Los damnificados de las cuotas

Francisco Garfias

En total fueron 126 hombres damnificados por las cuotas de género. Fueron “bajados” de las listas de candidatos a menos de 48 horas de iniciar campaña.

En el PRI y el PVEM tumbaron a 54; en el PAN a 44. En el PRD, PT y Movimiento Ciudadano fueron 28.

Resolución del TEPJF obliga.

No hay sorpresas en las listas corregidas que los partidos entregaron ayer al IFE. A ninguna “figura” le fue revocada la candidatura. Puros nombres desconocidos.

Los dirigentes aplicaron el artículo primero de lo que el flamante presidente de la Fundación Colosio, César Camacho, llama Ley de Hilados y Tejidos: “El hilo se rompe por lo más delgado…”

Hay mucha molestia. No son pocos los que se han quejado por la exclusión. La amenaza de la impugnación ronda en las agrupaciones políticas.

El presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, se sintió obligado, incluso, a pedir “solidaridad” a los desplazados. Les pidió no recurrir al Tribunal Electoral.

Buscamos en San Lázaro a la diputada Diva Gastélum, presidenta del Organismo Nacional de Mujeres del PRI, para charlar sobre el tema.

-¿Las cuotas no chocan con la democracia? —preguntamos—.

-No nos dejan otra alternativa. Yo sí quisiera brincar el tema de las cuotas, pero hoy más que nunca está claro que si no tenemos un candado para nuestra llegada, difícilmente vamos a avanzar de otra manera.

Ojalá de las cuotas pasemos al reconocimiento político-partidario, como sucede en otros países.

-¿Por qué, aun a sabiendas de que era un mandato del Tribunal, los partidos no cumplieron con las cuotas?

-Todos somos un poco responsables. La ley no es clara. El TEPJF tuvo que entrar a interpretar una norma que nos pegaba a las mujeres. No es de ahorita. ¿A poco cree que el tema de las Juanitas se dio así como así? Entonces, para no seguir dándole vueltas a un problema, hay que reformar la ley y hablar con claridad qué le corresponde a cada género. Claro que, siempre, la interpretación mínima es para las mujeres.

Diva, eso sí, se mostró indulgente con su partido. “Somos los únicos que en la lista plurinominal vamos 50-50. Está claro que en el PRI hay voluntad de resolver el tema de las mujeres”.

Garganta azul reapareció ayer con la novedad de que todos los cambios anunciados ayer en el CEN del PAN fueron “palomeados” por Josefina Vázquez Mota. La candidata presidencial de ese partido hizo su propio comité ejecutivo “de coalición”. Es cierto que la mayoría de los “nuevos” se identifican con ella; pero también hay gente de El Yunque, Juan Manuel Oliva; el senador creelista Felipe González, y hasta el compadre del presidente, Guillermo Anaya.

Oliva entra como secretario general adjunto de Elecciones. No renuncia en lo inmediato a la gubernatura. Lo hará en su momento, “sin violentar la legalidad”.

Francisco Ramírez Acuña, leal a Josefina, entra como secretario general adjunto de Alianzas Políticas. Anaya será coordinador de Estructura y González de Foros Ciudadanos.

Otros cambios dados a conocer por Gustavo Madero y Roberto Gil son:

Mariana Serrano, coordinadora nacional de Diputados Locales; Julio Castellanos, coordinador nacional de Ayuntamientos; Mariela Tejada, encargada de Vinculación Social; Juan Marcos Gutiérrez, Difusión; Gloria Luna Ruiz, enlace con el área de Promoción Política de la Mujer.

“Se trata de sumar, de poner orden”, sintetizó.

Ayer, al escuchar al Presidente de la República en su informe adelantado, creí que hablaba de Suiza. Calderolandia, pensé. Iba de Tecamachalco a TV Azteca. Unos 45 minutos con la radio del carro encendida.

Me llamó la atención el catálogo de autoelogios. Poco le faltó para decir que nunca nadie había hecho tanto en los cinco años, tres meses y 29 días que lleva en el poder.

Por curiosidad le cambié de estación. Primero a una, luego a otra. No había opción. Parecía La Hora Nacional. Los diez mil burócratas acarreados en el Auditorio Nacional —en horas hábiles— escuchaban lo mismo que yo en la radio, en un acto anunciado bajo el rimbombante título de Un Gobierno Democrático que Rinde Cuentas.

Fueron 18 rubros en los que desglosó avances que lo llevaron a la siguiente conclusión: “México es mejor que lo que era hace seis años”.

¿Lo es? ¿Usted, qué opina?, diría el clásico Nino Canún.

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