Jorge Fernández Menéndez
Hablan las víctimas de Florence Cassez. “Mi nombre es Cristina Ríos Valladares y fui víctima de un secuestro, junto con mi esposo Raúl (liberado a las horas siguientes para conseguir el rescate) y mi hijo de entonces 11 años de edad. Desde ese día nuestra vida cambió totalmente. Hoy padecemos un exilio forzado por el miedo y la inseguridad. Mi familia está rota. Es indescriptible lo que mi hijo y yo vivimos del 19 de octubre de 2005 al 9 de diciembre del mismo año: 52 días de cautiverio en el que fui víctima de abuso sexual y, los tres, de tortura sicológica. El 9 de diciembre fuimos liberados en un operativo de la Agencia Federal de Investigación (AFI). Acusados de nuestro secuestro fueron detenidos Israel Vallarta y Florence Cassez, esta última de origen francés, quien ahora se presenta como víctima de mi caso y no como cómplice del mismo. Desde nuestra liberación mi familia y yo vivimos en el extranjero. No podemos regresar por miedo, pues el resto de la banda de secuestradores no ha sido detenida. Hasta nuestro refugio, pues no se puede llamar hogar a un lugar en el que hemos sido forzados (por la inseguridad) a vivir, nos llega la noticia de la sentencia de 96 años a la que ha sido merecedora Florence Cassez, la misma mujer cuya voz escuché innumerables ocasiones durante mi cautiverio, la misma voz de origen francés que me taladra hasta hoy los oídos, la misma voz que mi hijo reconoce como la de la mujer que le sacó sangre para enviarla a mi esposo, junto a una oreja que le harían creer que pertenecía al niño”.
“Ahora escucho que Florence clama justicia y grita su inocencia. Y yo en sus gritos escucho la voz de la mujer que, celosa e iracunda, gritó a Israel Vallarta, su novio y líder de la banda, que si volvía a meterse conmigo (entró sorpresivamente al cuarto y vio cuando me vejaba) se desquitaría en mi persona.
“Florence narra el ‘calvario’ de la cárcel, pero desde el penal ve a su familia, hace llamadas telefónicas, concede entrevistas de prensa y no teme cada segundo por su vida. No detallaré lo que es el verdadero infierno, es decir, el secuestro. Ni mi familia ni yo tenemos ánimo ni fuerzas para hacer una campaña mediática, diplomática y política (como la que ella y su familia están realizando) para lograr que el gobierno francés y la prensa nacional e internacional escuchen la otra versión, es decir, la palabra de las víctimas de la banda a la que pertenece la señora Cassez. Pero no deja de estremecernos la idea de que Florence, una secuestradora y no sólo novia de un secuestrador (con el que vivía en el mismo rancho y durante el mismo tiempo en el que permanecimos mi hijo y yo en cautiverio), ahora aparezca como víctima y luche para que se modifique su sentencia. Si lo logra o no, ya no nos corresponde a nosotros, aunque no deja de lastimarnos.”
La propuesta de resolución del ministro Arturo Zaldívar, que será sometida a la aprobación de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia el próximo 21 de marzo, no atiende en absoluto a las víctimas de Florence Cassez; también ignora el hecho de que está plenamente acreditada su participación en por lo menos tres secuestros (se considera que intervino en cinco); ignora las sentencias de otros cuatro tribunales que la consideraron culpable (y sólo redujeron su condena de 96 a 60 años de prisión). Dice el ministro que las garantías procesales de Cassez fueron vulneradas, porque no la presentaron inmediatamente después de su detención ante el Ministerio Público y porque no recibió de inmediato atención de su consulado. Según la Procuraduría General de la República, no fue presentada de inmediato ante el Ministerio Público para poder llegar al rancho donde estaban secuestradas dos personas y liberarlas y que, en cuanto fue puesta a disposición del Ministerio Público, se comunicaron al consulado francés, pero que fue éste el que demoró horas en responder. Todo esto puede ser objeto de controversia, como lo es el manejo mediático que se le dio a su captura, pero no la participación de Cassez en los secuestros.
Resulta triste que los testimonios de las víctimas de Cassez terminen siendo algo sin sustancia, según sus defensores: ¿podrían explicarnos cómo se ponen de acuerdo en detalles cinco testigos, cinco víctimas de distintos secuestros que, incluso varios de ellos, como consecuencia precisamente del secuestro, se fueron a vivir fuera del país? A Cassez la reconocieron sus víctimas, vivía en la casa donde estaban secuestradas por lo menos dos personas al momento de su detención. Esa casa, que era además su domicilio legal, la compartía con el jefe de la banda de secuestradores, que además era su pareja, Israel Vallarta. Los otros integrantes de la banda reconocen a Cassez como cómplice. Y eso está probado y confirmado y la condena contra Cassez se basa en eso. Pero Zaldívar pide su liberación inmediata porque se violaron, dice, sus derechos procesales. La decisión está en manos de los ministros de la Primera Sala de la SCJN.
