado por todos lados para incluir a México y a otros confinados, pero no ha habido forma de combatir el exitoso terminajo.
Por eso también hay que entender que ahora que lo invitan a hablar al foro Mexico Week, organizado por la Cámara Mexicana de Comercio en Londres, O’Neill se pula con su discurso casi profético de ver a México en el lugar siete de las economías mundiales.
Con todo y su repasada a los BRICS, porque el augurio es que nuestro país aportará más que Rusia o India a la economía mundial.
Y vaya que ha dolido que México sea visto en el mundo con menos potencial, porque eso siempre influye en el estado de ánimo de los inversionistas al momento de tomar sus decisiones.
Y puede ser lejano compararse con China y su enorme desarrollo o con India y su interminable mano de obra o con Rusia y su vasto territorio. ¡Pero con Brasil sí enchila!
O’Neill lo sabe y por eso es que ahora viene a decirle a los inversionistas británicos y del mundo que siguen sus declaraciones que a México hay que ponerlo en el radar.
Así que ahora el creador de la sigla BRICS se saca de la manga el vaticinio de ver a México como uno de los siete más grandes del mundo de aquí al 2020.
La primera piedra
España está en un lamentable proceso autodestructivo. A pesar del tamaño de la crisis provocada por la irresponsabilidad de gobernantes y gobernados, ahora que hay que tomar decisiones difíciles, nadie quiere poner de su parte.
Los sindicatos convocan a huelgas generales ante la necesidad de flexibilizar el campo laboral. Ni siquiera una tasa de desempleo cercana a 25%, en la que la mitad de los jóvenes no encuentra trabajo, los hace reflexionar.
Y para muestra un botón: Iberia, la línea aérea de España, está en un proceso de canibalismo sindical que está por costarle muy caro.
Y como el mejor ejemplo es el más cercano, basta decir que en su cadena de huelgas de oposición a que la empresa cree una división de bajo costo ya hay afectación a los vuelos de y hacia México.
No hay duda de que hoy la mejor alternativa para viajar a España no es Iberia, por mucho. Simplemente han dejado de ser confiables.
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