Hablan las víctimas de Florence Cassez. “Mi nombre es Cristina Ríos Valladares y fui víctima de un secuestro, junto con mi esposo Raúl (liberado a las horas siguientes para conseguir el rescate) y mi hijo de entonces 11 años de edad. Desde ese día nuestra vida cambió totalmente. Hoy padecemos un exilio forzado por el miedo y la inseguridad. Mi familia está rota. Es indescriptible lo que mi hijo y yo vivimos del 19 de octubre de 2005 al 9 de diciembre del mismo año: 52 días de cautiverio en el que fui víctima de abuso sexual y, los tres, de tortura sicológica. El 9 de diciembre fuimos liberados en un operativo de la Agencia Federal de Investigación (AFI). Acusados de nuestro secuestro fueron detenidos Israel Vallarta y Florence Cassez, esta última de origen francés, quien ahora se presenta como víctima de mi caso y no como cómplice del mismo. Desde nuestra liberación mi familia y yo vivimos en el extranjero. No podemos regresar por miedo, pues el resto de la banda de secuestradores no ha sido detenida. Hasta nuestro refugio, pues no se puede llamar hogar a un lugar en el que hemos sido forzados (por la inseguridad) a vivir, nos llega la noticia de la sentencia de 96 años a la que ha sido merecedora Florence Cassez, la misma mujer cuya voz escuché innumerables ocasiones durante mi cautiverio, la misma voz de origen francés que me taladra hasta hoy los oídos, la misma voz que mi hijo reconoce como la de la mujer que le sacó sangre para enviarla a mi esposo, junto a una oreja que le harían creer que pertenecía al niño”.
“Ahora escucho que Florence clama justicia y grita su inocencia. Y yo en sus gritos escucho la voz de la mujer que, celosa e iracunda, gritó a Israel Vallarta, su novio y líder de la banda, que si volvía a meterse conmigo (entró sorpresivamente al cuarto y vio cuando me vejaba) se desquitaría en mi persona.
“Florence narra el ‘calvario’ de la cárcel, pero desde el penal ve a su familia, hace llamadas telefónicas, concede entrevistas de prensa y no teme cada segundo por su vida. No detallaré lo que es el verdadero infierno, es decir, el secuestro. Ni mi familia ni yo tenemos ánimo ni fuerzas para hacer una campaña mediática, diplomática y política (como la que ella y su familia están realizando) para lograr que el gobierno francés y la prensa nacional e internacional escuchen la otra versión, es decir, la palabra de las víctimas de la banda a la que pertenece la señora Cassez. Pero no deja de estremecernos la idea de que Florence, una secuestradora y no sólo novia de un secuestrador (con el que vivía en el mismo rancho y durante el mismo tiempo en el que permanecimos mi hijo y yo en cautiverio), ahora aparezca como víctima y luche para que se modifique su sentencia. Si lo logra o no, ya no nos corresponde a nosotros, aunque no deja de lastimarnos.”
La propuesta de resolución del ministro Arturo Zaldívar, que será sometida a la aprobación de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia el próximo 21 de marzo, no atiende en absoluto a las víctimas de Florence Cassez; también ignora el hecho de que está plenamente acreditada su participación en por lo menos tres secuestros (se considera que intervino en cinco); ignora las sentencias de otros cuatro tribunales que la consideraron culpable (y sólo redujeron su condena de 96 a 60 años de prisión). Dice el ministro que las garantías procesales de Cassez fueron vulneradas, porque no la presentaron inmediatamente después de su detención ante el Ministerio Público y porque no recibió de inmediato atención de su consulado. Según la Procuraduría General de la República, no fue presentada de inmediato ante el Ministerio Público para poder llegar al rancho donde estaban secuestradas dos personas y liberarlas y que, en cuanto fue puesta a disposición del Ministerio Público, se comunicaron al consulado francés, pero que fue éste el que demoró horas en responder. Todo esto puede ser objeto de controversia, como lo es el manejo mediático que se le dio a su captura, pero no la participación de Cassez en los secuestros.
Resulta triste que los testimonios de las víctimas de Cassez terminen siendo algo sin sustancia, según sus defensores: ¿podrían explicarnos cómo se ponen de acuerdo en detalles cinco testigos, cinco víctimas de distintos secuestros que, incluso varios de ellos, como consecuencia precisamente del secuestro, se fueron a vivir fuera del país? A Cassez la reconocieron sus víctimas, vivía en la casa donde estaban secuestradas por lo menos dos personas al momento de su detención. Esa casa, que era además su domicilio legal, la compartía con el jefe de la banda de secuestradores, que además era su pareja, Israel Vallarta. Los otros integrantes de la banda reconocen a Cassez como cómplice. Y eso está probado y confirmado y la condena contra Cassez se basa en eso. Pero Zaldívar pide su liberación inmediata porque se violaron, dice, sus derechos procesales. La decisión está en manos de los ministros de la Primera Sala de la SCJN.
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